Sinceramente no es algo de lo que me alegre, son de esas ocasiones en las que por más que intentas escribir cosas más agradables, la realidad exige ser tratada como tal. Lo he venido manejando con anterioridad, pero el crimen, la violencia y sobre todo, la falta de eficacia en la prevención del delito, la procuración y la impartición de justicia simplemente no son el fuerte de Aguascalientes y usted, quizá, podrá pensar que exagero o tal vez me otorgue la razón, pero la inseguridad es algo que obliga a todos a redoblar esfuerzos en nuestra entidad. Hechos como los del pasado lunes en la zona norte de la ciudad ponen en evidencia lo endeble que se puede ser en materia de seguridad en cualquiera de sus ámbitos.
El nuestro, es uno de los estados con mayor grado de impunidad en toda la República Mexicana, al aplicarse sentencia condenatoria a sólo uno de cada 10 detenidos por delitos del fuero común; por ejemplo los robos a casa habitación, los robos con violencia y el de automóviles, se han vuelto cada vez más comunes en la entidad, al grado de reportar más de cien de cada modalidad al mes, todo ante la excesiva carga de trabajo o quizá ante la incompetencia de la mayoría de los ministerios públicos para llevar a cabo la integración de las averiguaciones previas, que en la gran parte de los casos resultan insuficientes para que el juez determine grado de culpabilidad en los delitos acusados, por tanto los “presuntos culpables” obtienen su libertad luego de, en el mejor de los casos, pagar una fianza o incluso pasar tan sólo algunas horas tras las rejas.
Es el caso de dos de los tres delincuentes que protagonizaron la escena de terror en la zona norte, sumaban más de treinta detenciones. Uno de los tipos, cuya vida aparentemente era robar, acumulaba 13 ingresos a la ministerial por delitos como robo en todas las modalidades conocidas: cristalazo, domiciliario, violencia, mariposero y tumbador. Mientras tanto el otro llegaba a la veintena, igual por todos los tipos de robo además de atentados al pudor, daños a las cosas y súmele malvivencia por si hiciera falta algo. Ambos un peligro realmente, los dos junto con el otro sujeto al cual se sigue buscando, estaban libres por las calles de Aguascalientes hasta el momento de ser ultimados por parte de policías que repelieron el ataque.
Supongo que usted como yo nos preguntamos ¿por qué si estaban fichados como delincuentes, deambulaban libremente ahora con billetes falsos y sobre todo con armas? Pues bien, podrán existir muchas respuestas y hasta innumerables justificaciones, pero a final de cuentas cualquiera que sea, se traduce en una sola palabra: im-pu-ni-dad.
Los delincuentes ahora creen que pueden cometer cualquier tipo de fechorías, y las cometen; creen que será fácil burlar a la justicia, y simplemente, en muchos casos, la burlan. Por eso “se les hace fácil”, dirían en las calles. Pero la impunidad no sólo abarca a las autoridades, comienza desde el momento en el que los ciudadanos no presentan su denuncia. Y si bien es cierto que el acudir a denunciar un hecho delictivo resulta enredoso y burocrático, y en efecto en su gran mayoría no pasa nada; no menos cierto es que el ciudadano no está poniendo el mínimo esfuerzo en combatir la impunidad.
Si el delito no se castiga, se propaga. Los crímenes no resueltos generan un enorme conflicto social de grandes proporciones, puesto que hay miles de personas que han sido víctimas de delitos y a pesar de existir las cifras alarmantes, los resultados son pocos, tanto que en México, como en Aguascalientes se ha venido desarrollando la idea de que delinquir no tiene consecuencias a menos claro que el criminal cometa un error o que por una causalidad policiaca se logre aprender o castigar al malhechor.
Porque podrán construirse parques o invertir más en armamentos y equipo para la policía, los cuales voy de acuerdo, ayudan a generar un cambio, pero me gustaría más ver un estado donde sus autoridades se decidan a combatir el crimen, caiga quien caiga en todos sus niveles, de lo contrario nuestro problema de criminalidad simplemente seguirá agudizándose.
El mejor combate a la violencia es controlando al delito a través de la prevención, procuración e impartición de justicia, de nada sirve hacer penas más duraderas o severas si los delincuentes no permanecen tras las rejas. Al haber impunidad existe mayor delincuencia.
Permítanme decirlo, no es un triunfo policiaco el haber acabado con la vida de estos delincuentes, si bien reconozco y admiro el trabajo valiente de los elementos que actuaron en esta eventualidad; he de decir que las cosas no están del todo bien, qué tristeza que hoy un policía esté debatiéndose entre la vida y la muerte. Delincuentes como éstos deberían de estar purgando penas desde mucho tiempo atrás.
Es innegable que hoy se requiere redoblar esfuerzos. Cada corporación policiaca de cada municipio, la propia del estado, la Procuraduría de Justicia, el Poder Judicial y en sí, toda autoridad de cualquier nivel de gobierno, independiente del poder al que pertenezca, está obligado a dar los mejor de sí; no hay tiempo para improvisaciones y mucho menos para flaquear en los deberes.
Es tiempo de que cada ciudadano, en cada familia, en cada hogar, en cada negocio, en cualquier lugar, redoble esfuerzos; siempre existirá la forma de ingeniárselas para poder proteger mejor sus bienes y sobre todo, a sus seres queridos.
Recuerden que hacer el bien, siempre tiene su recompensa.