“-¡Nuevo!
Yo por disimular di en reír, como que no hacía caso; mas no bastó, porque llegándose a mí ocho o nueve, comenzaron a reírse (…) Dioles mucha risa y, apartándose, ya estaban juntos hasta ciento. Comenzaron a escarrar y tocar al arma y en las toses y abrir y cerrar de las bocas, vi que se me aparejaban gargajos”.
Este fragmento de la novela del siglo XVII de Francisco de Quevedo titulada La vida del buscón llamado Don Pablos, ejemplo de vagabundo y espejo de tacaños pertenece al capítulo V del Libro I donde se describen las novatadas de que fue objeto Pablos, el sirviente de don Diego al que acompaña a la universidad de Alcalá de Henares y que, mientras su amo se libra de las novatadas con dinero, él tiene que sufrirlas cuando lo identifican como un novato en el campus. Es un capítulo bastante desagradable porque, además de escupirle, lo golpean, de manera que no es nada placentero leerlo. Pero así son las novatadas, desagradables, humillantes y que en muchas ocasiones pueden rayar en actos delictivos.
El diccionario enciclopédico Vox define novatada como: “Broma, generalmente pesada, que se gasta a una persona novata en un lugar”. También tiene otra acepción: “Error debido a la falta de experiencia en un asunto o negocio”, ésta última la usamos con frecuencia dado que todos hemos estado expuestos a las consecuencias de desconocer algo, aunque casi siempre esta novatada nos ha conducido a un buen aprendizaje. Pero no es a esta acepción a la que haré referencia en el artículo.
Las novatadas suelen ser una tradición en ambientes militares o en ritos de iniciación, pero también lo han venido siendo en las universidades, existiendo una gran cantidad de ellas, que varían de acuerdo a la gravedad. Pueden ir desde el clásico rapado del pelo, hasta obligarlos a bañarse con agua fría, correr desnudos por la calle o cosas peores. Están documentadas en obras clásicas, en textos recientes y en una gran cantidad de videos. Sin embargo, el hecho de que estén consideradas como una tradición no quiere decir que sean algo que deba aceptarse sin más.
Yo recuerdo que la novatada que tuvimos que padecer en los tiempos de estudiante fue la de copiar un enorme listado de bibliografía “básica”, que dictaba un alumno de cursos avanzados, haciéndose pasar por el profesor. A medida que el alumno dictaba títulos y autores, nuestro estado de ansiedad iba en aumento, puesto que sabíamos lo difícil de conseguirlos, leerlos y procesarlos. Cuando la broma finalizó y el alumno descubrió su identidad, mientras se le escapaba la risa, apoyado por sus compañeros que estaban filtrados en el salón de clases, la ira de los afectados llegó a un momento de suma tensión. Todos estábamos muy enojados y teníamos una sensación de humillación y dignidad rota, que perduró por mucho tiempo. Ahora creo que si esta simple novatada, tirando a broma intelectual, nos causó tanto desgaste emocional, no quiero ni pensar en lo que sentirán aquellos que además del daño moral, sufren daño físico para su supuesta “iniciación”.
Es importante considerar que no todos encajan de la misma manera una broma pesada ya que hay personas más débiles que otras en el aspecto emocional, a las que se les causa un grave daño. Por otro lado, es un hecho el que cada vez se están volviendo más violentas y agresivas, poniendo en riesgo la vida de la persona o acabando con ella, como es el caso reciente de un joven de la Universidad Agrónoma y Mecánica de Florida (FAMU) que falleció el pasado mayo a consecuencia de los golpes sufridos en una novatada.
En México, ya se empieza a tomar conciencia de que las novatadas se están convirtiendo en agresiones disfrazadas de broma y algunas instituciones han dado pasos para combatirlas, como es el caso de la facultad de Arquitectura de la Universidad Veracruzana en Córdoba, donde ya están prohibidas, gracias a que los alumnos agredidos fueron escuchados por las autoridades educativas. Sería muy positivo que esta media se hiciera extensiva a todas las instituciones de educación superior del país, porque ahora los estudiantes no sólo son agredidos psicológica y físicamente sino que también graban las novatadas y las suben a la red para que la humillación permanezca durante mucho tiempo y a la vista de todos, incluidas las autoridades.
Las novatadas no son simples bromas con las que se recibe a los estudiantes de nuevo ingreso, constituyen una flagrante violación a los derechos humanos y van en contra de la dignidad de la persona. Se trata de un abuso que ocasiona ansiedad y vejación innecesarias. Las autoridades no pueden banalizarlas ni manejarlas como simples bromas estudiantiles; tienen que escuchar a las víctimas y tomar las medidas necesarias para poner fin a esta costumbre que humilla y lastima a quienes la sufren.
Desgraciadamente las novatadas empiezan a ser no sólo un ultraje personal, sino un delito, a pesar de la inexplicable diversión que provocan en quienes las ejecutan, el regocijo de quienes las observan y la total impunidad con la que se presumen en la red.
Twitter: @petrallamas