- Los derechos humanos están por encima de todo derecho: obispo
Al pedir que el Estado mexicano no dé privilegios a ninguna Iglesia, José María de la Torre Martín, obispo de Aguascalientes, postuló que los derechos humanos están por encima de todo derecho, y que la libertad religiosa es de los individuos, no de las iglesias.
En su conferencia de prensa de los lunes, acerca de la reglamentación al Artículo 24 constitucional, legislación que están por ratificar los congresos de los estados, el titular de la Diócesis de Aguascalientes, aseguró que en esto no hay intereses retorcidos de la Iglesia Católica y deploró que militares y sacerdotes queden fuera de poder ser votados a cargos de elección popular.
Mencionó que el derecho a la libertad religiosa consiste en el pleno respeto a la conciencia de toda persona, “para que viva de acuerdo a ella, tanto en lo público como en lo privado. Entonces, el derecho a la libertad religiosa protege el derecho tanto de los creyentes como de los no creyentes, curiosamente, para vivir en lo público y lo privado”.
Subrayó el jerarca católico que lo importante es que en lo público y en lo privado no exista mayor límite a la libertad religiosa, más que el respeto de derecho de terceros.
Antes, el prelado José María de la Torre había dicho que es indudable que las reformas constitucionales de 1992, en materia religiosa, representaron un avance substancial respecto de los textos anteriores que contenían restricciones gravísimas a ese derecho humano fundamental.
Sin embargo, agregó, en la nueva regulación aún subsisten limitaciones y omisiones injustificadas que es necesario enmendar de forma y de fondo, para ajustar las disposiciones de la Constitución en los instrumentos internacionales sobre derechos humanos, suscritos por el Estado mexicano.
Tales instrumentos son: la Declaración Universal de los Derechos Humanos de la ONU de 1948, la Convención Americana de Derechos del Hombre de 1969 y el Pacto Internacional de los Derechos Civiles y Políticos de 1966, que generan obligaciones inexcusables para México, que deben cumplirse cabalmente.
Explicó que algunas de las insuficiencias del marco normativo son: la inadecuada y restrictiva formulación del derecho individual de libertad religiosa, la sujeción de los ministros de culto a un estatuto de excepción, en su calidad de ciudadanos, en cuanto se les priva del voto pasivo y de la posibilidad de desempeñar cargos públicos superiores.
También, la prohibición de que los ministros de culto en sus actos de difusión de su doctrina o en sus publicaciones puedan oponerse a las leyes del país o a sus instituciones, “y la prohibición dirigida de manera injuriosa a los ministros de culto de ‘agraviar de cualquier forma los símbolos patrios’”.
El obispo José María de la Torre urgió la reforma constitucional, porque “hemos expresado que la Iglesia no está contra el Estado laico, al contrario, considera que la laicidad del Estado en un régimen democrático es la mejor manera de hacer valer la libertad religiosa y respetar los derechos de los individuos, entre ellos, la libertad de religión”.
Añadió que no sería la primera vez que un tema como este sea utilizado como estrategia para afectar la imagen de la Iglesia. “Ciertamente, se han hecho en otros momentos señalamientos, dignos de tomarse en cuenta, que nos han ayudado a revisar aspectos fundamentales de nuestra misión.
“Pero en otras ocasiones, cualquier tema es aprovechado para inculpar a la Iglesia, por lo que en este orden de ideas, el día de mañana se nos puede responsabilizar hasta del daño a la capa de ozono o que Don Goyo siga expulsando fumarolas”.
Como Iglesia, subrayó el obispo de la Torre, “manifestamos nuestro compromiso para seguir construyendo un país en el que sean respetados los derechos de todos y donde se promueva, especialmente, a los más pobres y desfavorecidos”.
Sin embargo, consideró el jerarca de la Iglesia Católica en Aguascalientes que como cristianos, “sentimos la necesidad de seguir compartiendo nuestra visión de la vida a partir de Cristo y su proyecto de amor, de justicia y de paz. Ésta, de hecho, tiene que ser nuestra principal aportación al mundo. Los cristianos no podemos vivir la fe en lo privado, ni en el anonimato, ni de manera sentimental”.
“Los cristianos somos parte de la sociedad y estamos arraigados en ella, por lo que no solamente los partidos políticos y las instituciones temporales pueden y deben enriquecer la vida de la sociedad. También los cristianos podemos y debemos ofrecer a la sociedad en la que vivimos todos los bienes naturales y sobrenaturales que hemos recibido”, comentó José María de la Torre.