México, D.F., 1 de julio de 2012. El consejero presidente del Instituto Federal Electoral, Leonardo Valdés Zurita, informa, con sólo el 10 por ciento de las casillas computadas, en cadena nacional que los resultados del sondeo rápido de la elección presidencial favorecen al candidato de la coalición Compromiso por México, Enrique Peña Nieto.
La escena arriba descrita sirve como fondo para realizar una descripción sobre cómo dos publicaciones prestigiadas a nivel mundial, el estadounidense New York Times y la revista germana Der Spiegel, percibieron la victoria del abanderado del PRI-PVEM a la Presidencia de la República. Lo cual es motivo del presente artículo.
El influyente diario estadounidense, The New York Times, escribió el 2 de julio un artículo titulado “For Mexico´s President-Elect, a Strategic Journey” (Para el presidente electo de México, un viaje estratégico). En el precitado escrito se describe al licenciado Peña Nieto como un hombre obsesionado por su apariencia personal y fanático del ajedrez.
Asimismo, se menciona que, a diferencia de otros mandatarios mexicanos, no ha realizado estudios de posgrado en afamadas universidades estadounidenses. El The New York Times comenta que la experiencia personal del abanderado priísta con los Estados Unidos se reduce a un viaje para aprender inglés que realizó en 1979 a la secundaria Denis Hall en la ciudad de Alfred, Maine.
Igualmente, el diario retoma la información del diario Reforma sobre los frecuentes viajes que realiza Peña Nieto a la ciudad de Miami, pues su esposa, la actriz de telenovelas Angélica Rivera, posee un condómino de lujo en aquella ciudad estadounidense.
Dejando las banalidades, el The New York Times se hace portavoz de la ansiedad que provocó la victoria de Peña Nieto en los círculos del poder yanqui. Esto es porque algunos influyentes congresistas republicanos, como por ejemplo James Sensenbrenner Jr. han expresado sus dudas sobre si el gobierno de Peña Nieto proseguirá la lucha contra el crimen organizado.
Desde el otro lado del Océano Atlántico, Der Spiegel (El Espejo, en español), la revista semanal de mayor circulación en Europa y la más trascendente de Alemania, redactó un artículo titulado “Señor Seifenoper: Mexiko skünftiger Präsident Peña Nieto” (El Señor Telenovela: El futuro presidente de México Peña Nieto).
El escrito redactado por Klaus Ehringfeld describe al portaestandarte priísta como “un guapo con encanto juvenil y sonrisa permanente que dirigirá la segunda nación más grande de América Latina, en lo que constituye un regreso al pasado”. Además, sostiene que la victoria de Peña Nieta sólo fue posible gracias al contubernio de Televisa, el mayor imperio de la radio y televisión en América Latina.
Ehringfeld relata que, después de la debacle priísta en 2006, la línea dura del PRI, los “dinosaurios”, urdió el Plan Reconquista. El cual consistía en encontrar un futuro candidato que poseyera los siguientes atributos: bien parecido, telegénico, joven. El político que reunía tales características era el entonces gobernador del Estado de México, Enrique Peña Nieto. El hecho de que no tuviera “ningún talento político significativo” y que fuera “intelectualmente débil” no le importó al PRI.
El artículo cita a la politóloga Denisse Dresser, quien afirma que el PRI, EPN y Televisa armaron la ecuación perfecta: “HübschesGesicht + Geld + Fernsehen + Werbung + Dinosaurier PRI = Wahlerfolg”. Es decir en buen castellano: Cara bonita + Dinero + Televisión + Campaña Publicitaria + Dinosaurios del PRI = Éxito Electoral.
Klaus Ehringfeld comenta de manera lapidaria en su comunicado: “EPN funcionó como un actor de las telenovelas de la fábrica de sueños Televisa y fue así el candidato perfecto en el país de la televisión México”.
Los siguientes seis años habrán de mostrar quién tiene razón, tanto dentro como fuera de México, si los críticos acerbos de EPN o sus más apasionados panegiristas.
(*) Colegio Aguascalentense de Estudios Estratégicos Internacionales A.C.
Aide-Mémoire.- Una cosa es el desempeño estelar de la selección de futbol española y el FC Barcelona, y otra muy, pero muy diferente afirmar que España es la nación número uno de Europa. Sólo basta mirar los indicadores de la economía ibérica para darse cuenta de la triste realidad.