¡Lástima Margarito! / Vale al Paraíso - LJA Aguascalientes
15/11/2024

 

Cada noche de esos pesados días, la representación del suceso imaginario era su feliz sombra. Estrellas alcanzables. Milagros químicamente puros. Calmantes para la cotidianidad. Opios de la mejor inocencia. Poesías voluntarias. Invenciones perfectas. Vi   vencia en éxtasis. Glorias eternas.

Guardado el sol y aparecida la luna, el obrero iniciaba el diario ritual nocturno. Después de cenar pasaba al baño para lavarse la boca. Se quitaba el overol y se  ponía la pijama. Hacia a un lado el trapo que cubría la anhelada piedra de los beneficios, la cama bendita.

Acostado, veía la televisión acompañado del inseparable control remoto —amo y señor del libre albedrío— para hacer de su santa voluntad, la única voluntad posible en el recurrente cambio de los canales estrellados por los noticiarios, las mesas de análisis y los anuncios estridentes del Morenazo derrotado en dos ocasiones.

Después de finalizar su programación televisiva y antes de apagar la luz, rezaba las oraciones de siempre, se encomendaba al Dios de siempre y releía emocionado esa partecilla escrita por Miguel de Cervantes Saavedra en El Quijote: “Bien haya quien inventó el sueño, capa que cubre a todos los humanos, manjar que quita la hambre, agua que ahuyenta la sed, fuego que calienta el frío, frío que templa el ardor, y finalmente, moneda general con que todas las cosas se compran, balanza y peso que iguala al pastor con el rey, y al simple con el discreto. Solo una cosa tiene mala el sueño, según he oído decir, y es que se parece a la muerte, pues de un dormido a un muerto hay muy poca diferencia”.

Margarito ligaba el sueño con la esperanza, con ese árbol que se mueve con los huracanes de las ilusiones, que florece para remediar males y salvar malestares, para acariciar el mañana y abrazar el futuro, para darle lo anhelado y quitarle lo ignorado, para cambiar la oscura realidad por la aurora de la felicidad, para quitarle a las deberes y sumarle a los haberes.

Pero un día, el comprador de sueños volvía a sufrir otra terrible desilusión, la segunda en su mediana vida, la que le remontó a su niñez, cuando se enteró de la inexistencia del Niño Dios admirado, venerado y muy consentido, cada Navidad, por los regalos solicitados en la carta redactada con esa letra manuscrita difícil de entender y más de comprender por los angustiados padres, ávidos de dinero para solventar los agolpados gastos de la temporada invernal.

Resulta que el 18 de julio reciente, el diario Reforma dio a conocer que las garras de la corrupción habían alcanzado a Pronósticos para la Asistencia Pública, al descubrirse presunto fraude en el sorteo 2518 (Melate y Revancha), celebrado el 22 de enero de 2012, donde participaron cuatro directivos y trabajadores del organismo gubernamental y dos empleados de la empresa Just Marketing, para llevarse la bolsa acumulada de 160 millones de pesos, en tan solo ocho segundos, con la complacencia de la interventora de la Secretaría de Gobernador que estaba ahí para “dar fe y legalidad del sorteo”, dice la conductora, también participante en la tómbola de la buena surte.

 


De acuerdo al Código Penal Federal los estafadores gozan de sagrada libertad porque el delito cometido no es considerado “grave”: ¿dónde están las y los diputados federales para reformar la ley? Seguramente para ellas y ellos, beneficiarios de regios salarios, la opacidad, robar el dinero de los contribuyentes, estafar a los clientes y defraudar a Pronósticos, es un asunto de la menor importancia.

El penoso tema parece ser viejo. Cuenta la leyenda que algún Presidente de la República mandó llamar al director de la Lotería Nacional para comentarle que su esposa quería ganarse, de pura puntada, el “Premio Mayor”. El funcionario se hizo del rogar aduciendo honestos argumentos. Fue hasta la tercera entrevista cuando accedió a la solicitud de su jefe.

Al día siguiente de efectuado el sorteo, el director de oficina de ilusiones fue citado al despacho presidencial para recibir el consabido agradecimiento por la alegría causada a la Primera Dama y para preguntarle el nombre del ganador del “Segundo Premio”, a lo que muy orondo respondió: “Yo, señor Presidente”.

“¡Lástima Margarito!”, solía decirle Jhonny Latino (Víctor Trujillo) al tal Margarito Pérez (Ausencio Cruz), porque nunca sabia contestar la tercera pregunta para llevarse el gran premio en el parodiado concurso de La Pirinola, transmitido por Imevisión en los años noventas.

Los juegos organizados por las empresas privadas están bajo el escrutinio de las Secretarías de Gobernación y de Hacienda, y de la Procuraduría General de la República, es pregunta.

Porque alguien tiene que escribirlo: A Jesús Villalobos López, director de Pronósticos Deportivos, le gusta nadar en las fétidas aguas de la corrupción. Ahora enfrenta una acusación por faltas a la Ley Federal de Responsabilidades de los Servidores Públicos que derivaron en mega daño patrimonial de 299 millones al ISSSTE, a decir de la información exclusiva publicada por el diario 24 Horas, la semana reciente.

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