- Recibe publicación 150 mil pesos para realizar cuatro números, saldrán cada cinco meses
- Cumple cinco ediciones impresas proyecto editorial de jóvenes aguascalentenses
La ambigüedad de un espacio temporal o mental que no guarda parecido con alguna de sus colindancias es el tema principal de la más reciente edición de El Gran Vidrio, publicación impresa generada en Aguascalientes que a manera de revista pretende ser un referente en el rubro de contenidos referentes a la cultura pop, la cultura general y las artes. Alejandro Zúñiga, editor de El Gran Vidrio, señaló que si bien el ejemplar actualmente en circulación habla sobre la frontera entre México y Estados Unidos, finalmente el motivo recae en la ambigüedad. Situación que de acuerdo al también catedrático de la UAA, plaga la edición y conceptualización del proyecto.
“La revista se ha conformado entre el academicismo, la irreverencia, la producción local y la internacional, así que también es celebrar un poco esa dualidad”, señaló Zúñiga, insistiendo, además, en que el tema de la frontera, específicamente Tijuana, es inspirador debido a que es una zona geográfica que verdaderamente no se parece a ninguno de los países que divide. Desataca que si bien es el número cuatro de El Gran Vidrio, en realidad existen cinco diferentes ejemplares físicos, debido a la publicación temprana de un número cero que data desde finales del 2010.
Dicha irregularidad de publicación llama un poco la atención, pero Zúñiga expresó que se espera normalizar la situación y ser más periódicos –como una revista– en consecuencia, debido a que hace sólo algunos meses El Gran Vidrio fue acreedor a una beca del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (Fonca) del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta) por 150 mil pesos para la elaboración de la revista. Al ver lejanos los conflictos económicos básicos para la realización de producto, el editor puntualizó que ahora se tiene el compromiso de “sacar cuatro números en un año, así que tenemos el compromiso de salir máximo cada cinco meses”.
Al ser cuestionado sobre si no se darán situaciones como que dicho plazo de cinco meses se vea interrumpido por alguna vicisitud logística y al final acaben publicándose dos ediciones de manera apresurada sólo para cumplir el requisito de Conaculta, Zúñiga comentó que “esperemos que no sea así”. Las matemáticas entonces señalan que cada edición costará 37 mil 500 pesos, con los que, dijo, se paga a la imprenta y al diseñador. El encargado de realizar la maqueta original y concepto gráfico para el primer número (finales de 2010) fue el aguascalentense Beto Gutiérrez, mientras que las ediciones siguientes han sido diseñadas (con base en el trabajo previo) por Jesús Gutiérrez (sin parentesco). Asimismo, la impresión se realiza con la empresa local Corporativo Gráfico, por decisión del consejo editorial de la revista.
Ya que los montos de la beca sólo cubren esos dos rubros, los colaboradores gráficos y editoriales no reciben todavía paga por su participación en El Gran Vidrio, de acuerdo al editor. Esto deriva en que “se tiene la venia de seguir consiguiendo publicidad [externa] y luchar por patrocinios”, agregando también que “nace con la aspiración de ser algo para poder vivir, lleva dos años sin ser negocio”.
En cuanto a la apuesta por una publicación periódica e impresa con todos los mencionados pros y contras, y dado que también existen apoyos (incluso en Fonca) para contenidos digitales, Zúñiga indicó que “tenemos el fetiche del libro así como la nostalgia de la revista física y es interesante tener algo así girando por el mundo, es un goce estético tener una cosa entre las manos que se huele y se toca”. ¿En 10 años se podrá considerar que las ediciones de El Gran Vidrio serán coleccionables por sus contenidos y diseño? Zúñiga sólo atina a decir “ojalá”.