Perdón por intolerarlos / Segundo debate - LJA Aguascalientes
22/11/2024

La pregunta del día, otra vez, será, ¿quién fue el ganador del debate? Pregunta retórica que sólo se realiza para levantar el puño en alto y designarse como vencedor de la conversación, eso es lo que hicieron los cuatro candidatos, Andrés Manuel López Obrador, Enrique Peña Nieto, Gabriel Quadri y Josefina Vázquez Mota, tras la transmisión del día de ayer, repetir ante sus seguidores que dieron los mejores golpes, que su estrategia funcionó y presentó de manera más clara sus propuestas. En la plaza y en el estudio, desde la tarima y ante las grabadoras, el programa dominical será únicamente un punto de referencia porque saben que los votos, todavía, se ganan en otra parte.

La pregunta del día, considero, debe ser otra, una que cuestione la utilidad de este tipo de ejercicios, ¿de qué nos sirven dos horas y cuarto de transmisión?, ¿qué ocurre tras bambalinas para que cada vez que finaliza un debate se repitan las mismas quejas acerca del formato?, y lo mucho que se desaprovecha la oportunidad de presentar propuestas y hacer de los debates un momento decisivo para convencer al electorado. ¿Para qué sirven entonces los debates?

Si nos guiamos por el desempeño de los candidatos es triste lo que los cuatro consideran que pueden hacer a través de la televisión.

Josefina Vázquez Mota realizó su “ejercicio de imaginación” y transformó a sus adversarios en la señora bien peinada mañosa y con malas compañías, otra bipolar que amanece amorosa por la mañana y en la noche acusa de traición, la tercera una señorita muy capaz con un problema grave porque tiene que pedirle permiso a su mamá para todo. Cerró su participación describiendo que la elección está entre quienes representan el pasado y quiénes el futuro, auguró el retorno del autoritarismo de ganar el PRI y ofreció estabilidad económica, seguridad y gobierno de coalición. Enfocada al final a obtener el voto de los indecisos.

Enrique Peña Nieto estuvo en otra parte, en otro canal, obstinado en defender la ventaja que le dan las encuestas, confundió propuesta con la repetición del spot, la posibilidad de mostrarse como el candidato de la paz (cualquier cosa que eso signifique) y ofreció reconciliación más allá de las diferencias legítimas, mayor espacio a las coincidencias, eficacia en el gobierno, pensión para el retiro, que México crezca tres veces más que lo que ahora ha logrado y con la mirada fija mejores sueldos.

López Obrador también habló de dos opciones, la del cambio verdadero o más de lo mismo, combatir la corrupción, acabar con el desempleo, la injusticia y la inseguridad. Hizo énfasis en terminar con la corrupción pues es su tema, además, subrayó que tiene la autoridad moral para lograrlo. Finalizó su participación con un llamado a todos los mexicanos a unirse para terminar con este régimen de corrupción y privilegios.

Gabriel Quadri, el vergonzoso caso de la participación del candidato de Elba Esther a quien tan le queda claro que lo que juega en las elecciones es el porcentaje con que Nueva Alianza buscará seguir manipulando la política nacional, que olvidó ser candidato e intentó moderar el debate, disfrazó la vacuidad de sus ofrecimientos convirtiéndolos en preguntas para los otros candidatos. Otra vez se abrogó el papel de ciudadano banalizando a la clase política, empleó la caricatura para denostar a quienes sí están haciendo campaña y compitiendo de forma real para obtener la Presidencia. Acusó de prometer sin decir los cómo y terminó haciendo algo igual de insulso, prometiendo un Moderno liberal, próspero, sustentable, un país de las reformas estructurales, claro, sin definir.

En resumen, ninguno de los candidatos aprovechó para presentarse como estadista.

Regresando al cuestionamiento que considero vale la pena, ¿para qué queremos debates? No se necesitan para compartir el diagnóstico, ese ya lo tenemos, sabemos de las áreas de oportunidad, de la desigualdad, están identificados los problemas. No sirven, por el formato, para presentar propuestas. No han sido aprovechados para cambiar las tendencias del voto, vamos, de acuerdo a sondeos de diversos medios, ni siquiera para convencer a uno que otro indeciso.


Deberían servir entonces para, como electores, ir exigiendo que las condiciones de la conversación atiendan las necesidades de la sociedad, ¿qué queremos saber?, ¿qué preguntas tenemos?, ¿qué nos preocupa?

Al finalizar el debate, a Enrique Peña Nieto le preguntaron si era el último encuentro en que participaba, la respuesta del priísta fue la de cajón, correctísima y apegada al guión que todos los candidatos del PRI tienen: “ya participé en los que establece la ley”. Cancelando así la posibilidad de tomar en cuenta la petición de los electores y hacer que los partidos dejen de jugarle al tonto con largas discusiones acerca del tamaño del atril, la posición de las cámaras o la aparición o no de una edecán. El resto de los candidatos no se quedan atrás, de frente a las cámaras su postura es la de pedir más espacios, en el war room las instrucciones son otras.

Últimos datos, relacionados con las redes sociales, especialmente Twitter y lo que se queda en el tintero por la hora del cierre:

Hablaron del tema 360 mil usuarios de Twitter, los usuarios de Internet podrán no significar (todavía) mucho, pero sin duda, tendrán que ser considerados por todos los actores como una fuente para la toma de decisiones, por lo menos en lo que a la realización de los debates (el formato, una y otra vez) se refiere.

La imprudente intervención de Felipe Calderón a través de Twitter, quien a través de su cuenta le contestó a Andrés Manuel López Obrador:

“Si el gobierno despidiera a todos los altos funcionarios, de director a Presidente, ahorraría 2 000 mdp, no 300 000 mdp. ½ sueldo: 1 000 m.”

¿Debió haber contestado Calderón? Sí, pero no a uno a todos, en tiempos revueltos una intervención así, a través de ese medio, es, por lo menos, desafortunada.

¿Para qué nos deberían de servir los debates? Para generar un diálogo, Calderón mostró con su atolondramiento una vía, qué pena que olvidó su papel y sólo mostró el encono contra un candidato.

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Director editorial de La Jornada Aguascalientes
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