Vivimos una época en la que el desarrollo de la tecnología para la comunicación ha tenido sorprendentes avances; los gobernantes, poco a poco, han ido utilizando sus herramientas para incorporarlas al quehacer de gobierno. Hoy encendemos la radio o la televisión, y no pasa mucho tiempo para que comencemos a escuchar los promocionales de los gobiernos federal, estatal, municipal, de la cámara de senadores de la anterior legislatura y de la actual, de la cámara de diputados federales, en menor medida –según disponibilidades presupuestales y tiempos– del congreso local, del IFE, del IEE, etcétera.
Cada ciudadano interesado pudiera hacer un registro de los promocionales en alguna estación de radio, como ejemplo, durante un tiempo determinado, para poder tener una idea de las cantidades que se manejan de los promocionales, cuáles son los más abundantes, de qué gobierno, y con qué contenidos; podemos apreciar, en ocasiones frecuentes, que el mismo promocional se vuelve a repetir en el mismo intervalo musical o de noticias, de tal manera que si hacemos el recuento de uno de ellos durante una hora, nos sorprenderemos del número.
Considero, de acuerdo a mi apreciación, que los promocionales de los gobiernos han ido en aumento de una forma notable; si este proceso sigue así, seguramente en un tiempo más podrán rebasar en número a los promocionales de las empresas y de los artículos de consumo. En la escucha, particularmente de algunas estaciones de radio y en tiempos de noticieros, pareciera que los anunciantes comerciales han dejado de promocionar sus artículos, ya que, una vez que pasaron los promocionales de los gobiernos, se escuchan las canciones propias de la estación.
Del universo de empresas y de artículos de consumo, cuántas y cuántos son los que se anuncian a través de los medios de comunicación, y, también, cuántas y cuántos no lo hacen; qué tanto depende el movimiento de la economía –porque sí tiene su función social publicitaria– de que se promueva a través de estos espacios; cuánto influye en el crecimiento global de la economía –que, repito, sí tiene su importancia– el que se tuvieran que anunciar todos los artículos que la sociedad consume.
Entonces, también preguntemos de la información, publicidad y propaganda de los gobiernos: qué tanto influye su presencia en los medios de comunicación para que puedan realizar un buen gobierno; y si su presencia en los medios de comunicación genera, de por sí, un servicio efectivo y eficiente a la comunidad. De esta forma podríamos estimar qué tanto es necesario que los gobiernos ocupen amplios espacios de los medios de comunicación para publicidad y propaganda, tomando como referencia el número de artículos de consumo de la economía y sus empresas que requieren de la publicidad.
Ahora, podemos tomar los contenidos de los promocionales –dejemos ya las frecuencias de reproducción– para darnos una idea de la visión de estado que muestran los gobernantes que los emiten; para esquematizar un poco, podemos apoyarnos en algunos sencillos criterios de apreciación: si el promocional habla del gobernante o del gobernado; si está dirigido a lograr la participación del ciudadano para tener una mejor calidad de vida, o a exhibir las cualidades del gobernante; si el gobernante agradece a la sociedad, o se agradece a sí mismo mediante otras personas; si el gobernante se menciona a sí mismo, o menciona a sus colaboradores; si reconoce su propio trabajo, o reconoce el trabajo de la sociedad, etcétera.
Encontramos, por lo tanto, que la visión de estado de algunos gobernantes se ubica en la perspectiva de servicio a la comunidad, tomando como principio político que el gobierno es para la sociedad, y no la sociedad para el gobierno; aunque también encontramos gobernantes que nos dicen, prácticamente, a través de sus promocionales, que si no fuera por ellos, nosotros –la sociedad– estaríamos perdidos y no seríamos lo que somos. Parecería, en el último caso, que la democracia que entienden sigue anclada al pasado lejano, de cuando todo giraba alrededor del gobernante, y la sociedad era casi nada.
Es oportuno considerar que toda esta actividad de información, propaganda y publicidad gubernamentales es operada por profesionales de la comunicación, de la mercadotecnia y de la política; sin embargo, como ciudadanos podemos tener un poco de idea y de apreciación de lo que significa escuchar promocionales de gobierno de manera intensa a través del radio y la televisión. Quiere decir también, que esos expertos conocen muy bien cómo sucede en las personas el proceso subliminal y consciente de la comunicación y qué efectos producen, por lo que, no obstante, la reproducción continua de los promocionales y la posible saciedad que causen en los ciudadanos, algún resultado útil queda al gobernante.
Aquí en Aguascalientes es interesante observar cómo se ha desarrollado con los gobernantes actuales este proceso de comunicación. Tenemos un constante bombardeo de promocionales: el gobierno del estado inició con Tres en veinte, y continuó con el Corte informativo; le siguió la presidencia municipal con El municipio informa, y continuó con Infórmate. Podremos apreciar cómo van a seguir con la comunicación política, particularmente cuando llegue el tiempo de los informes de gobierno.
El modelo instaurado por Enrique Peña Nieto a partir de que fue candidato a gobernador del Estado de México, exportado a algunas candidaturas priístas a gobernador en otros estados, aplicado durante su administración estatal, y, finalmente, en su reciente campaña presidencial, está siendo motivo de atención; a pesar de que este asunto, en ocasiones lo tocamos sólo para cuestionarlo o descalificarlo, es necesario pasar al plano de asumir la nueva realidad de la mercadotecnia política.
Requerimos hacerlo asunto de estudio y debate político con la finalidad de conocer cómo sí se puede usar, y cómo no debe usarse; en Aguascalientes tendremos elecciones el año próximo, y debemos apreciar cómo actúan los gobiernos y los partidos políticos en este rubro.
