Cuéntame una de Statham
Si uno se acerca al cine a ver una cinta en la que aparece Jason Statham, por lo general no va buscando calidad fílmica sino acción, acción y más acción; así que con El Código del Miedo los amantes del género y seguidores de este actor inglés no quedarán decepcionados pues de principio a fin es lo que podrán ver en pantalla.
Balas volando por todas partes, alocadas persecuciones en auto, a pie y hasta en metro, explosiones espectaculares y sobre todo muertos por todas partes es lo que caracteriza a esta producción, todo presentado a una velocidad vertiginosa —y con una mediocre edición, por cierto— con la que el público podrá sentirse abrumado, confundido y hasta un poco asqueado, pero aburrido ¡jamás!
Mai es una pequeña niña de once años que posee un extraordinario dominio de los números, así como una sorprendente memoria fotográfica, razón por la cual llama la atención de la mafia china cuyo líder decide utilizarla como una especie de contadora y portadora de claves secretas.
Simultáneamente conocemos a Luke quien parece ser uno de esos luchadores extremos de esos que pelean en jaulas y sobre los que se apuestan miles y hasta millones de dólares. Luke ha logrado enfadar a la mafia rusa, encargados de ese espectáculo, pues tenía la encomienda de “tirar” la pelea y terminó mandando al hospital a su contrincante en estado de coma. Como venganza los rusos asesinan a su esposa y lo amenazan con vigilarlo de por vida prometiéndole que matarán con violencia a cualquier persona con la que llegue a entablar algún tipo de relación. A mi parecer este es un grave error por parte del guionista, pues creo que el castigo es extremo para el crimen cometido. Si querían hacer de su protagonista un hombre solitario, perseguido y torturado por su pasado, debieron haber pensado en que la causa equiparara al castigo, porque de la manera en que se presenta en esta cinta, resulta completamente inverosímil, aún para una película de este tipo.
Ambos personajes, Mai y Luke convergen en el mismo sitio, la ciudad de Nueva York, y comienza a ser evidente que sus caminos están destinados a cruzarse. En este punto nos enteramos de que Luke es un ex policía, antiguo miembro de un grupo de élite creado para atacar con fuerza a las bandas que amenazan la paz de la ciudad; el poder y el dinero corrompió a esa fuerza policiaca, desde la base hasta la cumbre, y medio entendemos que esa es la razón por la que nuestro “héroe” abandonó al grupo, “Luke será un asesino pero está limpio” expresa uno de sus antiguos compañeros para definirlo.
El capo chino le ha dado un código secreto a Mai para memorizarlo, y tiene la encomienda de repetirlo a uno de sus secuaces para lograr conseguir algo que es muy valioso para los chinos, los rusos se enteran de esto y secuestran a la pequeña quien termina escapando de los dos bandos y trata de perderlos en la ciudad.
Aquí es donde entra a escena a Luke, quien por alguna razón se siente impulsado a proteger a la chiquilla lo cual desata una persecución por la ciudad pues a la cacería se han sumado los policías corruptos, todos empeñados en atrapar a Mai y conseguir con ello el anhelado botín.
Es en este punto en el que se desatan las secuencias más violentas y enloquecidas del filme todos corren, todos gritan, todos disparan y todos matan a…¡a todos!. Esto fue lo que me sorprendió más y me resultó hasta refrescante de El Código del Miedo —sólo Dios sabe porqué tradujeron así el título que en el idioma original es Safe— aquí los distintos personajes disparan a diestra y siniestra sin el menor empacho, sin culpa, sin motivo y sin esos odiosos monólogos con lo que —buenos y malos— generalmente explican el porqué de su violencia. En esta película, chinos, rusos, policías y demás participantes parecen tener el síndrome del “gatillo inquieto”.
No me cabe duda de que Statham, junto con Vin Diesel, es el heredero de Bruce Willis, Schwarzenegger y Stallone, no sólo como un personaje de acción, sino como uno de esos héroes monosilábicos que destacan más por sus acciones en las cintas que por su calidad actoral. Sin embargo creo que a este actor todavía necesita “creérsela” y desarrollar la personalidad necesaria para convertirse en ídolo de multitudes, le falta chispa y carisma para expresar esas frases de pocas palabras que convierten a estos actores en inmortales, tales como “hasta la vista baby” o “yipi kay yei desgraciado”, que no son sólo el resultado del ingenio del guionista, sino de la personalidad de una verdadera estrella de Hollywood.
Cabe señalar que en El Código del Miedo el personaje de Statham tuvo en su repertorio un par de estas frases, que desafortunadamente se perdieron en el olvido pues el actor fue incapaz de plasmarles el carisma necesario que se requiere para que esas palabras atraviesen la pantalla y sean adoptadas por los espectadores como parte de su referencia cultural.
En cuanto a la película que nos atañe, una vez más evitaré referirme al final para no arruinarles lexperiencia, pero sí quiero comentarles que, a pesar de ser predecible, sí me arrancó uno de esos inesperados: “eso no lo vi venir”.
Productor: Lawrence Bender y Dana Brunetti; director: Boaz Yakin; Guión: Boaz Yakin; edición: Frederic Thoraval; fotografía: Stefan Czapsky; música: Mark Mothersbaugh; elenco: Jason Statham, Chris Sarandon, Robert John Burke y James Hong: Duración: 1 hora 35 minutos.