Berna, Suiza. El pasado 9 de agosto se cumplieron 50 años de la muerte de Hermann Hesse (Calw, 1877 -Montagnola, 1962) el escritor alemán más leído de todos los tiempos, Premio Nobel de Literatura (1946) e ícono de varios movimientos juveniles contestatarios de la década de los 60. Esta ciudad, donde vivió entre 1912 y 1919, le rindió homenaje a través de dos eventos: la celebración de un congreso internacional y la exhibición, en el Kunstmuseum, de una retrospectiva de su trabajo pictórico
La obra literaria de Hesse es una suerte de autobiografía en capítulos, marcada por pasajes de su vida: hijo de un misionero, de quien heredó el rigor luterano; el temprano descubrimiento de su vocación de escritor y la severidad del ambiente familiar (querían enviarlo a un seminario para que siguiera los pasos de la profesión paterna), le hicieron huir a Suiza. La lectura de Zaratustra, cuando trabajaba en una librería de Basilea, lo acercó a las fuentes de la filosofía oriental.
No sólo motivos familiares sino también ideológicos lo distanciaron de su patria, llevándolo a radicar en Suiza 50 años. Sus ideas pacifistas lo confrontaron con la sociedad alemana de su época, dominada por un espíritu beligerante. En un artículo que publicó durante la Primera Guerra Mundial en el rotativo helvético Neue Zürcher Zeitung, invitaba a los intelectuales de su país a no ceder a la polémica nacionalista. Años después criticó la posición antidemocrática y nacionalista de la República de Weimar. Si bien durante el Tercer Reich sus obras no fueron prohibidas (las calificó de “indeseables”) en 1936 en las plazas de Berlín la Gestapo quemó ejemplares de sus títulos.
Varios de sus libros -como El Lobo Estepario– han orientado a muchas generaciones de todas latitudes del planeta; lecturas iniciáticas que han cambiado el rumbo de la vida de millones de jóvenes. Gran parte de la obra de Hesse aborda cuestiones que todo hombre se plantea por lo menos una vez en su vida, particularmente en su juventud, respecto al sentido de la existencia y sobre el bien y el mal. Los caminos que señala el escritor alemán no son los que indican la tradición occidental: opta por una espiritualidad exenta de dioses y de religiones. Si su mensaje se pudiese resumir en dos frases, éstas serían: la vida de todo ser humano es un camino hacia sí mismo, hay que escuchar el yo íntimo.
Además de ser un precursor del Existencialismo, Hesse dio respuesta a las preocupaciones de la beat generation, el grupo de escritores estadounidenses que planteaba el rechazo a los valores sociales vigentes y exaltaba la libertad sexual, lo que dio origen al movimiento contracultural hippie. Al defender la espontaneidad vital de la automarginación consciente como protesta a los esquemas enajenantes de la sociedad de consumo, Hesse se convirtió en un auténtico fenómeno literario en Estados Unidos, donde tan sólo en 1968 se vendieron más de 100 mil copias de Siddartha y, Demian, fue adoptado como texto en las escuelas. El escritor Arthur Miller fue uno de sus principales admiradores y difusores de su obra.
A diferencia de Thomas Mann, otro de los grandes de la literatura alemana on quien mantuvo una cercana amistad, a Hesse se le regateó en su país el estatus de gran escritor. Para algunos de sus contemporáneos, fue un maestro del kitsch romántico; la ausencia de elementos científicos en su discurso literario lo desestimaron ante los ojos de otros escritores; en su momento la publicación de sus obras tuvieron poco eco en la prensa de su país. Se le acusó de ser un adoctrinador de mezclas eclécticas como budismo y taoísmo además de pesimista e incitador a fugas místicas y promotor de una interiorización de la rebeldía. Pero lo que en realidad Hesse defendía era la búsqueda de la libertad y la armonía entre el hombre, su cultura y la naturaleza. Fue hasta después que se le otorgó el Premio Nobel cuando inició la reconciliación de su país, un reconocimiento ento y difícil.
El Archivo Literario Suizo, de la Universidad de Berna guarda más de 4mil cartas que Hesse recibió de personas de más de 100 países. Ya como escritor consagrado dedicaba gran parte de su tiempo a responder a sus lectores para quienes eraun gurú, un guía espiritual o un confesor laico.
Hesse, además de que sigue siendo un autor de gran éxito (la editorial alemana que tiene los derechos de sus obras –Suhrkamp– estima que en el mundo hay entre 125 y 150 millones de libros suyos) es fundamentalmente un escritor vigente, porque como señala el semanario Der Spiegel, que le dedica la portada de su edición del pasado 6 de agosto: “sus grandes temas –los proyectos individuales de vida, la protección de la naturaleza y la búsqueda de un sentido de la existencia más allá del consumo- mueven también hoy a muchos seres humanos”.