“…de vez en cuando hay que hacer una pausa, contemplarse a sí mismo sin la fruición cotidiana, examinar el pasado rubro por rubro, etapa por etapa, baldosa por baldosa, y no llorarse las mentiras, sino cantarse las verdades”. Mario Benedetti
Me gustan mucho las ceremonias en las que se le rinde homenaje a alguien que lo vale, en especial si son en vida y cuando su obra tiene que ver con el mundo del arte y la cultura; y me gustan también porque son terceros los que realizan un repaso histórico de las acciones que lo hicieron merecedor de tal acto. Mientras tanto, el protagonista del homenaje seguramente se sentirá un tanto abrumado con los discursos, felicitaciones y alabanzas, sintiendo en su fuero interno que tal vez otros lo merecían más.
El pasado 21 de junio, el Dr. Alfonso Pérez Romo, fundador y segundo rector de la Universidad Autónoma de Aguascalientes recibió la medalla Saturnino Herrán, que otorga la Fundación UAA, como reconocimiento a su larga trayectoria en el mundo de la medicina, la educación y las artes. En el acto estuvieron, el gobernador de Aguascalientes, Ing. Carlos Lozano de la Torre y su esposa, Blanca Rivera Río de Lozano, quien apoya con gran interés la cultura y el arte en el estado; también estuvo el actual rector, Mario Andrade Cervantes; el presidente de la Fundación UAA, Teodoro Olivares Ventura y el secretario General de la UAA, Francisco Javier Avelar González; además de familia, miembros de la comunidad universitaria y amigos.
El discurso del Dr. tuvo una acertada mezcla de academicismo, emotividad y cordialidad. Fue casi una charla entre amigos, sin el menor asomo de rigidez o acartonamiento y, como buen maestro, no pudo evitar darnos una pequeña cátedra de cómo concibe la universidad y la educación en general. Realizó una bella apología de la importancia del arte y las letras en la formación de los jóvenes universitarios; consideró como un reto el que la universidad sepa compaginar los conocimientos técnicos con la formación humanista, el dominio de los idiomas y sobre todo el desarrollo de la creatividad como una herramienta para la innovación y la adaptación a los diferentes ámbitos en donde deberán desenvolverse. Resaltó también el papel de la cultura y las artes como un camino para volvernos más humanos y sensibles.
Definió la universidad como “el espacio donde hombres diferentes pueden convivir con respeto en la discrepancia.” Habló con valentía de los grandes enemigos de las universidades y los agrupó en tres rubros: la masificación, la rutina y la burocracia. Aclarando que cuando la educación se masifica, se vuelve mecánica, fría y educa en serie, alejada de su misión de formar de una manera cercana y personal. No abundó en los otros dos aspectos porque creo que se definen por sí mismos.
El acontecimiento más noble del acto fue la donación de su biblioteca personal a la UAA y el reconocer que todos los logros académicos, entre los que destaca la creación de la carrera de medicina, se deben al gran equipo que trabajó con él. En todo momento manifestó que no merecía tantos reconocimientos y que lo único por lo que quería ser recordado, más que por todas sus andanzas profesionales y académicas, era por haber sido el principal promotor de que las mujeres tuvieran las mismas oportunidades que los hombres para acceder a la universidad, y se manifestó satisfecho cuando el actual rector comentó en su discurso que hoy recibe la universidad poco más del 50 por ciento de mujeres. Hubo un dato muy interesante, que mencionó el gobernador y que vale la pena resaltar y es el hecho de que el Dr. Alfonso Pérez Romo, sea responsable de que hoy en Aguascalientes se circule, con la civilidad y educación que causa la admiración de todos los que visitan nuestro estado y es la de dejar pasar un coche en cada crucero.
Una parte de la ceremonia que me llenó de emoción fue cuando el rector de la UAA, Mario Andrade leyó en su discurso una definición que el Dr. había escrito sobre el maestro ideal: “Un hombre que, además de ser sabio, es un hidalgo que frente al individualismo, antepone la solidaridad; frente a la envidia y al resentimiento, el saber ganar y perder; frente a la trampa, el juego limpio; frente a la corrupción, la integridad más honesta; frente a la soberbia una sencillez comprensiva; frente al apasionamiento la serenidad”. Esta descripción es una clara proyección de sí mismo. No existen mejores ni más acertadas palabras.
Definitivamente me gustan estas ceremonias donde se exalta la bonhomía de alguien como el Dr. Alfonso Pérez Romo, en ellas no hay discursos vacíos ni palabras sobrantes, todo parece fluir y desarrollarse en su justa medida. Pocas veces me ha tocado asistir a la entrega de una presea tan merecida. A pesar de que como el propio doctor me dijo: “No deja de sorprenderme por lo inmerecido, dicho sea sin falsas modestias; comprendo que en ocasiones las sociedades o las instituciones se forman una imagen y la proyectan en un individuo que se queda un poco perplejo, aunque también muy agradecido y bastante comprometido”. Y yo pienso que si la sociedad de Aguascalientes se ha formado una imagen y la ha proyectado en un hombre como el Dr. Alfonso Pérez Romo, es que hay muchas cosas buenas en ella.
Twitter: @petrallamas