[Especial] Entrevista con Otto Granados / México con una democracia aún deficiente y una ciudadanía de baja intensidad - LJA Aguascalientes
21/11/2024

Ex gobernadores hablan con La Jornada Aguascalientes sobre su perspectiva rumbo a la renovación de los poderes

A partir de hoy y en los próximos dos lunes, estaremos publicando la opinión de quienes han tenido a su cargo los destinos de Aguascalientes: Otto Granados Roldán (PRI, 1992-1998); Felipe González González (PAN, 1998-2004) y Luis Armando Reynoso Femat (PAN, 2004-2010)

Sea este un ejercicio que siga contribuyendo a la formación de opinión libre y responsable entre la ciudadanía


Otto Granados Roldán
México con una democracia aún deficiente y una ciudadanía de baja intensidad

  • En Aguascalientes, volvemos al primitivismo político, a la corrupción pura y dura, y al cinismo como hábito de vida

  • Buena parte de la vida política actual está inundada de bárbaros y esto no sólo es un problema ético y estético, sino de resultados

  • El nuevo gobierno no empezará de cero: hay políticas públicas que deben ser mantenidas y mejoradas como la estabilidad macroeconómica o los avances en el tema del Seguro Popular

  • Se necesitan gobernantes profesionales, transparentes, con sentido de estado,  visión de futuro y del mundo, y que den resultados positivos, tangibles y concretos y resistan la prueba del tiempo

  • Reyes Heroles sigue siendo un referente intelectual de la acción política en México y las últimas grandes reformas las hizo Carlos Salinas

  • En el 2012 va a ganar el PRI, después de eso, es muy pronto para saberlo



Somos aún una democracia deficiente

Otto Granados Roldán mencionó, con respecto a la evaluación del presente proceso electoral y el rumbo que lleva la democracia de la nación, que la visión es por necesidad múltiple, no homogénea. Por un lado, tenemos campañas muy profesionales, unas con más aciertos que otras, pero que en general muestran una vida electoral razonablemente rica desde el punto de vista técnico, es decir, manejo de comunicación, cuartos de guerra, redes sociales, etc. Pero por otro lado, no deja de ser notorio que desde el lado programático ya no hay demasiado que agregar a la enorme cantidad de estudios y reportes que se han producido en México y en Estados Unidos acerca del “qué” de las reformas que el país necesita; todos los candidatos tienen más coincidencias que diferencias, y en todo caso lo relevante es el “cómo” y el “cuándo” de las reformas, su alcance y profundidad, y la creatividad con que se emprendan. Y esto es todavía una gran incógnita para mí. Dicho esto, somos aún una democracia deficiente donde conviven la normalidad electoral con hábitos políticos predemocráticos y con una ciudadanía de baja intensidad, que a pesar del griterío con que a veces se expresa, como por ejemplo en las docenas de membretes que hay en torno a la seguridad, no logra cuajar como una ciudadanía profesional  ni logra movilizar al resto en torno a causas o banderas comunes.


El problema del PAN es que jamás dejó de ser oposición y no ha podido ser gobierno

Quien dirigiera los destinos del estado durante el periodo 1992-1998, consideró que la continuidad en los gobiernos, la transición y la alternancia forman parte natural del paisaje político. Al PAN le está costando sangre el fracaso de sus dos presidencias, mucho más evidente en el sexenio de Fox, y el electorado le dará un voto de castigo durísimo porque es cruel procesar el hecho de que le tomó 69 años llegar al poder en el plano federal, desde 1939 en que fue fundado, y lo dejarán tras apenas 12 años de ejercerlo. Y más aún: en un contexto democrático, que en sus orígenes era su principal bandera. El problema del PAN es que jamás dejó de ser oposición y nunca se atrevió o no pudo o no quiso ser gobierno. Sin embargo, hay por fortuna políticas públicas que deben ser mantenidas y mejoradas como la estabilidad macroeconómica o los avances en el tema del seguro popular. Así que el nuevo gobierno no empezará de cero.


Candidaturas ciudadanas, poco funcionales en la vida política real

Con referencia a las alianzas partidistas, los movimientos de partidos, las candidaturas ciudadanas, Otto Granados considera que no constituyen la certeza de un sistema de partidos políticos fuertes, capaces de promover gobiernos exitosos.

Por el contrario, mencionó que lo que da esa certidumbre es tener una arquitectura política, jurídica e institucional suficientemente moderna así como una cultura ciudadana suficientemente madura para ejercer sus derechos y cumplir sus obligaciones. Hay una cierta retórica en cosas como candidaturas ciudadanas que suenan bien pero son poco funcionales en la vida política real. Y un gobierno exitoso depende de gobiernos profesionales y con visión, de políticas públicas inteligentes, bien diseñadas y bien ejecutadas, de entornos nacionales e internacionales favorables, esto es lo que hace exitosas a las administraciones.

Sobre el marco que regula todo lo concerniente al tema electoral, Granados Roldán consideró que aún quedan asignaturas pendientes. Por ejemplo, dijo que una es la reelección de diputados y alcaldes; otra es elevar los costos del registro de los partidos; una más es corregir las disfunciones del sistema de proporcionalidad electoral que premia y castiga en exceso; otra más es introducir la responsabilidad social legislativa, y finalmente hacer mucho menos rígidas las reglas de la contienda. La de 2007 fue una contra-reforma electoral que hizo de las campañas no un verdadero debate, abierto y formal y en los medios normales o tradicionales, sino que ha incentivado un mercado negro donde todo lo que no se puede decir en los otros medios se dice en las redes o en las calles.


Democracia de calidad sólo con crecimiento económico sostenido y con mejor distribución del ingreso

Otto Granados recordó que desde el momento en que ejerció la titularidad del Poder Ejecutivo hasta la época actual, la normalidad electoral se ha distinguido como uno de los más grandes avances democráticos. Pero algo nos dice que somos uno de los tres países con menor apoyo a la democracia en América Latina, y que seamos calificados como “democracia deficiente” en el índice de The Economist. Para pasar a ser una democracia de calidad lo que se necesita es que ésta provea de los bienes públicos necesarios para elevar el nivel de vida de la gente, y esto se condensa en dos cosas: crecimiento económico sostenido y mejor distribución del ingreso.

 

 

Para que el ciudadano experimente mejores épocas de bienestar tendrán que tomarse decisiones drásticas y complejas

“Si queremos una democracia que funcione, no hay más remedio que aceptar que conlleva costos y entender que supone derechos, obligaciones y responsabilidades. De otra manera, la nuestra seguirá siendo una democracia improductiva y decepcionante”, opinó el ex gobernador de Aguascalientes.

Detalló que el problema es mucho más sofisticado porque el desencanto con una forma de gobierno no sólo la debilita directamente sino que incentiva los retrocesos y mina la energía ciudadana necesaria para producir cambios de relevancia.

“¿Qué es lo que pasa?”, se preguntó, y al mismo tiempo respondió: lo primero es que, contra la incontinencia retórica que frecuentemente distinguió el discurso democratizador de los años setenta y ochenta, su valoración hoy es menor que antes del año 2000, cuando ocurre la alternancia. La razón principal es que las expectativas que se generaron eran por completo inalcanzables, y como además  la grave incompetencia política, técnica e intelectual de gobiernos panistas como el de Fox, o localmente los de González y de Reynoso hicieron de los gobiernos derivados de la alternancia un fracaso, entonces la desilusión fue el resultado automático.

Puede decirse que hizo y hace falta una especie de pedagogía colectiva que muestre los alcances y limitaciones de la normalidad democrática, sí. Pero en ese supuesto es útil plantearse una disyuntiva que consiste en ver la democracia en una perspectiva mínima, es decir, como un procedimiento para elegir libremente a los gobernantes y nada más, o bien, como tú me preguntabas, como una democracia de calidad, que facilite la provisión de otros bienes públicos.

El segundo significado es que si el aprecio democrático es tan bajo entonces son naturales los incentivos para preferir otro tipo de regímenes que, sin importar su arquitectura institucional ni el respeto a las reglas del juego, ofrezcan los satisfactores materiales que a la gente le importan en lo inmediato. Una situación así inhibe el componente activo ciudadano, propio e indispensable en toda democracia consolidada. Es decir, para que el ciudadano experimente mejores épocas de bienestar tendrán que tomarse decisiones drásticas y complejas. Pagar impuestos, abrir a la participación privada los tesoros de la nación o cumplir la ley no son exactamente hábitos arraigados en el comportamiento del mexicano, y todas son medidas tan impopulares como urgentes.


Aguascalientes ha desaparecido del mapa nacional de los gobiernos efectivos y exitosos

Si pudiéramos designar a los precursores de la democracia moderna de México y de Aguascalientes, usted ¿a quién nombraría y por qué?, se le preguntó; a lo que Otto Granados respondió con otra interrogante: “¿hay una democracia moderna en Aguascalientes?” Esa sí que es una noticia para mí. Lo que hubo en 1998 fue una alternancia en un contexto electoral democrático pero lo que veo hoy es un claro regreso al primitivismo político, a la corrupción pura y dura, al cinismo como hábito de vida, al aislamiento provinciano de un estado que por cierto casi ha desaparecido del mapa nacional de los gobiernos efectivos y exitosos. Como diría un amigo mío: les  sobra vulgaridad y les falta universo.

Otto Granados dijo pertenecer a una corriente de pensamiento posdemocrático, es decir, que asume que la democracia hay que cuidarla, mejorarla, perfeccionarla, pero ya no es sino una condición necesaria más no suficiente. Ahora lo que se necesita son gobernantes profesionales, transparentes, con sentido de estado, visión de futuro y del mundo, y que den resultados positivos, tangibles y concretos y resistan la prueba del tiempo.

El ex gobernador de Aguascalientes dijo tener mucho respeto por los ex presidentes Ricardo Lagos de Chile, Cardoso de Brasil, Hável de la República Checa, la señora Thatcher,  Miterrand, “en fin, de los tiempos modernos son algunos por los cuales tengo admiración”.

Me parece que Reyes Heroles sigue siendo un referente intelectual de la acción política en México y que las últimas grandes reformas, por lo menos desde la segunda mitad del siglo pasado, las hizo Carlos Salinas. ¿Cómo veo hoy las cosas? Pienso que lo relevante es la posición moral que se tenga ante el poder, la política, el compromiso y la conciencia. Esa es la esencia que parece haber desaparecido, allí está el verdadero poder de la política. No hay un sentido de propósito. La chabacanería ha reemplazado la majestad, en el mejor sentido de la palabra. La ocurrencia ha sustituido la idea. Y la inmediatez opaca la visión de largo plazo. Buena parte de la vida política actual está inundada de bárbaros y esto no sólo es un problema ético y estético, sino de resultados.


Con algunas excepciones, el poder de los gobernadores no está produciendo administraciones  efectivas

Ante las preguntas de La Jornada Aguascalientes, sobre  ¿cómo se encuentra en este momento el Federalismo mexicano?, y en particular, ¿cómo debe dirigirse el Pacto Federal luego de la renovación de los poderes?, Otto Granados respondió con claridad: a ver, en una perspectiva nacional, el poder presupuestal y político de los gobernadores no está generando un alto valor agregado en la producción de bienes públicos como el crecimiento, la competitividad, la eficiencia de la gestión pública o la transparencia y sí, en cambio, está creando incentivos para la ejecución de políticas públicas de bajo impacto y de prácticas políticas que no contribuyen a mejorar la calidad de la democracia. Es decir, con algunas excepciones, el poder de los gobernadores no está produciendo gobiernos efectivos.

Dicho de otra forma: el fortalecimiento de los procesos de descentralización, del que los estados -y los propios gobernadores- se pueden seguir beneficiando en el futuro, pasa necesariamente por el establecimiento de un nuevo marco institucional de indicadores y reglas para medir la eficacia de las administraciones estatales, modernizar las formas de asignación de los presupuestos públicos y evaluar los resultados reales. No se puede gobernar seriamente sólo con gacetillas, boletines y fotografías.


No me veo en la política de carácter electoral

Otto Granados se descartó de en un futuro buscar alguna posición política electoral, al advertir que, luego de dejar el gobierno, tuvo la suerte, la necesidad o el tino de reinventarse profesionalmente; de dedicarse con un elevadísimo grado de satisfacción y de libertad a la academia, el análisis, el periodismo de opinión y la consultoría. “Trabajo mucho, viajo constantemente, doy unas 30 o 35 conferencias por año, tengo un networking con colegas en muchos países con los cuales desarrollamos programas y proyectos diversos, en fin, no me veo en la política de carácter electoral. Soy bastante feliz así y creo además que es una forma muy valiosa de servir a la comunidad”.

Para concluir la entrevista, se le preguntó al ex gobernador Otto Granados sobre sus pronósticos el próximo 1 de julio y dijo sin duda alguna que en el 2012 va a ganar el PRI. Y que sobre los años siguientes, es demasiado pronto para saberlo.


Segunda entrega, lunes 18: Felipe González González


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