Se anunció la salida del más grande del automovilismo moderno. Michael Schumacher por segunda vez anuncia su retiro definitivo. Existe controversia y posturas alternas de si debió o no regresar a la F1 después de su retiro de las pista con Ferrari y llevándose consigo siete campeonatos y una última derrota en contra del ascendente Fernando Alonso.
Fueron tres años de retiro antes de que la escudería Mercedes GP convenciera al heptacampeón de tomar su volante, una vez consumado, Schumacher llegó no como el piloto favorito sólo mediático, fue competitivo de media tabla hacia delante y fue hasta el GP de Europa de este año en Valencia, cuando El Káiser seis años después, volvió a subir al podio.
A esto me surge una duda si realmente un campeón del mundo tiene que retirarse cuando está en lo más alto de su carrera.
¿Da lástima? No creo que ésta sea la expresión, los deportistas aman su disciplina y es una que han desempañado la mayor parte de su vida y no pueden simplemente dejar de hacerla. Podrán intentar cambiarla, pero su corazón pertenece a uno en específico.
Recuerdo los años negros de Michael Jordan, tras la muerte de su padre, en que abandonó el basquetbol en la cima de su carrera y probó suerte en las Grandes Ligas jugando con un equipo profesional de beisbol, o el mismo Schumacher en 2007 corriendo GP en motociclismo, no cabe duda, zapatero a tus zapatos. Al final regresaron a sus deportes, claro, con diferentes desenlaces como los son la vida real.
En cambio me queda la gran decisión de otro campeón mundial, campeona quise decir: Lorena Ochoa, orgullosamente mexicana, lideró durante 157 semanas el ranking mundial de la LGPA. Y así, estando en lo más alto y con mínimo cinco años de competitividad profesional en la mira, decidió que era el momento indicado para retirarse como campeona y dedicarse de tiempo completo a su ahora matrimonio y ser mamá.
Contrastes en el deporte que no me dejan decidirme, me hubiera gustado hablar de que el más grande del automovilismo se retiró como el más grande, al igual que Jordan en su punto más alto y con un equipo ganador, pero al final nos brindaron espectáculo y alzaban el factor mediático de sus respectivos torneos.
Y de Lorena me hubiera gustado seguir escribiendo y siguiéndola en cada torneo de la LPGA y dar vítores por México, pero nos hizo llamarla la grande que se retiró grande.
Lorena ayer terminó también un nuevo torneo profesional en la decimosegunda posición, uno por debajo de par a 13 de la líder. Ella nos aclaró que no regresaba al juego profesional y sólo es preparación para el torneo que preside en Guadalajara a disputarse el fin de semana del 11 de noviembre, el Lorena Ochoa Invitational.
Mi veredicto es que un ser humano debe hacer lo que más ama en la vida; como deportista, tienes un ciclo y la profesionalidad también está en reconocer cuando sigues sumando, pesando o te has convertido en un nombre para recordar, una leyenda.