“El indulto es para los criminales, no para los defensores de la patria”, y “¡Viva la independencia!, ¡Viva la América!, ¡Muera el mal gobierno!”… Palabras atribuidas a Miguel Hidalgo y Costilla, frase que encierra un sentimiento que hoy en día clamamos, aunque no aplicamos, que muera el mal gobierno.
Como parte de las curiosidades que marcan la cultura mexicana, tenemos la celebración cada año del tan mentado “Día de la Independencia”. Acto heroico de algunos mexicanos que organizados buscaron derrocar a un sistema opresor, desgastado y arrogante, algo similar a lo que tenemos ahora.
Conforme pasan los años la historia se enriquece más, incluso la de nuestra independencia, pues ha adquirido matices de rebeldía, de traición y hasta de falsa lucha. Hoy por hoy ya no está clara la finalidad del movimiento que orilló a dar el grito de Dolores el 16 de septiembre de 1810, pues se han develado secretos, anécdotas e intereses de los independentistas, que ya no sabemos si buscaban la independencia o dicha conspiración en Querétaro sólo pretendía preservar la corona de la Nueva España para Fernando VII, el legítimo heredero del trono español usurpado por el francés José Bonaparte.
Y es que bien dicen que la perra no era arisca, la hicieron a palos. Tan mal nos han tratado gobiernos, líderes sociales y extranjeros, que ya desconfiamos hasta de nuestros héroes. Las escuelas públicas se han encargado por su parte de endilgarnos una leyenda mágica, utópica y desfasada de lo que en realidad pasó, claro, todo con buena intensión, sólo quieren que los mexicanos creamos en algo y en que alguien hizo algo bueno por nosotros. Aunque el próximo sábado estaremos gritando, ondeando banderas y pintándonos banderitas en la cara, la verdad es que el padre Miguel Hidalgo no pidió precisamente la independencia esa madrugada en Dolores, más bien lanzó una consigna contra el mal gobierno virreinal y alborotó a los vecinos que alcanzaron a escuchar las campanadas de su parroquia. Por lo menos en un principio dicha rebelión no buscaba la independencia, aunque sí pretendía un mejor nivel de vida para los mexicanos, pero siempre privilegiando los intereses de los españoles.
Nuestra fiesta patria, adornos, noches mexicanas y jolgorio deberíamos retrasarla unos días, pues la “independencia” nos llegó 11 años después, el 28 de septiembre de 1821, cuando se firmó el acta que la formalizaba y creaba una junta de gobierno presidida por Agustín de Iturbide.
202 años después de que se alborotaran las masas y se lanzaran a pelear cada quién por sus intereses, México ha ganado terreno en su independencia, por lo menos ideológica, intelectual, cultural y social. Los mexicanos nos sentimos libres, cada vez luchamos más por nuestros derechos y ya no tenemos miedo a decir lo que pensamos. Nos expresamos, votamos y de alguna u otra forma definimos el rumbo de nuestros destinos. Con eso podemos decir que el relajo que organizó Hidalgo valió la pena.
Sin embargo no ha sido una victoria completa. Aunque hoy México es más próspero que al final del virreinato, no podemos sentirnos satisfechos de una lucha que aún no ha terminado. En 1820, en vísperas de la culminación de la independencia, el producto interno bruto per cápita alcanzaba los 759 dólares, claro, con el tipo de cambio de 1990. En 2010, al conmemorar el bicentenario, el PIB per cápita de México alcanzaba los 9 mil 566 dólares. Ahora en el 2012 mucha ganancia ha sido que dicha cifra, aunque no crece, no ha caído.
Estas fechas son de reflexión sobre nuestro patriotismo y lucha de identidad nacionalista, y nos deben servir para salir, tocar las campanas de la esperanza y alborotar a los que requerimos de más independencia.
México depende de agentes externos, intereses extranjeros y codicia de algunos internos. El poder público está en manos de actores políticos que sólo buscan su bienestar personal y de ellos debemos independizarnos.
Económicamente dependemos de nuestra producción petrolera, e irónicamente, dependemos de otros países para que esa producción sea redituable y genere ganancias. Necesitamos independizarnos del contentillo de nuestros vecinos territoriales y generarnos nuestro propio bienestar.
6 de cada 10 toneladas de granos que consumimos tienen que ser importadas, haciéndonos dependientes de los precios del mercado internacional. Ya no somos autosuficientes ni siquiera en el tema alimenticio y necesitamos independencia para que el campo mexicano salga adelante, que el abasto dependa de nosotros y no de la especulación, como hasta ahora nos ha pasado. Para ejemplo hasta huevos les pedimos a los gringos.
Hay que buscar una independencia total y real. Nuestros pensamientos y decisiones tienen que ser libres, para poder alcanzar una soberanía absoluta, una República justa y un México añorado desde hace más de 200 años.
Que viva la independencia, sí, pero primero hay que alcanzarla.
*Presidente del Movimiento Ciudadano