Ahora sí parece que finalmente y a pesar de que seguramente no todos quedarán conformes, el relevo presidencial ha comenzado a mostrarse como una realidad, así se entiende derivado de algunos eventos que se sucedieron en la semana que recién ha terminado.
Esos visos de que se comienza a configurar el marco para dar paso al cambio de Gobierno Federal, también han venido acompañados de un resurgimiento de la violencia derivada por la “guerra del Presidente de México” como rezan los spots de la Presidencia de la República, que hasta el último día del mandato de Calderón parecieran estar empecinados en que los mexicanos jamás olvidemos los miles de muertos (creo que ya nadie le cree al Gobierno Federal, eso de los 60 mil muertos) que tuvieron que utilizarse para legitimar lo que el michoacano no ganó en las urnas.
De las recientes declaraciones de algunos miembros de la llamada izquierda mexicana, podemos inferir que entienden que sería un craso error volver a auto marginarse de los procesos naturales de negociación que se dan en el marco del cambio en el Gobierno Federal, o mejor dicho ,y como les encanta decir a los románticos: la sucesión presidencial.
Los ciudadanos, todos, quisiéramos ver que no tengamos que repetir los esquemas de hace seis años cuando el presidente espurio (como dice AMLO) tuvo que llegar por la puerta de atrás para protestar como Presidente de la República; esas situaciones ya fueron un hito en la historia nacional y quedarán como parte del anecdotario, pero sería verdaderamente vergonzoso volver a presenciarlas. En descargo de lo que muchos quisieran alimentar como premisa fundamental de su estrategia política que es el encono, todos los partidos ya decidieron sus coordinadores parlamentarios y seguramente a ellos les tocará empezar a generar los contactos entre ellos, en el afán de generar un ambiente armónico que permita al Congreso de la Unión, iniciar una nueva etapa , que de verdad se necesita en este país, donde los legisladores (federales y locales) comiencen a restituir un poco la imagen del poder legislativo, que hoy por hoy, tiene absoluta calificación reprobatoria por parte de la ciudadanía.
Todos los partidos políticos, sin excepción alguna, tienen el difícil reto de mostrarse como entes caracterizados por ser tolerantes, incluyentes, democráticos; porque en verdad existe un hartazgo ciudadano con respecto a ellos, que si bien ya pudiera empezar a tener una opción por los futuros candidatos independientes, si es que finalmente esto se da como un hecho inevitable, pero aun así se requieren partidos políticos modernos y con una oferta atractiva para la ciudadanía.
Aunque cada vez menos persiste en la idiosincrasia del mexicano el abrir un espacio de esperanza cada seis años con el cambio de Presidente de la República, y señalo que esta sensación ha ido a la baja, porque después de los más recientes presidentes mexicanos (no sólo los dos presidentes panistas) cualquiera habrá tenido argumentos de sobra para perderle el poco aliento de respeto que se pudo tener por la figura presidencial, todavía hay quienes están esperando un poco de honestidad intelectual de quien habrá de protestar como Presidente y éste pueda darle sentido patriótico al hecho de llevar en el pecho la banda presidencial. Así que en virtud del escenario que se está construyendo, todos debemos estar atentos para que podamos exigir congruencia y decencia para quien habrá de dirigir los destinos del país por lo próximos seis años.
Pero no sólo debe existir esta idea de que las cosas pueden cambiar para bien del país, lo que tenemos que hacer es hacerlo con cada uno de nosotros, debemos acometer una responsabilidad personal, de ser mejores mexicanos, porque a pesar de que todos hemos sido corresponsables de que estemos perdiendo aceleradamente nuestra identidad nacional, que se denota fácilmente cuando nuestros hijos hoy no aprenden nada de historia, y por lo mismo no entienden muchas de las cosas que decimos y pensamos, quienes fuimos educados en otras generaciones donde se nos daba la asignatura de historia con una verdadera vocación nacionalista de parte de nuestros maestros.
Hoy cuando sólo le restan casi 100 días como presidente a Felipe Calderón, le reitero mi más absoluta decepción con respecto a su comportamiento como jefe del poder Ejecutivo federal, y lo hago con la molestia de quien al igual que él, pertenecemos a la misma generación en la militancia de nuestros distintos institutos políticos; cuando Calderón era dirigente nacional de las juventudes panistas, quien esto escribe era miembro de la dirigencia nacional de las juventudes priístas. Aunque parezca no fácil de entender, hace seis años, cuando Calderón participó en el proceso interno de su partido en la búsqueda de la candidatura a la Presidencia de la República, yo expresé públicamente que esperaba que ganara, porque esa era la oportunidad de que un verdadero militante y cuadro de partido contendiera por el PAN, contra un verdadero militante y cuadro de partido del PRI como es Roberto Madrazo, cuando se dio la elección y los poderes fácticos impusieron a Calderón, aún tuve la esperanza de que su largo caminar por la política, le iba a permitir hacer un papel decoroso, lastimosamente me equivoqué, y ahora lo único que espero es que ya termine su mandato, con la firme idea de que jamás podrá terminar de limpiarse las manos, después de toda la sangre que hizo derramar a su país para validar su presidencia ilegítima, su incapacidad y su cinismo.
Calderón entrará a la historia nacional como llegó a su toma de protesta, por la puerta de atrás.
