No saben qué agasajo es ir al cine sin ninguna otra expectativa más que pasar un buen rato y reírse un poco, para luego emerger de la sala cinematográfica, una hora y media después, con la absoluta satisfacción de haberlo logrado, y con el bono extra de haber pasado un muy buen rato en familia. Hotel Transilvania es esta nueva película animada dirigida por Genndy Tartakovsky, a quien ubicamos por ser el director, productor y guionista de muchas de las series animadas de Cartoon Network (como La Guerra de los Clones o Las Chicas Superpoderosas), que está siendo estrenada en todo el país –y el mundo– aprovechando que inicia el mes de festividades de las brujas y los monstruos
Si bien es cierto que en cuanto a técnica de animación y otras novedades tecnológicas esta cinta no sobresale en nada –a diferencia de ParaNorman–, incluso el 3D no le proporciona ninguna ventaja visualmente hablando; y que tal pareciera que estamos viendo una de esas películas hechas para televisión (no es gratuita la relación de Tartakovsky con uno de los canales infantiles más exitosos de la televisión por cable); tampoco podemos negar que es entretenida y que lleva un ritmo perfecto de principio a fin… ¿qué más podemos pedir?
Además, es un verdadero placer ver tomados en cuenta a todos los personajes “clasicos” –Drácula, Frankestein, el Hombre Lobo, el Hombre Invisible, Pie Grande, las momia, calacas, brujas y zombis– tal como los conocemos, criaturas monstruosas que tienen determinadas características (al estilo de Los Locos Adams) y no como personajes románticos cuyo objetivo en la vida es mezclarse de manera inadvertida entre los humanos.
En Hotel Transilvania vemos todos los esfuerzos que el Conde Drácula hace para alejar a su pequeña hija de los peligros que implica la humanidad, hasta el punto de construir un paradisiaco retiro para monstruos del que la humanidad se encuentra vedada. En ese resort, los míticos personajes encuentran un maravilloso solaz en el que pueden actuar libremente sin sentirse amenazados. Pues, igual que se plantea en Monsters Inc, las criaturas temibles, de las que hay que cuidarse, somos nosotros, quienes pertenecemos al género humano.
Mavis, la hija del Conde, ha cumplido 118 años, ahora ya es mayor de edad y, por lo tanto, libre para salir del castillo y conocer el mundo; Drácula –igual que todos los padres del planeta– se resiste a ver “volar” a su retoñito e intenta enrolar a todos sus terroríficos amigos y parientes en su cruzada por mantenerla en casa, en donde está segura.
Como es de esperarse, ninguna medida es a prueba de error, y al Hotel llega una espantosa criatura, Jonathan, un joven montañista humano hambriento de aventuras, que está a punto de destruir todo lo que el vampiro ha conseguido.
Lo que más me gustó de esta película, es la manera en que divierte sin exagerar en el “ingenio” de los parlamentos, es más, la mayoría de los momentos más chuscos tienen que ver con el humor básico y sencillo de las caricaturas de antaño– ya saben, Tom y Jerry, La Pantera Rosa, Fantasías Animadas, etcétera– en donde la diversión aparecía por lo que los personajes hacían y no por lo que decían, cuando una frase de dos o tres palabras nos hacía desternillarnos de risa y cuando una caída era más simpática que el uso del doble sentido o de la construcción de todo un sketch.
Me gustaría ver quién puede mantenerse serio mientras los humanos se burlan de la manera rumana de hablar de Drácula añadiendo siempre un bla, bla, bla al final o cuando el Hombre Invisible intenta jugar “dígalo con mímica” o rasurarse frente al espejo e incluso cuando el vampiro se defiende de la acusación de Jonathan de beber sangre humana, indicando que jamás lo haría pues es grasosa y uno nunca sabe en dónde ha estado. Incluso hay un guiño a las cintas de la franquicia Crepúsculo, pues cuando Drácula ve una escena de la película se horroriza al darse cuenta cómo los han estereotipado los humanos.
En fin, que Hotel Transilvania es un filme para ver y disfrutar en familia, quizás no cumple las expectativas de la crítica especializada, pero sí la de los simples mortales. No dejen de llevar a toda la familia a disfrutarla y bla, bla, bla.