Política real / Vale al Paraíso - LJA Aguascalientes
15/11/2024

Mientras escalan el largo y azaroso camino hacia Everest  de la política, ellas y ellos son humildes, sencillos, madres de buen consejo, estrellas de la mañana, torres de marfil, arcas de la alianza, salud de los enfermos y espejos del desinterés. Pero transcurrido el tiempo, al llegar a la cima de la montaña, el mal de altura los marea, les ataca la soberbia. Brota la desmemoria. Abandonan cuerdas antes utilizadas. Se vuelven prepotentes, arrogantes y vanos.

El poder transforma a las pequeñas y a los insignificantes en atractivas jirafas y majestuosos leones. Olvidan, en la sabana del jugoso salario y los ilimitados recursos, que el cargo público es perentorio y la vergüenza se lleva toda la vida, cuando la función se ejerce desde la copa del árbol de la pedantería

En la historia del periodista Pablo Hiriart se entreveran fidelidad y felonía, gratitud y desagradecimiento, honradez e impudicia, perversidad; es una más de las millones que suelen escribirse en el libro de la política real, con la tinta de la falsedad, para demostrar que las amistades son de papel de china y los adversarios están hechos de cemento (Cruz Azul, mi adora equipo, el papá de los pollitos americanistas).

Cedo el espacio al apreciado amigo, escritor de textos de opinión y director general del defeño diario La Razón,  que el lunes 10 de este mes compartió:

Hablemos de lealtad

La anécdota, elocuente e ilustrativa, real por supuesto, inició en Sonora, durante el sexenio de Miguel de la Madrid.

Un joven de pelo largo y ensortijado tenía una recomendación del entonces secretario de Programación y Presupuesto para ser candidato a diputado federal.

Necesitaba dos vehículos para la campaña y del PRI lo canalizaron con el director de Minera Cananea, Romárico Arroyo, para que lo ayudara.

Arroyo recibió la solicitud y le encargó a su secretario particular que atendiera personalmente al aspirante a candidato a diputado federal y le consiguiera lo necesario.


El joven de Magdalena de Kino intentó hablar con el secretario particular de Romárico Arroyo y no tuvo suerte. Lo atendió una secretaria que luego lo mandó con otra secretaria, pero al final obtuvo los dos coches.

Se quejó del trato recibido. Era joven y los ninguneos suelen pegar más fuerte a la edad en que no se entienden esas actitudes.

Años después el secretario de Programación y Presupuesto llegó a ser Presidente de la República y el sonorense de pelo chino fue designado secretario de Desarrollo Social.

En Sedesol quedó vacante el puesto de oficial mayor, y el saliente, Rafael Reséndiz, sugirió un nombre que no le gustó al sonorense: el del ex secretario particular de Romárico Arroyo en Minera Cananea, el que no le tomó la llamada cuando buscaba apoyo para su campaña en Magdalena.

Pero ese aspirante a oficial mayor tenía un apoyo importante: era amigo del hermano del Presidente.

Noble y agradecido como era, el sonorense se sabía en deuda con el Presidente que en épocas de la secretaría de Programación y Presupuesto lo había impulsado como candidato a diputado y ahora lo había puesto como secretario de Desarrollo Social.

Así es que nombró oficial mayor a quien no lo había querido recibir en Minera Cananea, como una deferencia al hermano del Presidente.

Después el joven de pelo chino dejaba Desarrollo Social para convertirse en candidato presidencial del PRI. Y, otra vez, como un guiño al hermano del Presidente nombró al ex secretario particular de Romárico Arroyo como director de Comunicación Social de su campaña.

Cuento corto: el secretario de Programación y luego Presidente era Carlos Salinas.

El hermano del Presidente era Raúl Salinas.

El joven de pelo chino era Luis Donaldo Colosio.

Y el secretario particular que no lo quiso recibir en Cananea y luego se convirtió, por sugerencia de Reséndiz y el apoyo de Raúl Salinas, en oficial mayor de Sedesol y luego director de Comunicación Social era Liébano Sáenz Ortiz.

Años más tarde, Sáenz Ortiz participó con Pablo Chapa Bezanilla en el cuento de la calavera en El Encanto para sentenciar por homicidio a Raúl Salinas.

El artículo del periodista Hiriart Le Bert confirma que la historia es la neurona de la vida política y de la privada, de la secreta, también.

Porque alguien tiene que escribirlo: Atrás quedaron los tiempos de Consulta Mitosky, cuando Carlos Penna Charolet, entonces ayudante de Roy Campos, reverenciaba a su “amiga” Lorena Martínez Rodríguez para ponerle pies al interés.

Hoy, el jefe de prensa del gobierno del Estado de Aguascalientes ordena suprimir la figura de la alcaldesa en las fotografías, antes de mandarlas a las redacciones de los periódicos para acreditar, una vez más, que el maltrato a las mujeres es un estilo de vida de gobernantes violentos, insolentes, altaneros, escasos de principios morales y de acrisolada transparencia.

La oportunidad me permite citar la dorada recomendación política del Presidente Truman, aplicable en Estados Unidos o Aguascalientes: “Si quieres un amigo en Washington, cómprate un perro”.

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