“En el proceso de construcción de la confianza, se avanza micra a micra y se retrocede en kilómetros”.
José Woldenberg
El pasado domingo 1 de julio, más del 60% del electorado cumplió con su deber ciudadano: acudió a las urnas y se manifestó. Una vez más los votantes dieron un paso más en nuestra democracia. La democracia es esa meta-institución que no se construye de la noche a la mañana, pero que sin duda es la única vía para fortalecer a nuestras instituciones. En este sentido, la participación ciudadana ha demostrado ser su principal artífice.
Hasta el momento en que estoy escribiendo esta columna, los resultados que arroja el Programa de Resultados Electorales Preliminares (PREP) son los siguientes: con el 94,81% de las actas computadas, y, tal como lo señalé arriba, con un 63.17% de participación, Enrique Peña Nieto (EPN) va a la cabeza con un 38.01% de la votación; mientras que su más cercano perseguidor, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), obtuvo un 31.74% de los votos. Es decir, si no sucede otra cosa EPN, a partir del 1 de diciembre de este año, será el nuevo presidente de México.
En este sentido, y ya entrando en materia educativa, vale la pena recordar cuáles fueron sus principales propuestas de campaña. Sin duda, la mayoría se engloban en aumentar la inversión de recursos en educación. Entre las principales se destacan: escuelas con infraestructura digna, aumentar el porcentaje de alumnos en escuelas de tiempo completo y dotar a los alumnos de quinto y sexto de primaria de laptops con Internet. Así, es menester discutir la pertinencia de la inversión de recursos en educación, sus efectos en la calidad educativa, así como sus restricciones.
En primer lugar, efectivamente la heterogeneidad de realidades socioeconómicas nos obliga a argumentar que aún no existe un piso mínimo de infraestructura en las escuelas adecuadas. Es decir, todavía hay un gran porcentaje de escuelas con alto nivel de rezago en materia de salas clase, bibliotecas, baños, alumbrado, etc. Al respecto, diversos estudios para América Latina muestran cómo una fuerte inversión-bien administrada, y siempre de la mano con lineamientos pedagógicos acordes a las necesidades específicas de aprendizaje-en el corto plazo tiende a mostrar efectos positivos en el rendimiento académico de los alumnos. Esto sin duda conlleva a una mejora sistémica en la calidad educativa. Aquí el reto es focalizar la inversión en las zonas más rezagadas, y administrar y distribuir eficientemente los recursos.
Respecto a aumentar el porcentaje de alumnos en Escuelas de Tiempo Completo, la experiencia internacional (en América Latina la referencia es Chile y Uruguay) anticipa riesgos. La política en sí es ampliamente costosa. No sólo se trata de dejar a los niños más horas en las escuelas. Se trata de intervenir con la infraestructura, la preparación docente, y el currículo adecuado para aprovechar de la mejor forma el tiempo de los alumnos en las escuelas. La evidencia recomienda que, una vez más, la política sea implementada de manera focalizada en las escuelas que presenten un mayor rezago en materia de infraestructura y aprendizaje. Uruguay es la mejor referencia. En este país la política ha sido evaluada como altamente costo-efectiva, ya que la intervención fue focalizada, y los resultados en el aprendizaje han sido estadísticamente positivos. Si bien Chile, en sus primeras evaluaciones del impacto de esta política, que se ha ido implementando de una forma generalizada a todas las escuelas, mostró rendimientos positivos, conforme se han realizado más estudios se ha demostrado que el efecto positivo tiende a desaparecer; lo que obliga a comparar sus resultados con su alto costo (casi el 2% del PIB). En definitiva, la planeación de ampliar el horario exige mucha cautela y una profunda valoración de las necesidades educativas, por zona y rendimiento.
Por último, ¿cuál es el reto de entregarle una laptop a cada estudiante de quinto y sexto grado? El reto es entrelazar las nuevas posibilidades tecnológicas con los lineamientos pedagógicos adecuados para mejorar el aprendizaje. La cosa no está fácil. Intervienen muchos factores de riesgo que deben de considerarse. En primera instancia, los profesores no pueden perder su protagonismo dentro del aula. Al contrario, los profesores deben ser fortalecidos en el uso del computador, y la influencia de éste en su formación continua. Diversas experiencias en Estados Unidos dan cuenta que balanceando el desarrollo integral de los docentes, el currículo, la infraestructura, y el mantenimiento del computador y del software con el contexto y las necesidades específicas de las comunidades educativas, se puede anticipar un éxito en la política, y en su incidencia en la mejora sistémica de la educación.
En fin, la inversión de recursos en educación es celosa. Si no se cuida, se administra y se ejerce de manera pertinente, la mejora del sistema educativo seguirá en espera.
Antes de terminar, no puedo dejar de reconocer el trabajo del maestro Ignacio Ruelas Olvera, que por suerte es mi papá. No sólo por su organización del proceso electoral del domingo pasado. Sino por su profesionalismo y sobretodo su sensibilidad humana mostrada durante su participación en los ocho procesos electorales federales. No tengo la menor duda que la transición democrática lo tiene reconocido como artífice de esa micra aportada a la confianza ciudadana.