Considerando que los conceptos teóricos que han sido aportados por los clásicos de la economía, los marxistas y los post-marxistas avalan conceptos científicos para hacer evolucionar los modelos económicos de cualquier país, toda vez que son universales y, sobre todo, en cualquier momento histórico y que lamentablemente en países como el nuestro no han sabido asimilar las teorías de modelos a través de la historia, a sabiendas que contamos con una geografía favorable y extraordinaria para hacer de este país modelo económico por la gran variedad de recursos naturales, basta hacer un recorrido desde el sur. Chiapas y el Soconusco; Veracruz, la joya del golfo; Tabasco, el Edén, Yucatán, Quintana Roo, etc., pasando por el Centro y Norte de nuestra República Mexicana que, según apreciaciones de los japoneses, bastaría una de estas regiones para hacer maravillas y que no se han sabido aprovecharse a través de los años; ¡qué años!, siglos y seguimos hundidos en la medianía de generación en generación.
Haremos referencia a un gran teórico de la economía de la crisis de los 30s del pasado siglo, al polaco Michael Kalecki, concretamente con su teoría de la Demanda Efectiva que, a comparación de la teoría de John M. Keynes, provocaría una revisión total en el pensamiento económico sobre el capitalismo, ya que, partiendo de la premisa de que en una economía mercantil – como la capitalista – se produce con el propósito de realizar las mercancías y obtener la plusvalía como premisa burguesa, o sea venderlas en su precio de producción y con ello obtener la ganancia que ellas contienen, en razón de esto, es el mercado el que determina los niveles de actividades económicas: producto, empleo, ganancias y salarios, el límite último de dichos niveles está dado por las capacidades productivas existentes, por su magnitud real está definida por el comportamiento del mercado, o sea por la demanda efectiva, ya que en el capitalismo desarrollado sucede, además, que la demanda es normalmente inferior al producto que generalmente podría generarse.
Cuando la oferta es menor a la demanda, la producción aumenta; lo contrario ocurre cuando la demanda es inferior a la oferta; dentro del capitalismo desarrollado, la demanda crea su propia oferta. La Teoría de Distribución de M. Kalecki recaba la idea básica de Carlos Marx sobre la lucha de clases como elemento decisivo en la configuración de dicha distribución, pero también se considera la capacidad de los monopolios para incidir en la determinación de los precios y, por lo tanto, la distribución del ingreso depende, dentro de su razonamiento, de cuánto sea el poder de las empresas para elevar sus precios por encima de sus costos; dicha distribución depende de la fuerza de trabajo de los obreros para exigir salarios monetarios altos que no se traduzcan en precios elevados.
El gasto de los capitalistas y la distribución del ingreso determinan la demanda efectiva y, por lo tanto, los niveles de la actividad económica; en realidad, a través de su gasto, los capitalistas determinan su ganancia. Dada esa ganancia y dada la proporción de las ganancias en el ingreso, se establecen tanto los salarios totales pagados como el ingreso nacional, el que se compone de ganancias brutas y salarios totales. Un aumento de los salarios no provocará una caída en las ganancias; en efecto, si los salarios crecen y los precios no aumentan, los capitalistas no reducirán inmediatamente su gasto en términos reales, por lo tanto, como el gasto capitalista no cae, sus ganancias tampoco se reducen; lo que ocurre es un aumento de la producción, con el que se cubre el aumento de los salarios y del consumo asalariado y un aumento en el grado de aprovechamiento de las capacidades productivas. Los capitalistas se apropian de una proporción menor de un producto mayor.
El problema principal de una economía capitalista desarrollada es el adecuamiento de la demanda efectiva; una economía de este tipo posee una dotación de capital que, más o menos, se adecua a la fuerza de trabajo existente y, por lo tanto, podría generar un ingreso per capita alto, siempre que sus recursos fueran utilizados plenamente. Con anterioridad se pensaba que esto ocurría automáticamente, que una economía de esta forma tiende a mantener el pleno empleo y, por lo tanto, el desempleo debe considerarse como una desviación accidental de breve duración, de la plena utilización de los recursos, una fricción poco importante de la que se puede hacer abstracción. Una revisión básica de la opinión anterior ocurrió durante la Gran Depresión de los 30s, en la que el sistema capitalista fue sacudido desde sus bases; esto no es la excepción de las crisis recurrentes y la más reciente es la resaca que estamos viviendo actualmente y que aún no termina.
En realidad, está claro, para todos los que estamos inmersos en un sistema capitalista en crisis, que el problema de la subutilización de recursos es inherente a una economía capitalista tanto desarrollada como subdesarrollada, como la nuestra, y que, potencialmente, al menos, puede emerger en cualquier momento. Ahora, el pleno empleo se mantendrá siempre que la inversión sea lo suficientemente alta para absorber este superávit; sin embargo, si la inversión es menor que los ahorros de los capitalistas, parte del producto quedará sin vender y así se producirá una acumulación de existencias de mercancías. ¿Nos dicen algo estos conceptos vertidos por un teórico de la época de la crisis de los 30s del siglo pasado, como lo fue también John M. Keynes? Y dejamos una reflexión a nuestro desgastado sistema económico de muchos años para cambiar de tajo o seguiremos inmersos en crisis recurrentes por los siglos de los siglos.