La Nueva Jerusalén de Papá Nabor / Desde la Redacción - LJA Aguascalientes
15/11/2024

 

Ah, cómo me acuerdo de aquel maestro de la “sacristía” (mesa de redacción) de El periódico que decía lo que otros callaban, don Eugenio Múzquiz, que una y otra vez me llamaba a su escritorio, para que le explicara repetidas veces, como para memorizarlo, qué quería decir con aquello de “La Nueva Jerusalén de Papá Nabor”. Antonio Pérez Viéytez, el jefe de Redacción, el director Víctor Manuel García Solís (+), interrumpían súbitamente sus quehaceres para voltear hacia nosotros y escuchar: “¿estás seguro de que Nabor Cárdenas Mejorada es primo hermano del general Lázaro Cárdenas del Río?” A la distancia, Augusto Corro Ortiz, Adolfo Montiel Talonia, Jorge Ramos (+), David García Salinas, Carlos Espinosa Martínez y Evaristo Corona Chávez, así como Fernando Mora y nuestro querido tenor-periodista Jacobo Moret divisaban la escena… “Él me lo dijo y yo no voy a cambiar su dicho”, (ver página 88 de mi libro La Nueva Jerusalén de Papá Nabor). “Además, vea las fotos, el perfil, los rasgos son inconfundibles”, le argumentaba. Nunca, ningún otro periodista lo entrevistaría, ni Juan Ruiz Healy, de Canal 13, que llegaría a la Ermita una semana después; como ahora lo hizo Carlos Loret de Mola con el obispo Santiago Mayor.

Aquella historia de la Nueva Jerusalén de Papá Nabor empezaría poco antes de las 2 de la mañana del domingo 19 de septiembre de 1982, hace 30 años. Estaba yo en la guardia del periódico La Prensa, cubría la fuente policiaca. Contesté el teléfono, era la guardia de la policía del Distrito Federal que me avisaba que en Puruarán, Michoacán, habían secuestrado a monjas de un convento. Imaginé a Sor Juana Inés de la Cruz, la madre Teresa de Calcuta y Juana de Arco juntas, en problemas. De inmediato hablé por teléfono a la casa de mi director, Víctor García Solís. Me ordenó que consiguiera un reportero gráfico (porque para nosotros, los fotógrafos son los que cubren las bodas y las fiestas, nada más). Gildardo Solís estaba de guardia en la oficina de Pancho Pico; Enrique Metinides, otra “vaca sagrada” de la lente policiaca, estaba en la guardia de la Cruz Roja de Polanco y me confirmaba la especie. En un vochito azul, Gildardo y yo salimos a las 3 de la mañana hacia Michoacán, adonde llegamos con los primeros rayos del sol. El camino nos dio la bienvenida al llegar: lúgubre y siniestro, como en los pasos de Dante en el infierno de la Divina Comedia, donde el dolor de uno es el dolor de todos, y el dolor de todos es el dolor de uno. La fuente policiaca nos enseñó lo mismo que al Billy the Kid: “con las armas, igual que en el periodismo, el que dispara primero dispara cien veces”. Rápido, de madrugada y sin esperar la huida de los murciélagos, Gildardo y yo llegamos a Turicato, a “El Puerto”, como le llaman a la entrada de la congregación de La Nueva Jerusalén, y empezamos a tocar puertas. Nadie abría hasta que, por fin, alguien lo hizo; nos necesitaba. Una treintena de asustadas mujeres, campesinas, andrajosas, vapuleadas, nos recibieron. Habían sido secuestradas. Nos identificamos y pedimos permiso para preguntar… Como en el otoño al que arribamos en estos días, la caída de las hojas y de las horas se sucedió en orden y armonía, es decir, empezamos a conocer la historia:

“El 18 de septiembre de 1982 hubo violencia entre los devotos de la Santísima Virgen del Rosario en su santuario de la Nueva Jerusalén, a 4 kilómetros de Puruarán, municipio de Turicato, en Michoacán. A las 15 horas del 19 y hasta las 22 horas del 20 siguiente La Prensa realizó su labor reporteril”, dice la contraportada del populibro La Nueva Jerusalén de Papá Nabor. 30 años después, el 20 de agosto de 2012, al iniciarse un nuevo ciclo escolar en aquel lugar un grupo de inconformes destruyó a golpe de marro una escuela. La prensa nacional e internacional cubrió el evento e, igual que hace tres décadas, la noticia le dio la vuelta al mundo… Sólo que, vaya ingrata satisfacción, ninguna de las crónicas escritas hasta el momento ha llegado a la médula del asunto. Es otra de las cuestiones que enorgullecen a mi generación de periodistas y que, lamentablemente nos hace ver soberbios: ir al fondo de las cosas (esto ya no se usa mucho). Tengo el último de los 5 mil ejemplares que se editaron con aquella historia, un amplio reportaje con muchos datos duros, en estos momentos, algunos aún inéditos; y el único periodista que los ha consultado es Manuel Magaña Contreras, en su diario digital Puntual.Com. Cita la fuente y reproduce aquella lapidaria sentencia del obispo de la Diócesis de Tacámbaro, Abraham Martínez Betancourt, que utilicé como epígrafe de mi libro en 1982: “Así que puedo afirmar que el asunto de la Ermita de Puruarán es un grave problema para la Diócesis de Tacámbaro y aun para la Iglesia de México entero; tenemos ahí un Cisma muy serio…”. Este prelado excomulgaría al sacerdote Nabor Cárdenas Mejorada, luego de que en 1973 le informara que la Virgen del Rosario hablaba a una mujer de nombre Gabina Romero viuda de Sánchez, apareciéndosele a orillas del río Los Otates, a partir de cuando empezara a profetizar el fin mundo. A su muerte, el 26 de marzo de 1981 (ver página 26), a María Salomé como se hiciera llamar, la sucedió una joven regiomontana, Arcadia Bautista Arteaga, de 15 años de edad, que tomó el nombre de María de Jesús (ver página 72). Ciertamente bella en extremo, tal vez tan blanca como la nieve y sensual como Cleopatra o Pamela, que tenía para su custodia personal a una guardia de centuriones, fornidos adonis que por las noches se desdoblaban en centauros y protagonizaban tales orgías que hacían parecer cándidos y monacales los ecuménicos desvaríos eróticos de la humanidad, como los de Sade, Lucrecia o Calígula. Ése fue entonces el meollo del asunto en La Nueva Jerusalén: sexo, poder y lágrimas (Churchill aquí no me podrá acusar de plagio). Nunca, desde aquel 1982 hasta su muerte a los 98 años de edad en 2008, el sacerdote Nabor Cárdenas Mejorada sería entrevistado por ningún otro periodista. Yo poseo esa distinción. A mí me dijo, mostrándome uno de sus anillos con un artificio marino muy emblemático, que él era El Ancla del Mundo. Ahí está mi libro, ahí está la hemeroteca; y aquí está mi memoria de reportero. En la página 87, escribí: “Dice Papá Nabor que por la Nueva Jerusalén muchos sufren. Pero, ¿para qué tanto brinco estando el suelo tan parejo? No soy yo el gobernador, sin soy cacique, ni soy califa, sino mandadero de la virgen; no dependo de nadie en la Tierra, sólo de ella (la virgen) y no le tengo miedo a los ejércitos ni a sus cañones que quieran destruirnos, porque ella nos defenderá”. Lucía el padre Nabor Cárdenas –escribí– tres anillos, dos de los cuales tenían cierto atractivo: uno de placa de oro con fondo negro y una (sic) ancla resaltada, y el otro, con brillantes en la placa. “Qué interesantes sus anillos, señor cura, ¿tendrán algún significado?”, le preguntamos y nos respondió: “Oh, sí, claro. Esta ancla representa mi visión del mundo; quiero ser el ancla del mundo… Y este otro tiene 30 brillantes que representan a cada una de las monjitas que se quedaron y que servirán de base para formar la nueva congregación de las hijas predilectas de la virgen”. Había ahí, en La Nueva Jerusalén, y sigue habiéndolo, mucho más de lo que los medios de comunicación han logrado percibir, y aun así ya han obtenido premios. Investigación periodística que no va al fondo de las cosas, no es tal. Esta historia inconclusa me hace revivir a Pablo Neruda y confesar que he vivido. Y además, también, ¿por qué no?, que “puedo escribir los versos más tristes esta noche”. ¿Y cómo no van a ser tristes, si en este “carnaval del mundo” (como dice el tango de Alfredo Lepera Sus ojos se cerraron), a pesar de las orgullosas academias de comunicación de las grandes universidades, nadie ha llegado al fondo del asunto de la Nueva Jerusalén. Y el fondo está ahí, a flor de tierra, en La Nueva Jerusalén de Papá Nabor, escrito por este periodista hace 30 años… En la página 97 resumo los pecados de la Nueva Jerusalén de Papá Nabor: las expulsiones, el armamentismo, la protección a delincuencias, la sodomía y la irreverente rebeldía a las leyes de Dios y de los hombres. Nadie ha preguntado por María de Jesús, la vidente que sucedió a María Salomé… Dicen que salió de pleito con Papá Nabor y que regresó a Monterrey, a refugiarse a algún bar de buhardilla, para vender caro su amor; aventurera.


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2 thoughts on “La Nueva Jerusalén de Papá Nabor / Desde la Redacción

  1. podria ofrecerme ayuda estoy haciendo mi tesis de maestría en derecho procesal penal y criminologia sobre la nueva jerusalen y al leer este post me interesa ponerme en contacto con usted para hablar y ver de que manera puedo obtener su libro porque me ayudaria para acervo bibliografico de la misma soy abogada de profesion y muero por concocer mas a cerca de los relatos que tiene su libro

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