La dinámica de vida en la que nos mantenemos inmersos, nos ha llevado a alejarnos de la conciencia de que contamos con muchos sectores que también pertenecen a nuestra sociedad, como es el caso de las personas que se encuentran purgando alguna condena en centros de Readaptación Social (Cereso) o también conocidos como penales, ya sea de hombres o de mujeres, quienes representan un sector que a la mayoría de los ciudadanos no nos importa lo que pase con ellos, ni mucho menos las condiciones en que se encuentran pagando por los delitos que cometieron; asimismo, llegamos a considerar que si viven en condiciones deplorables es porque lo merecen, sentimiento que al parecer comparten las autoridades responsables en el tema.
Un buen punto para partir en este análisis son los altos niveles de criminalidad que han aumentado en los últimos seis años, principalmente con la cuestionada lucha contra el crimen organizado que implementó Felipe Calderón Hinojosa, la cual aparte de arrojar resultados como el de los miles de muertos, que van de los 60 a los 90 mil, ha logrado también que la mayoría de los penales que existen a nivel nacional se encuentren en condiciones de hacinamiento, lo cual significa una sobrepoblación que excede los estándares establecidos, con lo que únicamente se generan condiciones de mayor hostilidad al interior de estos centros penitenciarios.
Otra de las lamentables situaciones que conlleva el alto numero de delincuentes que han ingresado en los centros de readaptación, principalmente por delitos relacionados con el narcotráfico, secuestros, extorsiones, entre otros, es que quienes cometieron delitos del fuero común se mezclen sin la menor de las medidas con quienes cometieron delitos graves, situación que ha generado que las cárceles se conviertan en auténticas universidades del crimen, lugares en los que el compartimiento de experiencias criminales y de las estrategias de los expertos en el crimen, se conjuguen con el fin de adelantar pasos a quienes son los responsables de brindar seguridad a los ciudadanos, quedando a fin de cuentas estos penales como caldos de cultivo delincuencial, lo cual es realmente preocupante.
Hasta nuestros días y con base en las vivencias con que contamos, son muchas las promesas y propuestas que hemos escuchado por parte de candidatos, ya sea a las gubernaturas, a alguna diputación local o inclusive federal, pero en casi nulas ocasiones escuchamos propuestas dirigidas a este sector, que también pertenece a nuestra sociedad. De modo que si no ha habido propuestas, mucho menos alguna política pública que sea implementada en beneficio de este sector, que no sea únicamente para la remodelación de las instalaciones, para el equipamiento de los cuerpos de seguridad o la mejora de las condiciones que viven quienes son los dirigentes de estos centros. No, me refiero a políticas públicas que se implementen para la auténtica readaptación de los internos.
Son millonarios los presupuestos que se destinan a los penales, así como a todo lo relacionado con la seguridad pública, pero en realidad, a las políticas públicas a las que me refiero no requieren de grandes cantidades de dinero, ya que aunque no lo crean algunos políticos, existe la posibilidad de que con poco se haga mucho, sí, sólo se requiere de voluntad política, con lo que hasta podrían generar una buena imagen y una buena percepción ciudadana, que a fin de cuentas les redituaría en votos, pero creo que con base en el estatus intelectual que de forma mayoritaria mantienen los señores que se dedican y viven de la política, difícilmente entenderán el planteamiento.
En una ocasión, tuve una plática con un gran amigo, maestro de música y percusionista de profesión, en la que coincidimos en que existía la necesidad de tomar en cuenta al sector de la sociedad que se encuentra purgando alguna pena, y llegamos a la conclusión de que los derechos humanos de estas personas se mantienen por los suelos y que las autoridades han perdido la idea de la concepción, de lo que significa la readaptación social y mucho menos existe en ellos un compromiso social, para que las personas que en algún momento sean liberadas no representen un peligro para la población y sobre todo que les sea fácil adaptarse a la sociedad nuevamente.
Una de las estrategias que planteamos en aquella tertulia fue la de vincular a las personas con el arte y la cultura, principalmente mediante el aprendizaje e interpretación de algún instrumento musical, ya que partiendo de la concepción natural de la música, ésta se crea con base en un equilibrio, situación que se requiere conozcan las personas que en algún momento optaron por delinquir, asimismo las personas que cuentan con penas largas a purgar y que posiblemente van a concluir sus días en el encierro, simplemente por humanismo, deberían de tener acceso a la importancia que encontrarían con la conexión entre su cuerpo y su mente, lo cual se vería reflejado en la armonía de interpretar algún tema y por ende en la importancia que se generaría e su interior.
Como ésta existen muchas estrategias con las que pueden vincularse a las personas por medio de la cultura y las artes, lo cual es urgente que suceda, pues al menos yo no estoy completamente casado con la idea de que todo se basa en la construcción o reconstrucción del tejido social, pues no, ya que existen personas que en algún momento cometieron algún ilícito, de quienes desconocemos las circunstancias por las que lo hicieron, y a quienes es un terrible error enjuiciar; ya que lo que sí creo es que son personas que deben ser reinsertadas (en algunos casos) a la sociedad y que cuenten con todas las facilidades del Estado para desarrollar una vida plena como cualquier ciudadano común.
Es urgente que se tome en cuenta que cada día las cárceles se llenan de personas más jóvenes, con lo que parece que el objetivo es que algún día se puedan meter en pañales a los criminales, por lo que creo que el rescate de este sector debe ser iniciado desde ahora, ya que no es sano para la sociedad que cada día se libere a más criminales que han perfeccionado su técnica delincuencial, sino por el contrario, deben salir personas que hayan rescatado sus valores, que se les generen principios, pero sobre todo, que se les lleve a conocer el equilibrio y por ende a que se convenzan de que son personas importantes y que el lugar que pueden ocupar en la sociedad al salir, será importante como el de cualquier otro ciudadano.
oscar.delgado@
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