Tlacuilo / Narcoguerra: Callejón sin salida/71 - LJA Aguascalientes
23/11/2024

CONCLUSIONES III. ESPAÑA INVENTA EL NARCOTRÁFICO. Como en todo el mundo, los chinos tenían –y tienen hasta la fecha– la sección medicinal en los mercados, tal como nosotros tenemos nuestros yerberos. Uno de esos productos –del que les surtían tradicionalmente las caravanas de mercaderes mongoles– era el opio o adormidera, planta bien conocida de los españoles porque se cultiva y consume desde la cuenca del Mediterráneo al Asia Central desde la época de los faraones.

Aprovechándose de esa circunstancia, la Corona española generó un plan siniestro utilizando la misma ruta comercial establecida en 1565 con el Galeón de Manila: como sabían que el emperador chino no les iba a permitir vender opio porque su consumo estaba limitado, lo empezaron a introducir en sigiloso contrabando para su uso psicotrópico –recreativo o placentero– mezclado con el novedoso tabaco americano para aumentar su poder adictivo, hasta crear un mercado negro con el que se elevó enormemente su precio –como todo lo prohibido– teniendo como resultado el regreso del oro a las arcas españolas, además de enormes beneficios posteriores.

Así nació el narcotráfico: como un negocio de Estado que contribuyó al envilecimiento paulatino del pueblo chino, hundiéndolo en la drogadicción y decadencia cultural en el transcurso de dos siglos.

Cierto es que no todo fue miel sobre hojuelas para España, como veremos después de aclarar que en aquella época se consideraba que el poder de los monarcas era de origen divino y lo otorgaba el papa al coronarlos en solemne tedeum. Así pues, siendo el representante de Dios en la Tierra el papa era reconocido por toda la nobleza, sin discusión alguna, como la máxima autoridad en Europa, que se extendía hasta el último rincón por medio de los delegados apostólicos y toda su jerarquía.

LAS BULAS ALEJANDRINAS. Con tal antecedente y siendo el monarca portugués el único que reclamara derechos sobre las tierras encontradas por Colón, mediante las Bulas Alejandrinas de 1493, el papa dividió exclusivamente entre España y Portugal todos los territorios descubiertos o por descubrir hacia Occidente, con pena de “excomunión para todos aquellos que osasen viajar a las Indias sin autorización de los reyes de Castilla.”

Ante tan tajante prohibición, los demás monarcas europeos no tuvieron más alternativa que buscar contacto con Asia por la ruta oriental que habían descubierto los portugueses, bordeando África.

Españoles y portugueses trataron de ocultar la extensión y riqueza de sus descubrimientos, pero eso no podía durar mucho tiempo porque los demás soberanos tenían sus sistemas de espionaje. Pero lo que despertó su codicia fue una parte de los tesoros de Moctezuma que como botín de un atraco en altamar obtuvo el pirata Juan Florín en 1521.

Todos los que quedaron fuera del saqueo americano criticaron para sí las bulas del papa, pero no se atrevieron a cuestionar su veredicto. Sin embargo, empezaron a buscar otras formas de obtener beneficio de aquellas enormes riquezas.

LA REFORMA PROTESTANTE. Antes de continuar adelante, es menester recordar que cuatro años antes de este acontecimiento, había culminado una protesta de dos siglos por parte de un sector de la Iglesia Católica en contra de la corrupción que reinaba en Roma, con la propuesta de retornar a los principios del cristianismo mediante una reforma radical planteada por el monje agustino de nacionalidad alemana Martín Lutero.


Al excomulgar a Lutero, el papa rechazó toda conciliación, haciendo posible la Reforma Protestante que al convertirse en una nueva religión fracturó a la Católica y fue ganando cada vez más adeptos entre los monarcas y príncipes anglosajones, quienes vieron la oportunidad para desconocer la autoridad papal, que limitaba su libertad de acción.

En 1536, Enrique VIII, rey de Inglaterra, aprovechando un conflicto con el papa, creó su propia iglesia, denominada posteriormente Anglicana.

LOS CORSARIOS. Al propio tiempo, ante la falta de recursos para crear una armada que le permitiera enfrentar a España y evitando a la vez conflictos directos con Roma, otorgó a aventureros y burgueses emprendedores las primeras Patentes de Corso –o sea piratas pero con “licencia para robar y saquear” otorgada por el rey– que retando al papa atravesaron el Atlántico para comerciar de contrabando con las poblaciones del Caribe, participar en la trata de esclavos, actuar como espías, efectuar exploraciones y asaltar a naves españolas, informando de todo lo observado y entregando además una parte de sus ganancias mercantiles y saqueos a la Corona inglesa, que así fue ampliando su conocimiento del nuevo mundo y fortaleciendo su hacienda.

Tan eficiente resultó el procedimiento, que los más distinguidos corsarios recibieron títulos de nobleza en agradecimiento a sus hazañas: uno fue sir Francis Drake; otro sir Walter Raleigh, quien localizó el lugar donde propuso establecer Virginia, primera colonia de la Nueva Inglaterra fundada contra las órdenes del papa.

(Continuará)

Aguascalientes, México, América Latina


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