Agradezco los interesantes comentarios de mi amigo Kuri
El reciente incidente de nota roja en el que por lo menos 12 policías federales ya identificados –detenidos y arraigados por 40+40! días por la PGR, según informa La Jornada (1 de octubre de 2012, pág. 31)–, actuando en flagrante contubernio persiguieron, balearon y casi asesinaron a dos gringos en un vehículo con placas diplomáticas y con alto blindaje, acompañados de un capitán de la marina por la carretera del DF a Cuernavaca, es uno más de los miles que se suceden incontroladamente a lo largo y ancho del país, pero que refleja claramente cómo la estrategia de los gobiernos de los diferentes órdenes en México, especialmente del gobierno federal, está agotada.
Hagamos un poco de historia: en México se implementaron durante muchos años las políticas de combate al crimen organizado diseñadas por Washington. Allá se decidía qué hacer, cuándo y cómo; y luego se delegaba la operación de tan sesudas estrategias a las autoridades mexicanas. Y así fue durante muchas décadas, porque México tenía un gobierno fuerte y ellos una contraparte bastante confiable en los temas represivos.
Pero la estrategia de “seguridad” seguida por Estados Unidos de América es hoy altamente cuestionable respecto a México en particular, y a todo el subcontinente en general, porque lleva ya algún tiempo haciendo agua por todos lados. Primero, porque además de hipócrita ha sido equívoca (mucho énfasis en la represión y poco o ninguno en la prevención, y eso considerando que los vecinos lidian con el mercado consumidor más grande del mundo, con cerca de 30 millones de adictos); pues a la par que afirmaba y reafirmaba sus designios para militarizar un creciente problema tanto de salud pública como de seguridad lo cual fue y es violatorio del marco constitucional mexicano y así hay que recordarlo puntualmente) asociado al contrabando masivo de drogas, armas, dinero y personas, fue minimizando los costos de unas estrategia condenada al fracaso desde un principio, pues son altísimos en términos de de la corrupción generada y de la escandalosa cantidad de vidas segadas. Sólo en el sexenio que por fortuna termina en 50 días más de 40 mil, según cálculos conservadores. Tres Marías es uno más de los muchos indicadores, grotesco claro, pero indicador al fin, de que la estrategia es fallida. Y también es fallida porque México perdió la viabilidad de sus instituciones públicas de seguridad después de por lo menos 12 años de irresponsable y corrupta conducción del gobierno federal en materia de seguridad y justicia. Es decir, el gobierno en funciones dejó de ser ese “socio” confiable que ejecutaba al pie de la letra las estrategias extranjeras.
Mientras, a Washington no se le ocurre otra cosa más que seguir delegando en el corruptísimo gobierno de Felipe Calderón la administración de un problema compartido que hace ya tiempo que se salió de control, tal y como los dos gringos en Tres Marías lo demuestran. Pero eso sí, basta echar un vistazo a la página web del Departamento de Estado conducido por la señora Rodham (Clinton), para ver que el gobierno de los Estados Unidos recomienda a sus ciudadanos no viajar a ciudades pertenecientes a 18 entidades federativas de México, esto es, algo así como el 70 por ciento del territorio nacional. Véase por cierto el aviso oficial respecto de Aguascalientes: “You should defer non-essential travel to the areas of the state that border the state of Zacatecas. The security situation along the Zacatecas border continues to be unstable and gun battles between criminal groups and authorities occur. Concerns include roadblocks placed by individuals posing as police or military personnel and recent gun battles between rival TCOs involving automatic weapons.” travel.state.gov/travel/cis_pa_tw/tw/tw_5665.html
Pero ¿qué hacían entonces en Tres Marías los dos gringos atacados? Parece claro que no hubo confusión ni errores. Lo que allí ocurrió fue un ataque directo y concertado de policías pertenecientes a ese cuerpo federal que tanto nos publicita el gobierno saliente como de clase mundial (ese mismo en el que sus propios integrantes se traicionan y matan impunemente como en el aeropuerto capitalino, o el del escándalo Cassez, cortesía de “Producciones García Luna” (Hernández dixit), que desciende directamente del fiasco de AFI de Vicente Fox.
Entonces, si la Policía Federal no funciona ni a propios ni a extraños. ¿Qué sentido tiene mantenerla? Los mexicanos necesitamos tomarnos en serio el tema de la seguridad de una vez por todas. Y para ello requerimos un cuerpo de policía nacional profesional, bien pagado, con pleno servicio civil de carrera, estabilidad en el empleo y estímulos al desempeño, saneado, transparente, dirigido con sensibilidad, con controles y contrapesos internos y externos ante los diarios excesos, que haga investigación e inteligencia y que ataque las fuentes de financiamiento del crimen organizado, que prevenga el crimen y no sólo que persiga a balazos a los cabecillas de las bandas criminales.
Porque el estado actual de la seguridad pública en México implica un riesgo mayúsculo, pues dada la evidente inoperancia y la poca confiabilidad de las policías mexicanas, la tentación de intervenir directamente in situ de los vecinos del norte irá en aumento.
Allí está la escandalosa introducción clandestina de más de 2 mil armas de alto poder a México bajo el nombre de “rápido y furioso”, orquestada desde el Departamento de Justicia de los Estados Unidos so pretexto de seguir la huella del crimen organizado, como han desvelado recientemente Carmen Aristegui en México y Jorge Ramos en Estados Unidos.
Y otra prueba de lo dicho es la presencia del Colombiano Naranjo, “el mejor policía del mundo” dicen sus interesados promotores, ligado íntimamente al “Plan Colombia”, ya en la órbita del gobierno electo. Dicen quienes conocen la trayectoria de este señor, que fue quien logró pacificar y devolver la seguridad pública a Colombia, y que por eso lo traen a México. Concedamos el beneficio de la duda y deseemos que le vaya bien, pero el tamaño de este problema parece requerir de algo más que un estupendo policía colombiano. Por lo demás, la búsqueda en el extranjero de fórmulas mágicas es la constante de los gobiernos de diferente signo político contra la inseguridad pública. Lo hizo el PRD buscando a Guliani, y ahora el PRI con Naranjo.
Tres Marías no puede minimizarse, porque se trata del ataque directo y concertado de varios policías federales mexicanos en contra de dos agentes de la CIA en México, si nos atenemos a la versión de La Jornada y CNN en Español –hasta ahora no desmentida por las autoridades norteamericanas–. ¿Por qué los peritajes están siendo hechos por agentes del FBI, según ha trascendido? No existe capacidad de hacerlo en la PGR? ¿O no existe confianza en su trabajo? según las leyes norteamericanas, el FBI sólo puede operar en territorio de EUA. ¿Qué y por qué investigan entonces en México? ¿Con autorización de quién y bajo qué criterios? Hay una anuencia mexicana, se entiende por lo visto. ¿Bajo qué términos? ¿O es que ya nos ven como parte de su espacio natural?
Pero es indiscutible que esto repercute en las relaciones entre EUA y México. Tres Marías lanza un innegable reto al conjunto del estado mexicano, especialmente al Senado de la República. Después sabremos más de lo conocido hasta ahora, porque en Estados Unidos se toman muy en serio los intentos de asesinato a sus agentes en el extranjero. Mientras queda preguntarnos: ¿Qué pasa con los servicios secretos de EUA en México? ¿Cuántos agentes operativos hay en México?, ¿de qué agencias? ¿Donde están? ¿Qué hacen? ¿Cómo operan? Puesto que el modelo imperante no funciona más, debemos entender dónde estamos parados para saber hacia dónde se mueven en el futuro las guerras del narco.
@efpasillas