La semana pasada, hablamos de la ética de los empresarios que les encantó subirle el precio al huevo. Y escribí un continuará, que se refirió por supuesto no al tema de la falta de huevos —que cabría en este comentario— sino al de la ética.
La función educadora que recae en los medios no es un asunto menor. La televisión por ejemplo, es un mecanismo educador sin precedentes. Recuerdo esa canción del Topo Gigio que decía: “la televisión nos educa, pero también nos entretiene”, ciertamente Topo Gigio no se imaginó que le estaríamos quitando en muchos sentidos el mecanismo educador y dejando sólo el mecanismo entretenedor o distractor.
En general los medios de comunicación cumplen tres funciones según mi punto de vista: la cuestión divulgadora de la información, y como ya lo comenté, la cuestión educadora. De la entretención luego hablamos. Pero ¿dónde se bifurcan y conectan estas dos premisas? En primer lugar la cuestión divulgadora. El tema de la información es un derecho para la ciudadanía. Estar informados es una cuestión de derechos, pero también de obligaciones. Sin embargo, me centro más bien en el contenido de lo que se informa la gente. Es necesario pues, que la información que surja de los medios esté depositada en la objetividad, pero sobretodo en la búsqueda de la verdad. De qué le sirve a la ciudadanía estar bien informada, con información que no es fidedigna. Es pues una cuestión crucial que los medios de comunicación adquieran este sentido de búsqueda de la verdad y no sólo de los silogismos sociales, que puedan dar una lógica pero al mismo tiempo son una noticia falsa. Es la verdad la que la gente quiere saber. Aquí esta interconectada la segunda premisa ¿cómo educan los medios? En primera con el ejemplo, como todos los que vivimos en sociedad. De nada sirven palabras que no van acompañadas de testimonio. En ese sentido es muy importante que la cuestión ética prevalezca en las empresas que dedican a la comunicación, su vocación de negocios que redunda en una vocación social. La ética nos permite mostrarle al ciudadano que lo que se espera de éste, es una actuación al menos igual a la nuestra. Si los medios laboran con ética, lo menos que debemos exigirle a los ciudadanos es que actúen igual.
Es bien cierto que los medios navegan en circunstancias complejas, porque además, todo parece converger para estar en contra. Si surge un buen medio de comunicación que denuncie por ejemplo la corrupción o el crimen, resulta que luego puede peligrar incluso la vida de los periodistas. Pero la labor es necesaria, así como son necesarios policías y ejércitos honestos. Cada quien cumple una función ineludible para la conciencia social y dejar de hacerla es dar un espacio a la obscuridad de la ignorancia y lo que esta trae consigo.
En recientes días, surgió una controversia entre una empresa de medios y el Gobierno Federal por un asunto de negocios. Los intereses en juego han sido muchos y sabemos los que poco entendemos de eso, que lo que queda claro es que ha habido muchos claroscuros de ambas partes. Por eso los medios han de navegar por espacios estrechos, pero necesarios cuando quieren cumplir de manera honesta con una función social que es informar y educar.
El filósofo católico Juan Pablo II, hace una reflexión que me parece muy interesante al afirmar que “grande y grave es la responsabilidad de los medios de comunicación, llamados a trabajar para que la transmisión eficaz de los mensajes contribuya a la cultura. En la escrupulosa fidelidad a la verdad de los hechos, están llamados a conjugar al mismo tiempo la libertad de la información, el respeto a cada persona y un sentido profundo de humanidad”. Es claro y conciso, los medios tienen una función que no tiene ninguna otra institución, pero además, llegan a donde nadie podría llegar solo, ahí encuentran su gran responsabilidad. Cumplirla depende de los valores quienes los integran.
@comandanteserra
