Cuánto se podrá escribir en torno a la mal lograda Reforma Laboral que recién fue aprobada por la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión?, pero lo que a todos nos debiera quedar claro es que no se está procediendo de manera adecuada, desde el momento en que no se aprobó la transparencia gremial, que permitirá a sindicatos oprobiosos y a sus líderes seguir haciendo lo que se les pegue la gana, en cuanto al reclamo generalizado de que se debe democratizar la vida sindical.
Es muy sencillo, si no se votó para acotar los procesos gansteriles de Elba Esther Gordillo y de Romero Deschamps, poco se puede argumentar a favor de esta Reforma Laboral, para desgracia de los priístas que aún pensamos que la vida sindical merece mejor suerte que la de estos dos pésimos ejemplos del charrismo sindical. Pero aún fue peor el espectáculo que se sucedió en la Cámara de Diputados, y no me refiero a la toma de la tribuna por parte de algunos diputados perredistas, que obviaron el compromiso de su coordinador de no recurrir a estas acciones, poco prestigiosas para el partido, que hoy está más preocupado en saber qué hacer sin AMLO, sino a la vergonzosa intervención de un diputado priísta de nombre Héctor Gutiérrez de la Garza (sí, aquel gordillista de la LIX legislatura), que se atrevió a decir que la Reforma no atenta contra los derechos de los obreros, y no tuvo empacho en decir “Tengan la certeza de que vamos a defender los derechos de los trabajadores. ¡Somos sus amigos, y respetuosos de nuestros sindicatos! ¡El país cuenta con el PRI!
Para quienes somos orgullosos hijos de sindicalistas, el solo hecho de que se perpetúe el esquema antidemocrático, nos hace ver que poco se está haciendo en favor de la vida sindical que debiera caracterizar a los propios sindicatos en este siglo XXI. Parece que los diputados que votaron en contra de la transparencia gremial no han entendido la necesidad de poner a tiempo sus relojes, y prefieren vivir en las épocas del sindicalismo más aberrante, que lastimosamente aún perdura en gran parte del espectro sindical.
Poco a favor tiene la Reforma recién aprobada, desde el momento en que rápidamente el presidente de la Fundación Colosio, César Camacho Quiroz, declaró que “la aprobación de las reformas en materia laboral enviadas como propuesta preferente no dejarán maniatado al gobierno de Enrique Peña Nieto, que en su momento tendrá la oportunidad de medir sus efectos benéficos o sus limitaciones y proponer nuevamente un nuevo marco jurídico”. Esto nos dice que está bien por ahora, pero en cuanto termine el sexenio de Calderón, no habrá por qué mantener sus ópticas e interpretaciones de la vida nacional.
Para muchos priístas ha sido muy difícil entender el proceder de su dirigencia, del equipo de transición de Peña Nieto y de sus coordinadores en el Congreso de la Unión, y sus motivaciones son muy válidas, si se parte del hecho de que, por ejemplo, en la LX Legislatura de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión, en la que la fracción priísta era pequeña y estaba liderada por Emilio Gamboa Patrón, ellos impusieron sus condiciones, con un oficio político que les fue reconocido por propios y extraños; ahora que se tiene la fracción más grande en la LXII Legislatura, parece que están empecinados en sacarle al trabajo sucio a Calderón.
Si ésa es la dinámica que pretenden asumir los legisladores priístas, tanto en la Cámara de Diputados, como en la de Senadores, flaco favor se estarán haciendo, ya que si algo aprendimos los mexicanos tras seis años de gobierno calderonista, es que el panista es un hombre perverso, y en ese sentido, puede estar generando una idea de “embarrar” al PRI en su perversidad, y esto podría ser muy difícil de subsanar en el futuro cercano y lejano para los priístas.
Algo que le debe quedar muy claro al PRI y al presidente electo Enrique Peña Nieto es que ellos no pueden darse el lujo de quedarse sin banderas que los identifiquen con el grueso de la población nacional, si esta malograda Reforma Laboral es el inicio de una serie de situaciones antipopulares que están pensando sacar adelante, alguien les tiene que recordar que de suyo la elección del pasado mes de julio no se ganó como les habían hecho creer las empresas encuestadoras “patito”, que les decían que iban a arrasar, y que por lo que quieran y manden, hay muchos mexicanos que creen los argumentos de las izquierdas, con respecto a lo que sucedió en esa elección.
Lo peor que le puede pasar al priísmo es quedarse sin argumentos para explicarle a la gente por qué ahora se aprueban cosas a las que se opusieron por 12 años de los gobiernos de la alternancia panista, ya que entonces todos entenderían que esa oposición no fue razonada, sino solamente era el afán contestatario lo que llevó al priísmo a actuar como lo hizo.
Los priístas deben escuchar voces como las de César Camacho Quiroz, que nos indican que “en la democracia, la transformación de un país no ocurre de un plumazo y para siempre”. n