En finanzas públicas existe una eterna disyuntiva entre cómo generar los ingresos suficientes sin afectar las decisiones de los individuos y cómo realizar el gasto público de manera equitativa para atender las necesidades del país. Esto se puede explicar a partir de dos conceptos: eficiencia y equidad.
Por el lado de la eficiencia, la teoría económica recomienda que cualquier medida de política fiscal debiese perjudicar “lo menos posible” las decisiones de consumo de los individuos, así como las decisiones de inversión de las empresas. En otras palabras, desde la perspectiva de la eficiencia, a los tomadores de decisiones no les debe preocupar el cómo distribuir el pastel, sino más bien los esfuerzos se deben centrar en agrandarlo; así, habrá más bienes para todo el mundo, y a largo plazo esto beneficiará a la parte más pobre de la población.
Como contra argumentación, existen posturas que apuestan más por la equidad y que sostienen que el bienestar de la sociedad sólo depende del bienestar de la persona que se encuentre en la peor situación. Es decir –y tal como lo plantea el profesor en filosofía de la Universidad de Harvard, John Rawls–, sólo existirá mejora en el bienestar de la sociedad si se mejora el bienestar de esta persona.
Pero, aterricemos estos argumentos. Sin duda un tema importante, que no debe ser sólo de campaña electoral, es el subsidio que en México provee el Gobierno Federal a las gasolinas y al Diésel. Éste es el Impuesto Especial sobre Producción y Servicios (IEPS), y es visto como un mecanismo para estabilizar el precio de las gasolinas. Su funcionamiento es simple. Si el precio de referencia (internacional) es mayor al precio doméstico, el Estado interviene a través de un subsidio de facto equivalente a este diferencial, con el fin de beneficiar a los consumidores de este bien. En este sentido, como durante los últimos años el precio de referencia ha sido mayor al precio doméstico, este mecanismo ha representado un hueco fiscal importante en las finanzas públicas del país. De acuerdo al boletín emitido por el Centro de Investigación Económica y Presupuestaria (CIEP), durante el 2010, 2011 y el primer trimestre del 2012 el Gobierno Federal ha dejado de recaudar 0.43, 1.02 y 0.34% del PIB respectivamente.
Este excesivo gasto fiscal nos obliga a cuestionar: ¿en verdad el mantener estable el precio de las gasolinas y el Diésel es eficiente? ¿Estimula la productividad del país? ¿Estabiliza la inflación? ¿A quién se está beneficiando directamente con este mecanismo?
En primer lugar, la productividad del país puede ser estimulada por otra serie de mecanismos que no necesariamente terminen beneficiando a los sectores de mayores ingresos (como más adelante se muestra). Asimismo, mantener bajo el precio de las gasolinas y el Diésel no es una medida que pueda ser determinante para estabilizar la inflación; ya que recordemos que para ello contamos con el Banco de México y que su principal instrumento para lograrlo a corto plazo es el manejo de las tasas de interés. Por último, la distribución del gasto en gasolinas y Diésel (ordenada de menor a mayor en deciles por ingreso per cápita) nos muestra que quienes más gastan en este tipo de bienes son los sectores que cuentan con mayor ingreso; y que por consiguiente son estos sectores los que resultan más beneficiados. Ante esto podríamos afirmar que el IEPS es un mecanismo altamente regresivo.
Gráfico. Distribución por deciles de ingreso per cápita del gasto en gasolinas y Diésel
Fuente: SHCP (2012). Distribución del pago de impuestos y recepción del gasto público por deciles de hogares y personas.
En conclusión, el IEPS representa un alto gasto fiscal que beneficia mayoritariamente a los sectores de más altos ingresos. Es un mecanismo inequitativo. Como se muestra en el gráfico, entre los últimos dos deciles de ingreso se gastan más del 50% del gasto total en gasolina y Diésel. Ante esto es pertinente plantear la eliminación de este subsidio. Sin embargo, cabe preguntarse si lo anterior representaría un riesgo para la productividad (es ineficiente). La respuesta es no si el recurso que se usa en estabilizar el precio de las gasolinas ahora se invierte en áreas que potencialicen el crecimiento endógeno del país, como puede ser la investigación y desarrollo tecnológico. A propósito, en México, de acuerdo con datos de la OCDE, apenas se invierte un 0.37% del PIB, mientras que en países como Brasil la inversión en este rubro rebasa el 1% del PIB.
Una disculpa. En la entrega del pasado jueves 2 de agosto (“A propósito del centenario de Milton Friedman”) se argumentó lo siguiente: “Asimismo, sostener que las escuelas públicas son mejores que las privadas es un argumento que carece de respaldo empírico”. El argumento correcto debió ser: “Asimismo, sostener que las escuelas privadas son mejores que las públicas es un argumento que carece de respaldo empírico”. Esto fue un error de orden entre lo público y lo privado que claramente modifica el objetivo del texto.