Palacio de Miraflores, Caracas, Venezuela. 7 de octubre de 2012. Desde uno de los balcones de la residencia presidencial, Hugo Chávez Frías celebra –blandiendo la espada del Libertador Simón Bolívar– su victoria electoral. Afuera, miles de chavistas, enfundados en camisas coloradas y agitando banderas venezolanas corean, al borde del paroxismo, las siguientes frases: “¡Uh, ah, Chávez no se va!” y “¡Alerta, alerta, alerta, que camina la espada de Bolívar por América Latina! ¡Bolívar vive, Bolívar sigue!”.
La escena arriba mostrada sirve como telón de fondo al presente artículo, el cual tiene por objetivo mostrar al amable lector las reacciones de diversos actores internacionales ante el triunfo conseguido en las urnas por el teniente coronel Hugo Chávez Frías. Además, pretende descifrar el posible rumbo que habrá de tomar Venezuela en el futuro.
Haciéndose portavoz de los que consideran a Chávez Frías como la bête noire de los intereses geopolíticos y geoeconómicos de la Unión Americana en América Latina, la influyente congresista cubanoestadounidense Ileana Ros-Lehtinen, furibunda anticastrista, describió la victoria chavista como “desafortunada”.
Según la diputada republicana por la Florida, Chávez “impidió el acceso de observadores internacionales, empleó cambios en las papeletas de último momento, controló el sistema judicial, hostigó a la prensa independiente y consolidó su poder para manipular el voto a su favor”. Para Ros-Lehtinen, “A Chávez no se le puede permitir que siga exportando su odio y despotismo hacia otros países, como sus compañeros dictadores en Irán y Cuba”.
Otro crítico acerbo de la Revolución Bolivariana, el periodista argentino-estadounidense, Andrés Oppenheimer, mencionó, días antes de la elección, que “Chávez tiene una clara ventaja, gracias al uso masivo de petrodólares del gobierno, la intimidación de votantes opositores, y el control casi absoluto del tiempo televisivo”.
Quizás lo que realmente moleste a los antichavistas fue expresado por el profesor de Relaciones Internacionales Evan Ellis, quien en julio declaró al Miami Herald: “En la era de la globalización, tener como consejeros a banqueros chinos es el equivalente de tener los consejeros militares de la Unión Soviética en Cuba y Nicaragua durante la Guerra Fría”.
Desde las antípodas ideológicas, la presidente de Argentina, Cristina Fernández de Kirchner, celebró vía Twitter el éxito chavista así: “Hugo, hoy quiero decirte que has arado en la tierra, la has sembrado, la has regado y hoy has levantado la cosecha”. Uniéndose a los dichos de la mandataria gaucha, se sumaron los jefes de Gobierno de Bolivia (Evo Morales), Ecuador (Rafael Correa) y El Salvador (Mauricio Funes).
La respuesta más eufórica a la reelección de Hugo Chávez provino de Cuba, donde su mandatario, Raúl Castro, celebró asimismo: “en nombre del Gobierno y el pueblo de Cuba, te felicito por este histórico triunfo, que demuestra la fortaleza de la Revolución Bolivariana y su incuestionable respaldo popular”.
Fue en la isla caribeña donde el embajador venezolano, Edgardo Antonio Ramírez, declaró el miércoles 26 de septiembre próximo pasado que “votar por Hugo Chávez Frías equivalía a votar por Fidel Castro, la paz y la Unión en América Latina y el Caribe”. Además, el diplomático calificó al aspirante opositor, Henrique Capriles Radonski, como “candidato del Pentágono”.
Por su parte, Hong Lei, vocero de Ministerio de Asuntos Exteriores de la República Popular China, mencionó que “el presidente Chávez fue reelegido y China le felicita por ello y desea que Venezuela consiga nuevos logros en el desarrollo del país”.
Incluso la “nación espejismo”, la decrépita y endeudada España –cuyo monarca trató de acallar a Chávez en una reunión de las naciones iberoamericanas–, en voz de su ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel García-Margallo, comentó que el triunfo de Chávez fue “claro” y subrayó la nitidez de los comicios.
Chávez Frías enfrenta varios desafíos: su salud –mermada por el cáncer–, la violencia en las calles venezolanas, el rumbo de la economía petrolizada, la corrupción y una creciente oposición. Por lo tanto, el gobierno bolivariano pretende fortalecer los sectores estratégicos de la economía –el petróleo, la agroindustria y la industria de la construcción–. Para ello no descarta nuevas expropiaciones y fomentar el poder de las agrupaciones populares.
Finalmente, la presencia de Hugo Chávez en el Palacio de Miraflores es una bofetada a los designios imperiales emanados desde Washington, pues una Venezuela bajo la Revolución Bolivariana impide –junto con la Cuba de los hermanos Castro Ruz, Fidel y Raúl– el pleno dominio geopolítico y geoestratégico yanqui del “Mediterráneo Americano” (El Golfo de México y el Mar Caribe).
Aide-Mémoire.- Antes de invadir Siria y hacer el trabajo sucio de la OTAN, Turquía debe devastar a los rebeldes kurdos.n
* Colegio Aguascalentense de Estudios Estratégicos Internacionales A.C.