Regularmente se vibra con los éxitos deportivos, se celebra en desmedida y se vale la ocasión para salir ante los reflectores y literalmente “pararse el cuello” aprovechando que el ambiente es más festivo que cualquier otra cosa, ya dentro de ese marco la sociedad acepta sin mayor molestia a los políticos, directivos y colados que se cuelgan las medallas como si fueran propias, a final de cuentas como popularmente lo hacemos los mexicanos sin excluir a nadie, nos incluimos en los triunfos y expresamos el ya clásico: “¡ganamos!”, aunque ni un dedo hayamos movido.
Lo anterior puesto que ahora terminados los Juegos Olímpicos de Londres 2012 y tras la cosecha “exitosa” de medallas por parte del contingente olímpico mexicano, como ya es costumbre, más de uno se colgará el éxito, sin embargo, también hay que decirlo, la euforia pasará y, con ella, se olvidará que a través del deporte, sus ejemplos y su disciplina se podría mejorar mucho las condiciones que vivimos en este país.
Frente a los tiempos aciagos que vivimos, donde la inseguridad y la delincuencia es la constante que lacera a nuestra sociedad, llevamos años preguntándonos por las estrategias para resolver el asunto de la seguridad en México, tomando ejemplos, malos por cierto, sobre adquirir más armamento, sacar al Ejército a las calles y combatir frontalmente al crimen organizado generando campos de batalla en toda la República, pasando por alto temas fundamentales como lo son empleo, la educación y el deporte.
Los estudios sociales que hablan de criminalidad, consideran que la extensión de las actividades delincuenciales son resultado de la pobreza y falta de oportunidades, las cuales pueden combatirse desde diversos ángulos, siempre teniendo en cuenta un plan a mediano y largo plazo, que sobrepase la actividad reactiva con la que se ha combatido a la delincuencia en los últimos años.
Sabemos que la solución está en generar empleos para que las personas tengan oportunidades por igual de generar riqueza para sí y para los suyos. La educación para que niños y jóvenes adquieran valores y conocimientos que les permitan ser los hombres del mañana. Y deporte, puesto que cuando no se trabaja o se estudia, en los tiempos libres se debería impulsar la práctica de alguna actividad física recreativa o competitiva, que ayude a ocupar el tiempo de manera sana para generar bienestar social, comenzando claro, por el individual.
Los grupos sociales que son víctimas de la delincuencia o victimarios de esta ecuación, viven la inseguridad como condición social: sin familias, sin empleos o con empleos precarios, sin derechos y sin las habilidades necesarias para ganarse la vida, sin oportunidades, sin esparcimiento y sometidos a la violencia estructural de la pobreza o la carencia de afectos.
Resulta necesario pues, apostar por un cambio estructural, no es posible mejorar un aspecto sin haber apuntalado los otros. En México se invierte de manera desigual en materia de seguridad con respecto al deporte, mientras uno sobrepasa los 600 mil millones de pesos (seguridad pública), el otro se queda en los 6 mil millones, es decir, 100 veces menos, para una herramienta que podría generar mucho más de bienestar.
El deporte tiene un impacto muy importante en la sociedad que puede transformar al país, existen historias de éxito donde los jóvenes que anteriormente pertenecían a bandas o grupos delictivos, fueron atraídos por el deporte y después, quizá sin el relumbrón de la medalla olímpica, sí han generado cambios para sí mismos, para su familia y su entorno cercano.
Aplaudo por citar un ejemplo, en Aguascalientes, el proyecto de la Línea Verde que intenta llevar espacios y esparcimiento a las personas dentro de un entorno de por sí complicado, ahora sigue continuar con los esfuerzos que trasciendan a una administración y se queden como una constante, sea del color que sea el gobierno en turno. Insisto, son los gobernantes quienes pueden hacer más por su sociedad, sí, está bien apoyar y dar el típico pan y circo que otorgan los espectáculos deportivos de grandes magnitudes, sin embargo, es necesario también trabajar con mayor ahínco en las calles, los parques y las colonias donde hace mucha falta el apoyo sin condicionamientos.
Está demostrado que las personas que realizan deportes tienen una actitud de respeto por sí mismos y por los demás, están acostumbrados a seguir reglas y a jugar limpio, todo esto se refleja no sólo en una cancha, sino en el desarrollo de su vida personal y social.
Conscientes de los beneficios que otorga el deporte, se deben entonces, reforzar los programas de activación física por parte del gobierno, puesto que es su obligación dotar de seguridad a la ciudadanía utilizando las herramientas que considere necesarias. Fortaleciendo la infraestructura y la práctica deportiva se afianza la lucha contra la inseguridad.
Los caminos no son fáciles, las dificultades son ciertas y las resistencias muy activas, pero con voluntad sostenida, y acuerdos para la cooperación entre actores gubernamentales y ciudadanos, se podría labrar a corto y mediano plazo una ruta que rescate al país.
Se han buscado muchas respuestas para combatir la inseguridad, teniendo en la pasión y el bienestar que genera el deporte una de ellas la cual debemos comenzar a aprovechar. n