La Diócesis de Aguascalientes, a través de su vocero Carlos Alberto Alvarado Quezada, dijo que debemos pedir perdón porque (después de las elecciones), entregamos a nuestros hijos una nación fracturada.
El sacerdote Alvarado Quezada, en representación del obispo José María de la Torre, presidió la conferencia de los lunes de la más alta jerarquía católica aguascalentense, con el tema “Fiestas Patrias, avivan la conciencia y la identidad nacional”.

La Jornada Aguascalientes preguntó al clérigo acerca del tercer punto de una carta del Episcopado que exhorta a la reconciliación nacional, y de la separación de un ex candidato presidencial de los partidos de izquierda y la nueva composición política mexicana.
Dijo que debemos de ir al fondo “de por qué deja y por qué hace un nuevo grupo, por qué hace un nuevo campo de política. ¿Por qué lo hace? Si vamos a lo que eran sus eslogan de campaña, cuando él hablaba sobre reconciliación, paz, justicia. ¿Hablaba verdaderamente por el hecho de ser, o solamente por conceptos?”.
Agregó: “si él hablaba de reconciliación, ¿con quién se iba a reconciliar? Si hablaba de paz, ¿con quién iba a hacer las paces? Si hablaba de justicia, ¿con quién debía de ser justo?”
Precisó el prelado de la Diócesis de Aguascalientes que la reconciliación, netamente nos lleva a la búsqueda de la paz, por eso si entendemos los conceptos claros de lo que son: “reconciliarme con el otro, con Dios, con la naturaleza, con la misma nación que he ofendido”, dijo.
Subrayó el cura Alvarado Quezada que “en el momento en que yo me despido de una comunidad, me despido agradeciendo, pero también me despido pidiéndoles perdón; si en algún momento ofendí con mi no ser sacerdote para ellos, tengo que reconciliarme con ellos y pedirles perdón”.
Consideró que un personaje de la historia, de una institución, que verdaderamente entra en conciencia ante sus fallas, le pide perdón a su grupo político, institucional; “les pide perdón porque a lo mejor no actuó. Yo creo que es ahí el pensamiento digno de una persona, de decir: ¿es tan digno, de veras entró en una actitud tan humilde que reconoce sus fallas como humano y reconciliarse con su partido político, reconciliarse con la sociedad si alguna vez afectó otros pensamientos con su forma de actuar, de pensar”.
Por eso dicen los obispos: “tenemos que hacer la búsqueda de la reconciliación”. Veamos –dijo–“cómo estamos fracturados en las mismas instituciones, la diversidad del pensamiento nos fractura; si tenemos diferentes instituciones políticas, ¿por qué están fracturadas? Porque empiezan las luchas de poderes, de pensamientos”.
Por eso dicen los obispos: “Tenemos que reconciliarnos las naciones, las instituciones; tenemos que reconciliarnos nosotros como una nación y como patria. Hay tantas cosas que tenemos que pedir, tanto en el ámbito eclesial como en el político; todos los que pertenecemos a una nación. No hemos amado verdaderamente a nuestra nación, la hemos fracturado, la hemos hecho trizas, a veces, con nuestra forma de hablar, de pensar”.
Aquí el reconciliarnos tiene que ver en que verdaderamente tenemos que pedir ese perdón. Recordó un signo de humildad, cuando Juan Pablo II, al iniciar el III Milenio y celebrar el Jubileo del año 2000, el Papa pidió públicamente perdón por las fallas que cometió la Iglesia, “y la Iglesia tiene una historia; la nación tiene una historia”.
¿Y a quiénes tenemos que pedir perdón? “Hay niños, les tenemos que decir a ellos y a los adolescentes: nosotros como mayores hemos fracturado su nación. Hemos hecho de ella, de la naturaleza, de nuestros campos, de nuestras sociedades, lo que ustedes no se merecen”.
¿Qué nación les vamos a dar a los niños? ¿Cómo les estamos transmitiendo estos valores de igualdad, de justicia, de solidaridad? “Un niño, enmedio de un campo bélico, ¿entenderá lo que es justicia? ¿Entenderá lo que es libertad, hoy cuando estamos viviendo tantas situaciones tan difíciles. ¿Un niño entenderá lo que es paz?”
Por eso dicen los obispos que queremos un México reconciliado en estos principios, “que no se nos olviden; que no solamente es gritar, no solamente es celebrar, sino es comprometernos con lo que vivimos y donde lo vivimos. Cada uno de nosotros tenemos que preguntarnos qué tanto amamos a nuestro México”, Carlos Alberto Alvarado Quezada, concluyó el vocero de la Diócesis de Aguascalientes.