Muchas veces una frase no cobra sentido sino hasta el momento en que se vive una situación a la cual describe perfectamente. Ésta fue la sensación que tuve durante un reciente viaje a Nueva York; después de una ausencia de algunos años, al tratar de revivir dos de los pasatiempos favoritos que me acompañaron a lo largo de los casi cuatro años que pasé en esa metrópoli durante la década de los noventa, descubrí que las librerías y las tiendas de discos están en proceso de extinción. Hasta hace poco pensaba que el libro electrónico (e-book) demoraría aún años -sino es que décadas- en imponerse, pero parece que no es así, el futuro se ha adelantado, por lo menos en esa ciudad. Por ello, le concedí toda la razón a la frase que se atribuye al ex Presidente del gobierno español, Felipe González: “El futuro ya no es lo que era antes”.
Quienes crecimos acompañados de libros y, en cada trayecto de nuestra vida, éstos han sido una invaluable fuente de enriquecimiento intelectual y personal; de imaginación y de conocimiento; de reflexión y de diversión, vemos con inquietud el inexorable avance del libro electrónico. Detrás de esta actitud hay indudablemente una visión romántica, una resistencia a sustituir esos conjuntos de hojas de papel tangibles por tabletas electrónicas con pantalla.
Para los expertos, la sustitución del libro físico por el digital, constituye sólo una nueva fase del proceso evolutivo que ha tenido el libro a través de la historia. De hecho, la versión electrónica representa su quinta mutación: las tablas de arcilla, los rollos de papiro, el códice y el libro impreso. Más allá de esta interpretación técnica, el dominio pleno del e-book comportará importantes cambios que incidirán no sólo en la actitud del lector tradicional sino en la propia industria editorial y en otros ámbitos. Ante todo, la descripción de libro deberá ser modificada de tal manera que en el futuro pueda abarcar la versión electrónica de éste; actualmente la Real Academia Española define al libro como un “conjunto de hojas de papel manuscritas o impresas que, cosidas o encuadernadas, forman un volumen”.
Ya desde hace algunos años la tecnología ha modificado la forma a través de la cual el escritor realiza sus obras; ahora ya no lo hace por medio de una pluma sino del teclado de una computadora. Se coincide también en que el auge del libro electrónico afectará a toda la industria editorial a lo largo del proceso que conlleva la publicación de una obra: creación, impresión, publicación, promoción y comercialización. Al respecto un experto advierte que con el e-book “el papel proscriptor del editor y del crítico tenderá a desaparecer”.
Sin embargo, el principal impacto –y el que ha motivado los comentarios y debates más álgidos– será sin duda el que afecte al propio lector. Y es que la tecnología está modificando el concepto y la función de la lectura; concebida no sólo como acceso a la información sino fundamentalmente como actividad de comprensión. La lectura ahora no puede concebirse sin un componente de imágenes, tal como lo evidencia la comunicación que se da través de las denominadas redes sociales. De igual manera, se advierte que la lectura de libros electrónicos está rompiendo con el vínculo (muchas veces afectivo) que la persona suele tener con el texto físico. Más aún, la posición corporal que exige la lectura de un texto electrónico es distinta a aquélla que demanda un e-book.
Por otro lado, paradójicamente la transición hacia el libro electrónico coincide con la presencia de una serie de factores vinculados con los hábitos de lectura y con la industria editorial: una baja en los índices de lectura, crisis generalizada de la industria editorial, proliferación de premios y una explosión de creatividad y de variedad en las obras.
A través de la lectura de textos en Internet y en celulares todos estamos viviendo de alguna manera esa transición hacia el dominio de los libros electrónicos. En las principales ferias de libro y en simposios como Focus 2011 –organizado el año pasado por la UNESCO– la gran pregunta que se formula es si la generación actual verá el ocaso del libro impreso? Las respuestas que se ofrecen son diversas, generalmente se coincide que por algún tiempo coexistirán ambas versiones, con una presencia cada vez más creciente del libro electrónico. En la última edición de Feria del Libro de Francfort los editores estimaban que en 2018 el libro electrónico superará en ventas al de papel. De hecho, las tres grandes librarías virtuales Amazon, Google eBooks y Apple están entrando con fuerza al mercado español; recientemente Amazon inauguró una sección en el idioma de Cervantes con dos millones y medio de títulos
Tal vez es pecar del romanticismo si sólo se trata de un cambio de formato, pero para muchos la lectura no será más esa actividad profunda, pausada e inclusa placentera de textos. Al final, la nostalgia por el futuro del libro responde a una visión generacional. Seguramente las nuevas generaciones no extrañarán el libro físico porque no conocerán ese instrumento mágico con el que todavía hoy se puede viajar, imaginar, crear, reflexionar, reír… y soñar
Berna, octubre de 2012
…uy… espero el libro perdure (a pesar de la alta tecnología y ahora muy sonada digitalizaciòn), por los siglos de los siglos, ya que considero, siempre será una útil herramienta que genera veracidad, física fehaciente en cualquiera de sus temas, sigamos en pie de lucha en mantener, tomos y tomos de libros, en base a la lectura, leamos libros y compremos libros, y habrá dinero físico en circulación generando fuente de empleo, de lo contrario con la digitalizaciòn hasta desempleo va existir… efectivamente leyendo descubres un mundo de viajes, imaginación, creación, reflexión, alegría y ensueño… viva la lectura…!!!