Perdón por intolerarlos / Capulinita ilustrado - LJA Aguascalientes
22/11/2024

De un tiempo a esta parte, Capulina se ha apoderado del discurso político. La frase que distinguió al llamado rey del humorismo blanco forma parte de la réplica de la clase política: “No lo sé, puede ser, a la mejor, quizá, quién sabe, tal vez…”, es lo que responden de bote pronto, o lo que es lo mismo, cuando son sorprendidos por algún dato: No estoy enterado. Verificaré ese dato. Vamos a checar… Incluso tienen ya ensayado el gesto con que giran el rostro, levantan la ceja y dictan una orden con la mirada, y uno supone que se dirige al grupo de asesores que regularmente los rodea.

No importa el tema que se trate, Capulina les ayuda a salir del paso, a ganar tiempo y uno debe suponer que en verdad lo harán, que en un futuro cercano pedirán a su séquito que les actualice la cifra, le pasen el informe y le muestren el uso equivocado que hizo de alguna cifra o el olvido de algún nombre, sin embargo, lo cierto es que tras su respuesta, generalmente, no suelen responsabilizarse del asunto otra vez, prefieren mantenerse en el error mientras la información que usen les sirva para ilustrar su postura.

Por la serie de programas que La Jornada Aguascalientes está realizando (En Voz Alta. Martes por canal 30 de Ultravisión a las 22 horas) con el fin de que los candidatos de todos los partidos cuenten con un espacio en los medios para presentar sus propuestas y proyectos, he tenido la oportunidad de conversar con diferentes candidatos a diputados, lamentablemente, todos ellos parecen cortados por la misma tijera y estar aleccionados por el Capulinita cuando se les contradicen los datos que aprendieron de las tarjetas elaboradas por sus asesores, el conocimiento que tienen del Distrito que intentan representar es superficial, en general ven a los electores como la masa que los espera al pie del estrado o la mano a estrechar tras tocar una puerta, repiten de forma inclemente que saben de las necesidades de la ciudadanía y manosean sin vergüenza los datos de alguna encuesta que les dieron, los lugares comunes del diagnóstico: hace falta empleo, modernizar el campo, generar oportunidades para los jóvenes, cuidar a la tercera edad (les da prurito decir ancianos, como si fuera una mala palabra), impulsar a la pequeña y mediana empresa… y así, encubiertos en la corrección política, presumen que su campaña es a ras de suelo, que han tocado el corazón de la ciudadanía y merecen representarlos porque los conocen y los quieren. Sí, es este momento en que se puede insertar un clip de Homero Simpson diciendo: aburrido.

De vez en cuando, alguno de los aspirantes recurre a un dato estadístico, invariablemente para subrayar la ineptitud de un partido, por ejemplo, equis gobierna mal porque los datos muestran que está en primer lugar de desempleo, y sonríe satisfecho como escolapio que ha enumerado todos los sacramentos; pero cuidado con intentar profundizar en el dato, preguntarle, por ejemplo, la relación entre competitividad y desempleo, porque entonces acuden al Capulinita.

Lo más grave quizá, es que fuera del discurso aprendido de: quiero ser legislador porque tengo vocación de servicio y para apoyar decididamente a… (Otra vez Homero: aburrido) los aspirantes a legisladores no saben a qué van a la Cámara (diputados o senadores). Sí, es posible que puedan hacer referencia a las tareas que corresponden a un legislador, pero eso lo puede hacer cualquiera tras una búsqueda en Google, vamos, hasta es posible citar el artículo constitucional que determina lo que se debe hacer.

Otro ejemplo, cuando se les han presentado datos acerca de lo que gana un legislador, la reacción primera es de sorpresa, un honesto desconocimiento de cuánto se pueden embolsar de ganar las elecciones. Cuando se les indica que si bien el salario neto de un diputado es de poco más de 150 mil pesos pero en realidad su remuneración mensual puede alcanzar los 220 mil pesos, después de cerrar la boca, sólo se les ocurre decir que no estaban enterados y van a verificar el dato (La información proviene del estudio ¿Cómo y cuánto gasta la Cámara de Diputados? elaborado por María Amparo Casar Pérez para los cuadernos de debate, de la serie El uso  y abuso de los recursos públicos del CIDE [http://goo.gl/AAKhh]).

Peor si uno les cuestiona si tienen alguna propuesta para cambiar las condiciones injustas (por decir lo menos) que reflejan el que un diputado gane 83 veces el salario mínimo o 15 veces el pib per cápita, simplemente no saben, no tienen idea. ¿Es grave?, considero que sí, gravísimo, deje a un lado que no sepan lo que recibirán por el puesto al que aspiran, la pena ajena se apropia de uno cuando los imagina durante su primer día en alguna de las Cámaras, buscando desesperadamente quién les diga cómo y qué debe de hacer, ojiabiertos por la remuneración y las prebendas que se han merecido.

No es difícil entender entonces, cómo es que todo se detiene en las manos de los diputados y senadores, pues no es de dudar que como los aspirantes de Aguascalientes, la ignorancia y el capulinismo se repita en todos los estados de la República, que personajitos oscuros y de mediana estatura se encuentren detrás del trono y sean el verdadero poder, porque saben la tonada que hace bailar al perro.

Así las cosas, sólo queda insistir una y otra vez en que presenten sus propuestas, para saber si alguno de ellos (o sus asesores) tienen idea de lo que van enfrentar.



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