Managua, Nicaragua, 3 de julio de 2012. El Parlamento de Nicaragua aprueba, con 85 votos a favor y dos abstenciones, la ley que regulará la construcción y administración de un canal interoceánico que unirá el Atlántico y Pacífico para el tránsito marítimo de barcos de gran tonelaje.
La escena arriba descrita sirve como telón de fondo para realizar un análisis histórico, geopolítico, financiero y logístico del proyecto encabezado por el presidente Daniel Ortega para construir una vía interoceánica en Nicaragua.
Nicaragua, la patria del poeta Rubén Darío, siempre ha provocado la secreción de abundante saliva en las fauces del expansionismo yanqui. Esto se debe a la zalamera cintura de su extensión, pues su peculiar geografía facilitaría el estreno de un conducto interoceánico gracias al río San Juan, al Gran Lago de Nicaragua y al estrecho istmo de Rivas, de apenas 24 kilómetros.
En 1848 los Estados Unidos lograron que México, tras la Guerra de 1847, les cediera la Alta California. Dicho acontecimiento les incitó a buscar derechos especiales en Panamá, pues deseaban conectar las costas este y oeste de su nación a través de América central. Sin embargo, los planes imperiales yanquis se toparon con la presencia británica en Belice, la región Mosquito (que comprende la costa caribeña de Nicaragua y Honduras), y las islas de la bahía en Honduras.
Tras un periodo de mutuas amenazas militares y negociaciones diplomáticas, se firmó el 19 de abril de 1850 el Tratado Clayton-Bulwer, en el cual los Estados Unidos y el Reino Unido se comprometían a no “ocupar, fortificar, colonizar o ejercer dominio sobre cualquier parte de América central”. El pacto en cuestión formalizó la primacía estadounidense en Centroamérica.
A pesar de que en 1914 se inauguró el canal de Panamá, Nicaragua permaneció dentro de la órbita imperial estadounidense. No obstante, hubo intentos por sacudirse la tutela de Washington. El primero estuvo a cargo del patriota Augusto César Sandino, el “general de hombres libres”, y el segundo fue efectuado por los sandinistas (estos últimos con apoyo soviético).
Desde un punto de vista geopolítico, la importancia de la zona para los planes hegemónicos de Washington fue enunciadaen 1942 por el estratega Nicholas J. Spykman, quien afirmó que la superioridad yanqui en el llamado Mediterráneo Americano (El Golfo de México y el Mar Caribe) era una condición sine qua non para su status de superpotencia.
La revisión del contenido histórico y geopolítico permite contextualizar la decisión de la dieta nicaragüense de aprobar la Ley de Régimen Jurídico del Gran Canal Interoceánico y la creación de la Autoridad administrativa. Esta última entidad será la encargada de buscar accionistas extranjeros para materializar el proyecto interoceánico, y será controlada en un 51 por ciento de las acciones por el gobierno nicaragüense.
Managua calcula que el canal costará 30 mil millones de dólares. El monto de la inversión incluye su construcción, la protección y conservación del medio ambiente en la zona por donde cruzará la ruta. El dinero necesario para la obra podría ser financiado por países como Brasil, China, Corea del Sur, Japón y Rusia. Los Estados Unidos, una nación endeudada, no figuran en la lista.
Las rutas probables transitarían por el río Escondido, Bluefields, Monkey Point y Punta Gorda, en el sur del Caribe, y convergerían en Lago de Nicaragua; otro itinerario del canal acuático sería por el río San Juan, en la parte sureste de Nicaragua, incluido un tramo de 80 kilómetros en el Lago de Nicaragua.
La magna obra tendría capacidad para barcos de 250 mil toneladas, a diferencia del Canal de Panamá, que con su ampliación permitirá el paso de embarcaciones de sólo 110 mil toneladas. Además, los tiempos de espera se reducirían en Nicaragua.
Sin embargo, hay opositores al designio: la derecha nicaragüense acusó a Daniel Ortega de gestar un “proyecto faraónico”, el cual le serviría como colchón ante una eventual caída de su principal aliado, el presidente de Venezuela, Hugo Chávez. Además, el vicecanciller de Costa Rica, Carlos Roverssi, acusó que el plan tiene intenciones “geopolíticas”.
El tiempo dirá si la utopía nicaragüense se convertirá en una realidad. Finalmente, cabe preguntarse ¿El próximo Gobierno Federal se animará, de una vez por todas, a desarrollar el istmo de Tehuantepec?
(*) Colegio Aguascalentense de Estudios Estratégicos Internacionales A.C.
Aide-Mémoire.- México es un país donde Franz Kafka sería un escritor costumbrista. n