CONCLUSIONES II: PRIMER IMPERIO GLOBAL. España se convirtió en el primer imperio global de la historia, mediante una epopeya bélica fundada en el “Derecho de conquista” (robo disfrazado por el Uti possidetis iure inventado por los romanos y prohibido sólo hasta 1945 por la ONU, que lo sustituyó por los hasta ahora poco respetados principios de autodeterminación de los pueblos y solución pacífica de las controversias internacionales).
Pero no aprovechó su repentina opulencia para modernizarse con la explosión del conocimiento científico. Prefirió continuar sus hazañas de exploración y conquista al viejo estilo feudal, usurpando territorios ajenos y predicando el Oscurantismo.
EL ESTANCO. Para poder controlar aquel gigantesco territorio recurrió, entre otros procedimientos, a la argucia de envilecer a la población autóctona por medio de las drogas psicotrópicas locales como el tabaco, o bebidas como la chicha, fermento de cereales y frutos (principalmente del maíz) y el pulque (del agua miel del agave llamado maguey) que en la época prehispánica se utilizaban casi exclusivamente en ceremonias rituales; más las que ellos trajeron de Europa: el aguardiente (proceso de destilación del alcohol inventado por los árabes a partir del azúcar de la caña que llevaron desde el sudeste de Asia) y la marihuana obtenida de variedades de la planta cuyo nombre científico es cannabis, llamada vulgarmente cáñamo (o haxix por los árabes) originaria de las estribaciones del Himalaya.
En un principio los conquistadores esclavizaron a los indígenas mediante las mercedes reales o encomiendas por las que el rey les encomendaba grandes territorios con todo lo que contuvieran, incluida la población que les sirviera como mano de obra para su explotación; el encomendero o hacendado les “compensaba” en la tienda de raya aquel trabajo servil con los alimentos indispensables para que siguieran trabajando… más las drogas que les proporcionaba para mantenerlos sometidos (endrogados) y evitar insurrecciones.
El tabaco fue la primera droga americana en tener un gran éxito en Europa. De ahí surgió la práctica monárquica de otorgar monopolios llamados estancos para la venta de drogas (Ej.: estanco del tabaco, de donde se deriva el término estanquillo).
En la época colonial el pulque se convirtió en una bebida de gran popularidad en México debido a que los españoles, al utilizarlo como instrumento para enviciar a la población, crearon una gran demanda que lo convirtió en apetecido mercado.
Los jesuitas, que requerían fuentes de ingresos para sus instituciones educativas, a mediados del siglo XVII adquirieron enormes haciendas al obtener el estanco del pulque para el beneficio de extensísimos magueyales y su venta a los demás hacendados.
Cuando estos jesuitas fueron expulsados un siglo después, los comerciantes aprovecharon para adueñarse del estanco del pulque que les produjo riquezas tan grandes que se convirtieron en lo que José Vasconcelos calificó con el remoquete de aristocracia pulquera.
ESPAÑA EN CHINA. Cuando los turcos tomaron Constantinopla en 1453 interrumpiendo el comercio con Oriente (de cuyos productos abastecían a Europa los intermediarios árabes), los europeos se dieron a la tarea de buscar rutas diferentes a la del Bósforo para restablecerlo. En esa búsqueda por la que entonces se consideraba absurda ruta occidental, Colón se encontró con nuestro continente -bien poblado- al que confundió con China.
Al descubrir otro mar hacia occidente en 1513, Balboa confirma que estaban en un continente desconocido y no es sino hasta 1522 -cuando la expedición de Magallanes culminó su viaje de circunnavegación- que se empieza a conocer la dimensión del Océano Pacífico y la verdadera ubicación de China.
No conforme con las inmensas riquezas americanas, la corona española continuó su aventura exploradora hasta ver cumplida su obsesión de restablecer directamente la relación comercial con el imperio Chino, mediante el famoso Galeón de Manila que salió de Acapulco por primera vez en 1565.
El entusiasta inicio de su comercio con China fue más una novedad que un éxito, pues pronto se encontraron con que a los chinos no les interesaban los burdos artículos europeos; además los precios de los productos americanos (maíz, cacao, chile, vainilla, tomate, piña, papa, etc.) eran muy inferiores a los de los asiáticos (especiería, finísimas porcelanas, sedas estampadas, marfiles tallados, lacas, etc.).
Los españoles no tardaron en constatar que su comercio con Oriente tenía un saldo totalmente desfavorable y que el oro y la plata de América a quien enriquecía era a los numerosos sátrapas del sureste de Asia, y especialmente las arcas del laborioso y bien organizado imperio chino al que no podían someter por la fuerza de las armas.
Heridos profundamente en su orgullo de mercaderes fenicios y frustrados por el hecho de que tanto esfuerzo les resultara contraproducente, los peninsulares empezaron a investigar cuáles podrían ser los puntos débiles de los chinos, encontrando uno en el que los españoles eran especialistas: las drogas. n
(Continuará)
Aguascalientes, México, América Latina