Bryce Echenique y sus patas / The Insolence of Office - LJA Aguascalientes
23/11/2024

 

Jamás he leído las novelas de Bryce Echenique. No estoy al tanto de si es un gran maestro o un mediocre más (aunque creo que es más lo segundo que lo primero). Seré honesto: no me ha interesado y es probable que en el futuro me interese poco o nada.

Me gusta leer diarios, suplementos, revistas. Dos o tres veces he leído que el nombre de Bryce Echenique ha sido relacionado con la miserable práctica del plagio. Un artículo publicado en El Mundo es suficiente para convencer a cualquiera: “Londres busca detectives (El Comercio, 23/07/06) provenía de la pluma de Carlos Sentís (La Vanguardia, 29/07/05). Del embajador peruano Oswaldo De Rivero habría copiado Potencias sin poder (revista Quehacer, 12/05/05)). Mantuvo hasta el título. Y así hasta, al menos, 10 supuestos fusilamientos.” (El Mundo: http://goo.gl/mChyS) Pero resulta que las acusaciones se elevan a 16.

Las evidencias, nuevamente del diario español, muestran la sagacidad de Bryce para controlar “C” y controlar “V”. Acá va sólo un ejemplo (pero vayan a la parte baja del texto de El Mundo: las pruebas son deliciosas):

“Su texto: ‘John Lennon quería ser más grande que Elvis, aunque hoy, pasado ya un cuarto de siglo de su asesinato, el 8 de diciembre de 1980, es difícil evaluar si lo ha logrado. Presley sigue siendo el rey en el terreno comercial…’. El Comercio / Perú

El original: ‘John Lennon quería ser más grande que Elvis, aunque hoy, justo 25 años después de su asesinato el 8 de diciembre de 1980 es difícil evaluar si lo ha logrado. Presley sigue siendo el rey en el terreno comercial…’. ‘La leyenda de John Lennon…’ Nacho Para. El Periódico de Cataluña

Bien pues mi elección ha sido, por tanto, no leerle; y, no obstante, ahora, por morbo, voy a tener que hacerlo. (A veces los premios promueven esas contradicciones).

Al escritor peruano Alfredo Bryce Echenique le ha sido concedido, por unanimidad, el premio FIL de Literatura en Lenguas Romances 2012. Más de uno, como yo, lo conoce menos por su obra que por su reputación: El plagio, ya se ha visto y ya se ha llamado, es alatristísimo. Bryce Echenique es a Alatriste lo que el premio FIL debe ser al Villaurrutia: un premio mal habido.

Esto no debería preocuparnos tanto. En México contamos con tres escritores que, ante premios, digamos, corruptos, emergen, instantáneamente, y disparan sobre su víctima: Gabriel Zaid, Jesús Silva Herzog-Márquez y Guillermo Sheridan. Cualquiera podría pensar que, seguramente, esta tríada, al día de hoy sábado, ya ha publicado sendos ataques con la finalidad de defender el nombre que, como fantasma, ronda al premio FIL: Juan Rulfo. Sí, porque lo mismo ocurrió con el de Xavier Villaurrutia: ¿cómo es posible que un mediocre gane un premio?


Bien, pues nada. Ni sus luces. Lo cual abre más la sospecha para su criterio: ¿por qué callan ante uno y masacran a otro?

En fin, el vocero del jurado del premio, Calin-Andrei Mihailescu (¿?), dijo en un claro español: “Desde nuestro punto de vista, porque claro, los jurados lo discutimos, creemos que el plagio de unos artículos, sea una o 17 columnas, de pequeños artículos periodísticos, es algo menor que no toca a su gran obra”. Mira, pobrecito. Claro: un pequeño lodazal no perturba el monumento del grueso de su literatura. Eso tiene un nombre: patrañas.

Al parecer hay que empezar por una obviedad: el escritor es un trabajador del lenguaje, de la palabra, de las letras. Depende de qué sustantivo se quiera colocar; sin embargo, nadie podrá dudar de su compromiso con su escritura. Cuando el proceso de llevar una idea al texto se corrompe, algo ocurre: la profesión no está bien definida. Esto, en un incipiente escritor, no es tan preocupante: se le da un zape literario y listo.

Si el trabajo de Bryce fuese otro, no habría problema. Vamos a suponer una tontería: Bryce es un futbolista y, a la vez, un periodista pambolero. Como escritor es un plagiador. Como futbolista, genial. Le conceden un premio por su trayectoria como futbolista. ¿Hay problema? No. Se le reconoce su trabajo con las patas.

Regreso al caso real: ¿qué ocurre cuando se le reconoce su trabajo como escritor? Un poco lo anterior: se le reconoce su trabajo hecho con las patas: sus plagios se legitiman. Esto no debe ser permitido bajo ninguna circunstancia. Las contundentes pruebas de que Bryce es un plagiador están al alcance de un click.

Leí que un escritor peruano, cómo no, Iván Tháys, dijo que a Rulfo le habría gustado que Bryce ganara. Lo dudo. Quiero pensar que le prendería fuego y lo echaría a su llano.

 

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