El desenlace que ha tenido la campaña electoral en las últimas semanas ha generado un proceso de nerviosismo en nuevos y viejos actores de la política mexicana y tiene que ver con los escenarios que se presentan antes de iniciar el conteo regresivo de la campaña presidencial, que se inicia -creo yo- al concluir el segundo debate.
Particularmente, en lo últimos seis años, la élite priísta empezó a diseñar una estrategia para recuperar la Presidencia. Empezó a generar las condiciones para volver al primer plano y enfiló sus baterías en sectores estratégicos que le dieran nuevamente la competitividad que requería.
En primer lugar un gran acuerdo con las dos televisoras que transmiten programación abierta, particularmente con Televisa. En segundo lugar y en acuerdo con Televisa, construir un candidato con los atributos que tienen sus galanes de telenovela y que pudiera venderse bien. Le consiguieron una novia claro, de la misma empresa, lo arroparon de una buena historia y lo sacaron a la venta.
Recordemos que anteriormente hicieron lo mismo en Monterrey con Rodrigo Medina que era secretario de Gobierno. Televisa incluso antes que el PRI, lo empezó a candidatear para que el partido lo eligiera como su candidato a gobernador. Finalmente lo logra y sin pudor alguno, salía en todos los programas de Televisa Monterrey. A sus mítines de campaña asistían artistas que se convirtieron en promotores del voto. Emilio Azcárraga ha de estar francamente arrepentido pues resultó ser un fiasco y tiene a uno de los estados más ricos del país en la ruina. Pero como no pagan ninguna consecuencia, los regiomontanos van a tener que aguantar seis años de este pésimo mandato.
En tercer lugar, un gran acuerdo con una parte importante de la cúpula religiosa, (la otra parte tiene acuerdo con el PAN) además de un pacto con una parte de empresarios con los que el PRI ha hecho negocios desde hace mucho tiempo y que el PAN cuando asume el gobierno, los tiene totalmente congelados.
En lo que se refiere a los factores internos, le apostaron a ganar todas las elecciones locales y el mayor número de gubernaturas. Le apostaron ganar todas y por poco lo logran. El PRI perdió sólo cuando hicieron alianzas el PAN y el PRD. Si esa alianza se hubiera mantenido en todos los procesos electorales, hubieran ganado sólo Tamaulipas, pero como no se concretaron mas alianzas, el PRI hoy gobierna 20 estados de la República.
En la parte de las condiciones subjetivas, le apostaron al desgaste de Felipe Calderón y su estrategia para enfrentar el crimen organizado, que dicho sea de paso, los estados con mayor inseguridad son los que gobierna el PRI.
Con esta artillería que no es menor, se sintieron totalmente confiados y por su amplia exposición en medios, Peña Nieto se mantiene como puntero en las encuestas desde hace más de dos años. Pero, ¿ya estará resuelta la elección como dicen? ¿Por qué el cambio repentino en donde arrecian las hostilidades contra Andrés?
Si se observa las reacciones contra Andrés y su equipo, son desproporcionadas. Lo van a demandar porque Ricardo Monreal dijo que el PRI tenía 40 asesores. Los priístas se retuercen de la indignación. ¿No es más fácil decir demostrar que lo que dijo el coordinador de la campaña de Andrés es equivocado? El encuentro grabado con empresarios donde se pide dinero a nombre de Andrés.
Nuevamente los priístas y los medios de comunicación afines al candidato del PRI lo exponen hasta la saciedad. Hay un antecedente importante que debilita este ataque y es la austeridad con la que Andrés se conduce en los gastos de campaña en relación a sus dos competidores, pero en este momento cualquier tema es bueno para fustigar al candidato de las izquierdas. En el caso de Josefina, mandan a los desleales y al yunque a denostar a la candidata del PAN.
En segundo lugar las encuestas. Aparentemente hay 14 puntos de diferencia entre Peña Nieto y Andrés y en algunas otras el porcentaje es mayor. Pero si el margen es tan amplio y ellos están tan seguros ¿por qué endurecieron el discurso y pierden la compostura con tanta facilidad? La clave a esta conducta está en los porcentajes del voto duro, el voto volátil y el indeciso. Esto cuantitativamente hablando y con sus cifras, nos indican que la elección no está resuelta.