“En el fracaso escolar, si habla la pedagogía suena a error en el hogar, a problemas en la escuela, y en el entorno social; destrozos en la autoestima, agresiones al placer de progresar madurando en el juego de aprender”. – José Luís González Cáceres
l 14 de agosto del 2012, el Diario Oficial de la Federación (DOF) publica el Acuerdo 648 por el que se establecen normas generales para la evaluación, acreditación, promoción y certificación en la educación básica. El actual secretario de Educación Pública de México, el Dr. José Ángel Córdova Villalobos lo da a conocer a los medios de una manera parcial y yo diría que un tanto superficial, causando una gran polémica y preocupación en todos los sectores de la sociedad, especialmente entre profesores y padres de familia.
La reforma contempla que no habrá reprobación en preescolar, primero y segundo de primaria y que en tercero se decidirá entre los padres y el maestro. No sirvió de consuelo que dijera que países como Finlandia, Estados Unidos, Suecia o Noruega no reprueban a los alumnos para evitar la deserción escolar y que era “necesario transitar hacia esa política” porque a nadie le gustó esa medida, sin mencionar que en dichos países las condiciones del sistema educativo son muy diferentes a las de México
En cuanto a la secundaria, puntualizó que podrán reprobar máximo cuatro materias, pero que el alumno tendrá cursos que le permitirán recuperarlas antes de que termine el ciclo escolar, precisando que: “Obviamente, si no las pasan o reprueban más de cinco materias, reprobarán”. Yo considero que cuatro materias son demasiadas para que el alumno las pueda asimilar en unos cursos, sobre todo porque no pudo lograrlo en todo un ciclo escolar.
El inconveniente de este acuerdo no es que ya no haya reprobación en esos tres grados o que en la secundaria permitan que el alumno repruebe cuatro materias como si fuera cualquier cosa, el meollo de la cuestión es lo mal enfocada que está la reprobación al ser tratada como un problema y no como el síntoma de una serie de problemas.
El fracaso escolar, sobre todo en primaria, no es tanto del niño sino del sistema educativo que aún considera que todos los niños son iguales y aprenden de la misma manera. Los maestros no suelen estar preparados para detectar problemas de aprendizaje y no todas las escuelas cuentan con un departamento psicopedagógico que apoye al maestro con un diagnóstico oportuno que le permita diseñar una adaptación curricular o una serie de actividades encaminadas a la superación de esa dificultad, cosa que sí ocurre en los países que mencionó el secretario.
Los niños se quedan solos frente a un aprendizaje que se les dificulta y sufren las consecuencias recibiendo en el proceso constantes regaños, humillaciones, castigos y desprecio. El fracaso escolar no siempre es causado por una mala actitud del niño, aunque por lo regular se justifica alegando que es flojo, indisciplinado o que no estudia. Sin embargo, la realidad es que existen otros factores que pueden provocarlo y son éstos los que deben tratarse antes de pensar en si reprueba o no o si lo envían al siguiente grado con graves lagunas de aprendizaje.
Aunque si sólo se tratara de que el alumno no ha aprendido determinados conocimientos, la solución sería muy sencilla; pero la cuestión no es así de simple. Normalmente se trata de alumnos que tienen problemas causados por diferentes factores que pueden ser físicos, de visión, auditivos o de psicomotricidad. Factores relacionados con trastornos del aprendizaje como el déficit de atención, la hiperactividad, la dislexia, etc. Factores emocionales, que incluyen baja autoestima, inseguridad, ansiedad, desmotivación o depresión o bien el factor social, con familias disfuncionales y entornos llenos de violencia, carencias y maltratos.
Todos estos factores lo hacen vulnerable, convirtiéndolo en el candidato perfecto para la reprobación y la deserción; por tanto la solución está en acompañarlos y apoyarlos a lo largo de toda su trayectoria escolar, evitando a tiempo que fracasen. De esta manera se le estará dando atención a los problemas y no a los síntomas.
Es posible que con el Acuerdo 648 mejoren los indicadores educativos de nuestro país, pero dejar de reprobar niños en primaria y ser tan laxos en secundaria no mejorará la calidad educativa. Los altos índices de reprobación y deserción son síntomas de que algo se está dejando de hacer en educación, así que eliminar la reprobación sólo logrará que se elimine el síntoma pero no desaparecerán los problemas que la ocasionan.
Me hubiera gustado que el anuncio del Secretario estuviera acompañado de una serie de medidas concretas orientadas a atacar los problemas, como la de otorgar un mayor presupuesto a la preparación de los docentes para que detecten con facilidad los trastornos de aprendizaje y que los habilite para trabajar con las diferencias en el aula. Un departamento psicopedagógico bien equipado en cada escuela. Un buen sistema de diagnóstico y monitoreo que le dé seguimiento a la trayectoria escolar de cada alumno. Un equipo docente que pueda atender de manera personalizada a los alumnos con problemas. Aulas menos masificadas o un buen programa de comunicación con los padres de familia para que trabajen en estrecha colaboración con la escuela, entre otras. Entonces podremos hablar de “transitar hacia esa política” que manejan países como Finlandia, Noruega, Estados Unidos o Suecia.
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