Perdón por intolerarlos / Una Patria más modesta, probablemente más preciosa - LJA Aguascalientes
22/11/2024

Hace unos días tuve la oportunidad de hablar de La Suave Patria, el poema de Ramón López Velarde, entre los múltiples acercamientos que intenté en un principio, en uno de ellos, estaba la idea de cómo sentimos la nación, algo muy a flor de piel, una imagen: la ceremonia de izamiento de la bandera nacional en el Zócalo, una mujer que iba al mandado se detiene a mirar el paso firme de los soldados, el ritual con que arrean el lábaro patrio, lo recogen como si fuera un niño, lo abrazan y, lenta, en verdad muy lentamente la guardan. Cuando los soldados vuelven a Palacio Nacional, la mujer que los ha estado observando, se lleva la mano derecha al pecho, cruza sus dedos extendidos sobre el corazón y comienza a cantar, fuerte y claro, el Himno Nacional.

Esa es una imagen clara y contundente de lo que puede ser la Patria (así con mayúscula) pienso al recordar la escena. Sin embargo suelo referirla poco porque  cuando he tenido necesidad de caracterizar lo que entiendo como Patria, hago uso de una cita del escritor austriaco Joseph Roth: “La verdadera patria del escritor emigrado es la lengua en la que escribe”.

Pero la Patria Suave, la que le quieren imponer las lecturas nacionalistas al poema del jerezano, tendría más que ver con el orgullo de la pertenencia que se siente a flor de piel, más que la actitud intelectual de apropiación, más con una actitud cívica que con una convicción letrada.

Al final, no emplee esa imagen de la mujer solitaria, arrebatada, en súbita anagnórisis de lo que la Patria es porque el mismo López Velarde señala en su texto Novedad de la Patria, a qué se refería al escribir La Suave Patria: “Han sido precisos los años del sufrimiento para concebir una patria menos externa, más modesta y probablemente más preciosa”

Una Patria que, explicaba López Velarde, “miramos hecha para la vida de cada uno. Individual, sensual, resignada, llena de gestos, inmune a la afrenta, así la cubran de sal. Casi la confundimos con la tierra”. Con esa imagen trabajé mi charla sobre el texto lopezvelardeano y cerraba con una referencia a lo que yo creo que es la Patria íntima a la que hace referencia el de Jerez y que se encuentra en El retorno maléfico, es en ese poema donde creo que reside la idea de Patria de López Velarde, en el desencanto de quien vuelve con pies advenedizos y lo embarga “una íntima tristeza reaccionaria”.

A lo largo de esta jornada electoral he vuelto ha pensar en el concepto de patria, ya no por López Velarde ni por la relación evidente con el fin de las campañas y la elección presidencial (que es a donde quiero aterrizar todo esto), sino por el impulso cívico que percibí al momento de la votación. Este domingo, estuvieron en posibilidad de participar  por primera vez 14 millones de jóvenes, en Aguascalientes para 113 mil 384 jóvenes entre 20 y 24 años fue su primera elección presidencial.

A lo largo de la jornada electoral tuve la posibilidad de ver a estos jóvenes participando activamente, puede constatar que lo que sucedió durante las campañas electorales y la refrescante irrupción de #YoSoy132 no se quedó en la eterna marcha, el consejo permanente y la desbocada manifestación contra algo o alguien.

Sí #YoSoy132 realizó su trabajo, tras conocer los resultados del conteo rápido del IFE convocó a una asamblea ciudadana para evaluar movilizaciones y, públicamente, se manifestó como un conjunto “desilusionado, enojado, triste y frustrado” porque las tendencias despertaron  al dinosaurio y todo parece indicar que volverá el PRI a la presidencia de la República.

Una vez pasada la euforia de las campañas, ya hacia los resultados definitivos de la elección, será posible analizar a #YoSoy132 sin los prejuicios de toda la esperanza que se puso en ellos, sin la carga emocional y afectiva que despiertan los rebeldes. Ojalá la organización soporte esa mirada crítica y sea capaz de asumir las consecuencias de la autocrítica.


Los jóvenes que me despertaron la necesidad de darle cuerpo al concepto de Patria no fueron ellos, fueron los anónimos, los que por centenas miraba formados, ilusionados, verdaderamente emocionados por participar en un proceso electoral, esa masa mayoría silenciosa que tanto se desprecia porque la pensamos conectada a lo peor de la televisión y las redes sociales, los que nos e quejan porque los llamen ninis porque no tienen tiempo de discutir si caben en ese concepto, los que simplemente (así de un vistazo) viven.

Miles de jóvenes que no necesitaron el estruendo de la manifestación, que quizá salieron a la calle pero no hicieron de la protesta vocinglera el centro de su vida. Me emocionan y me hacen buscarle cuerpo a Patria porque me parece que entendieron mucho mejor y antes que nosotros (me refiero a mi generación) lo que la participación es.

Miles de jóvenes que sin necesidad de calificar de protesta, crítica o reprobación la manifestación de lo que creen. Les bastó acudir a las urnas y cruzar las boletas, tanto y tan poco.

Vuelvo a la imagen primera, la de la mujer atendiendo su sentimiento cívico ante la bandera, algo tan simple, tan para ella, similar entonces al acto acometido tras la mampara, enfrentar una serie de nombres y logotipos con la certeza de que, más allá de quién gane, valdrá la pena ejercer plenamente su derecho, ser un ciudadano responsable. Y claro, sin necesidad de hacer de ese acto un espectáculo masivo.

Es posible, que quien haya llegado a este punto, vea en estas líneas una crítica a la movilización, al activismo, no es así (y si lo fuera, no importa: …Y una íntima tristeza reaccionaria, sería mi réplica), lo que me conmueve es esta idea de Patria que se puede construir con los actos mínimos, con todo eso (que es tanto) a lo que se le resta importancia.

Para no envilecer el relato, he omitido la narración de quien me comentó que caminó durante dos horas para llegar a su casilla, de los que esperaron varias horas para poder sufragar, de quienes por su circunstancia personalísima se vieron en la necesidad de recorrer la ciudad en busca de una casilla especial en la cual recibieran su voto… Lo hago no porque sus historias no interesen, sino para evitar caer en el melodrama y transformar su actitud en conducta en un acto heroico. Lo hicieron y ya. Así me lo contaron.

Fui a votar porque tenía ganas. Fui a votar porque era la primera vez que lo podría hacer. Fui a votar, incluso, porque creo en el candidato equis o ye… en su relato no se les llena la boca con la grandilocuencia del panteón cívico, ni con los nombres o con las causas. No cargan en sus hombros con la responsabilidad de responder al llamado del futuro. Votaron y ya, con la misma carga de responsabilidad de quien responde al íntimo impulso de saludar a la bandera y cantar en voz alta algo que sólo significa para ellos.

Hace unas semanas me atreví a compartir algunas ideas sobre La Suave Patria de Ramón López Velarde, entonces como hoy, finalizaba machacón con la cita de Novedad de la Patria y la idea del jerezano, repito pues el título : “Han sido precisos los años del sufrimiento para concebir una patria menos externa, más modesta y probablemente más preciosa”.

Han sido, pues, millones de jóvenes ejerciendo su ciudadanía de la manera más plena, para concebir que la respuesta que la Patria requiere puede ser un acto más modesto: transformarse en ciudadano, eso y nada más, es decir, algo más precioso.

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