Cuando José Carlos Lozano de la Torre y Lorena Martínez Rodríguez festinaron su ascenso al poder en Aguascalientes, la cooptación de los medios de comunicación fue la primer gran tarea que a ambos no les costó mucho trabajo realizar desde el primer minuto de su mandato. Sus leyes de Ingresos y Presupuestos de Egresos dan cuenta de la danza de los millones que ambos gobiernos pusieron a bailar al ritmo de sus ocurrencias e intereses personales que acabaron sellando la política de comunicación social de sus respectivas administraciones públicas. Mentir y manipular a través de la radio, la televisión y la prensa escrita, se transformó en una prioridad que el Ejecutivo estatal y la alcaldesa pusieron en marcha y a todo vapor con el objetivo central de levantar las ruinas del PRI con miras a la elección presidencial de 2012. Ni tardos ni perezosos, José Carlos y Lorena dieron el visto bueno a una campaña publicitaria para posicionar el regreso del carro completo del PRI. Desde la oficina de comunicación social del Gobierno del Estado a cargo de Carlos Penna Charolet, ex director de Mercadotecnia de Consulta Mitosfky, se mandaron pintar más de trescientas bardas con una leyenda que por sí sola hablaba del regreso de la aplanadora tricolor: “100 por ciento territorio del PRI”. En la “innovadora” estrategia propagandística diseñada por el “recomendado de Roy Campos” no se escatimaron recursos públicos ni muchos menos se regatearon costos. La orden estaba dada que hasta Radio y Televisión de Aguascalientes se transformó por instrucciones superiores en la vocera oficial de los candidatos del PRI. Al viejo estilo del tricolor, la parcialidad y la inequidad en la contienda electoral fueron a Lozano de la Torre y Lorena Martínez lo que la coacción y compra de votos a Enrique Peña Nieto. El dinero público utilizado a favor del PRI, asomó para vergüenza de nuestra sociedad, el estado de excepción y la flagrante ilegalidad que los gobiernos en turno operaron a su antojo. Bien dicen que los que compran el voto para ganar no les tiembla la mano para robar. En Aguascalientes como en todo el territorio nacional el PRI coaccionó y compró votos a través de una y mil formas cuyas características se distinguieron de un estado a otro. Dádivas de todo tipo; despensas; dinero en efectivo; monederos electrónicos; tarjetas de prepago; materiales de construcción y las consabidas promesas de empleo que en el estado ofertó Lozano de la Torre a miles de jóvenes al anunciar la nueva planta automotriz Nissan que sirvió para vincular la propaganda política del “100 por ciento territorio del PRI” con la propaganda comercial del “Aguascalientes 100 por ciento Territorio Nissan”. Todo ello utilizado para favorecer a los candidatos del PRI, especialmente al candidato preferido del gobernador, Alfredo González, a quien de poco le sirvió que el PRI-Gobierno enlistara a miles de prospectos para Nissan con el gancho de la oferta laboral. A final de cuentas muy pocos serán los contratados y el PRI seguirá, fiel a su tradición, con esa enorme capacidad de corromper todo lo que toca. Así fue concebido desde su fundación, oprobioso y manipulador, instrumento de los poderes fácticos para hacer de la corrupción y la impunidad una singular forma de gobernar. Si el PRI en Aguascalientes a ese 33.74 por ciento de sufragios que por partido obtuvieron el pasado domingo 1 de julio, le deja sólo los votos libres y limpios de la ciudadanía, difícilmente alcanzaría un legítimo 10 por ciento.
Nadie duda que en México, después de la elección presidencial, no hay nada que celebrar. Sabemos que el impacto mediático fue brutal y que las televisoras siguen construyendo la historia de México en función del PRI y las mafias que lo controlan. Lo cierto es que en ninguna ciudad de la República Mexicana salieron a festejar el triunfo de Enrique Peña Nieto. Lo único que logra percibirse a lo largo y ancho de nuestro país, en todas las plazas públicas, en todos los centros de población, es el rostro desolado de la gente con un indescriptible signo de decepción y desencanto. El rostro de muchos pueblos, quiéralo o no Televisa, está marcado por la imposición de un candidato que compró la elección no la ganó. Dejarse vencer por la metralla mediática lanzada contra López Obrador es tanto como abandonar la lucha del cambio verdadero que millones de mexicanos y mexicanas seguiremos alentando pese a todo.