“Cuando alguien lea esto, yo ya no estaré viva, aunque todavía no tengo claro el cómo, sí sé cuál es el final…”
Más allá de las cifras estadísticas, los estudios comparativos, las opiniones de expertos y la preocupación gubernamental o la típica consternación que hace ver al funcionario en turno como un comprometido con la realidad social, el asunto del suicidio es un tema por demás sensible y lo digo, no como personaje público, sino como ser humano; el suicidio es un tópico personal y complejo que merece algo más que números y propuestas legaloides para pretender solucionarlo.
Sí, hay que decirlo, año con año, los casos de personas que consuman la autoinmolación aumentan y también los reportes de individuos que lo intentan y no lo logran, son escalofriantes. En lo que va de este 2012 y hasta la hora en que redacto este texto se han consumado 90 suicidios, 8 menos que el 2011 y aún restan más de 90 días para terminar el año.
Sabemos que quienes deciden quitarse la vida son personas cada una, con sus propias circunstancias de vida, con sus problemas y sus complicaciones; insisto, no podemos, no debemos, marcarlos tan sólo como un número y seguir contando sin realmente hacer un alto y analizar lo que hay dentro de esos instantes previos a terminar con la vida propia.
No hace mucho recibí una llamada telefónica, su voz se escuchaba quebrada e indescriptiblemente triste. Me dijo que buscaba la manera de quitarse la vida, comentó que estaba harta de sus problemas pero sobre todo que estaba cansada de la vida que llevaba.
A simple vista era una chica normal, si bien no vivía llena de lujos, tenía lo necesario, diría yo, para sonreír y salir adelante, tenía: ropa, zapatos, algunas joyas, un auto en buen estado, dinero en su cartera, amigos, pretendientes y aunque separados, tenía a sus padres, ella vivía con su madre y hermanos.
“Me siento sola”, dijo, “hay mucha gente a mi alrededor pero nadie cerca de mí”. –Voy para allá– dije apuradamente, mientras corría a buscar las llaves del coche. En el trayecto no dejamos de hablar por teléfono, cuando se terminaba la pila estaba a un par de cuadras de su casa, el trayecto fue el más largo que pueda recordar.
Los diarios anuncian continuamente suicidios tanto en hombres como mujeres, las edades son variadas, las circunstancias muchas y la manera de consumarlos depende que cada persona. En realidad hemos aprendido a “convivir” con esta información, pero déjenme decirles que es muy distinto cuando tienes ante ti un caso como este, la angustia es invasiva y la desesperación paralizante.
“Pensé en hacerlo con una navaja, pensé en muchas cosas, ahorcarme, tomar pastillas…”, me comentaba. “Mi mamá tiene la culpa, ella empezó a generarme esta idea, yo sé que ella va a sufrir cuando me muera, se va a dar cuenta que por sus problemas y por no pensar nunca en mí, yo estoy en este mundo de soledad en el que ahora ella va a estar”.
“Lo que más me duele es mi papá”, insistía con la mirada perdida, quizá buscando algún motivo para seguir en este mundo. “Mi papá hace un esfuerzo por seguir adelante, le echa ganas por mis hermanos que todavía están chicos, no sé cómo les afecte esto a ellos, pero no hay más, ya lo decidí”.
El motivo que ella tenía eran los problemas con sus padres, específicamente con su madre. “Desde que se separaron no han dejado de pelear, no hay día que no discutan y por las noches mamá viene y me culpa a mí de sus problemas. No es justo”.
Hablamos durante un largo rato, incluso la convencí de salir a caminar y compramos un helado, me mostró el recado que había escrito. Afortunadamente su indecisión le dio una segunda oportunidad y lo que empezó con una llamada fatal, se convirtió en una noche para hablar de todo y lograr serenarnos.
Me quedó claro que los boletines gubernamentales esperanzadores, las cifras del famoso aumento en los índices de mejoría económica no incrementan la sensación de bienestar en las personas, mucho menos la satisfacción ni la felicidad.
Atravesamos por una época vertiginosa en la que no nos detenemos un instante para tomar un respiro y analizar lo que tenemos, sea bueno o malo, al parecer actuamos en automático. Los problemas diarios para algunos son parte de la vida mientras que para otros resulta una barrera infranqueable, lo cual probablemente genera mucho temor y ansiedad; esto en algunos casos pareciera ser que los conduce a tomar decisiones rápidas, entre ellas el suicidio. Las personas solamente quieren huir de esos sentimientos que los agobian.
Imaginen buscar una solución y no encontrarla; darle vueltas a un problema y quedarse en el ojo del huracán sin encontrar la salida. Es sucumbir emocionalmente ante la idea de que no hay otra opción, nos dejamos invadir por una profunda tristeza y desesperanza.
El caso de ella tuvo una solución favorable, pero ¿cuántas personas no corren con esta suerte y simplemente pasan a ser un número más que engrosa la estadística de la cual después seguiremos lamentándonos? n
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Me parecio muy bien lo que hiciste Vicente, el acudir al llamado de tu amiga, dado y imaginaste que por su depresión terminaria con su vida, felicidades, sin embargo; no en todos los casos les hacen caso sus familiares más cercanos ( hacen caso omiso) afortunadamente en tu caso, todo salio muy bien…Saludos y parece y nuevamente los apoyare en su partido..
Luz del Carmen Soto dls Reyes
My programmer is trying to persuade me to move to .
net from PHP. I have always disliked the
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