- Es necesario crear un santuario internacional para Posada, el personaje más universal de Aguascalientes
- Lo merece porque es un gigante del arte mexicano y del arte universal
Por José Alberto López Sustaita
Aguascalientes podría convertirse en una meca de Posada, así como va gente de todo el mundo a la Casa Azul en Coyoacán a ver todo lo de Frida Kahlo, imagina el historiador Agustín Sánchez González, estudioso desde hace dos décadas de la gráfica mexicana y especialista en la vida y la obra de José Guadalupe Posada de quien ha escrito un par de libros que son referencias indispensables.
En su más reciente visita a la tierra natal del genial grabador, el centenario de cuya muerte se conmemorará el próximo 20 de enero –donde presentó en la pasada Feria del Libro su antología de crónicas de un siglo sobre la Ciudad de México editada por Conaculta–, el historiador sugiere “crear un santuario internacional, que vengan de todo el mundo a ver a Posada, que sin duda es el personaje más universal de Aguascalientes”.
“Es algo que necesita Aguascalientes, y que necesita Posada. Posada lo merece porque es un gigante del arte mexicano y del arte universal. No se ha medido su impacto, la gente aquí no lo valora”, afirma Agustín Sánchez.
Está en el sentido común, la gente de la calle tiene la imagen de Posada, pero ciertamente la más mitificada. Se le conoce, se le reconoce en la superficie, en lo más simple. Y un caso típico es La Catrina que, como sabes, nunca se llamó La Catrina.
Sí, de hecho es uno de los cuestionamientos que yo he venido haciendo. A mí me ha parecido absurdo, y así lo dije desde el principio, que este año se declarara “Año de La Catrina” cuando lo importante es Posada.
Y el año que entra, cuando se cumple el centenario de Posada, “habría que echar toda la carne al asador, toda la fiesta”, insiste. Y llama a no esperar los siempre regateados apoyos institucionales. En el sitio que mantiene en Facebook, donde se le encuentra como “José Guadalupe Posada Aguilar (1852-1913)”, el historiador y persistente promotor establece en su post más reciente que “la capacidad y multiplicidad de Posada es única. Rastrear su obra, crear un inventario es una de las grandes tareas. Se aceptan voluntarios”.
Ahí mismo se refiere a uno de los grandes mitos sobre los que perezosamente se hace descansar la fama de Posada: “La Catrina es una invención. No la hizo Posada. Lean el artículo que publiqué en junio de 2011 en la revista Relatos e Historias en México”, donde refiere al prólogo de Diego Rivera a la monografía de grabados de Posada editada en 1930, y a su célebre mural Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central realizado en 1948 en la Ciudad de México donde la calavera de la “india garbancera”, “gata ingrata” de Posada aparece con cuerpo (esquelético, desde luego) y vestida elegantemente: una recreación de Rivera que hizo nacer el mito de La Catrina.
Yo he dicho varias veces que Posada es un rompecabezas, continúa el historiador Agustín Sánchez.
¿Y en este rompecabezas no podría distinguirse entre el Posada comercial –el del trabajo de supervivencia, el trabajo del diario–, el Posada ilustrador y el Posada caricaturista?
Es que Posada está en todo. Yo no le veo diferencia, yo creo que Posada es un trabajador de la imagen.
Que nunca quiso ser genio, que nunca supo que era genio.
Nunca lo supo. Una de las frases que más me han gustado de lo que he escrito, miles de palabras después de 30 años de periodismo, es que “Posada nació el día que murió don Lupe”. Don Lupe era el borrachito que iba de taller en taller, a chambear, que le pedían un retrato de don Porfirio y lo hacía, que le pedían un retrato de Madero y lo hacía… Yo sí creo que no todo tiene que estar ideologizado. Yo creo que es un error descalificar a los personajes históricos a partir de la política y de la ideología.
“Posada era un cronista gráfico que hacía lo que le pedían y lo que le daba a entender la vida. Y la genialidad. Los tres más importantes muralistas de México –Rivera, Orozco y Siqueiros– se nutren de Posada, lo asumen como origen y como sustento, como referencia y como modelo. Y el Taller de la Gráfica Popular. Y ahí viene otro de los mitos, cuando Leopoldo Méndez hace ese retrato de Posada que es maravilloso estéticamente pero falso históricamente, donde lo pone como un radical”.
Se refiere, desde luego, al grabado de Posada supuestamente atestiguando por la ventana de su taller la represión de una manifestación antiporfirista, en la imposible compañía de los Flores Magón, el paradigmático retrato de Leopoldo Méndez que en 1953 lo consagró como lo que no era y tal vez no le interesaba ser: un precursor de la Revolución.
La otra historia es la de los otros personajes de Posada, que tampoco se conocen. “Posada no es las calaveras solamente, Posada es mucho más. Desde hace un par de años, cuando se acercaba el centenario, empecé a proponer en diversos lugares hacer un homenaje nacional a Posada. Todos los museos tienen algo que decir de Posada, todos sin excepción. No hubo mucho eco”.
El jueves 19 Conaculta informó que durante la reciente Reunión Nacional de Cultura en Hermosillo –que integran las secretarías e institutos de cultura estatales– se anunció que el próximo año se realizará un homenaje en todo el país a Posada en el centenario de su muerte: “se convocó a todas las entidades que tengan obra de Posada para que participen en una magna exposición dedicada al artista, donde Aguascalientes será el centro de esta conmemoración”.
Y por qué no difundir a Posada… pues con lo que hacía Posada: con hojas volantes, en las paredes…
O por radio, o en la televisión… Ése es el problema, que no se hace. Es como una gran cruzada nacional: independientemente de que apoyen o no los gobiernos, tiene que hacerse. Este hombre merece todo. No tuvo nada, y merece todo. Es el tiempo de hacer todo este rescate. Por ejemplo: me llama mucho la atención no encontrar sobrevivientes de Posada. Eran nueve Posada, ¿dónde están? Hay, por ejemplo, el mito del origen tlaxcalteca de Posada.
“Hay que picar piedra, ante un mito tan gigantesco, tienes que desmontarlo. ¿Cómo?, con información, de todas partes. Para que siga siendo igual de grande, dice. Yo creo que ésa es la titánica labor a la que tiene que entrar mucha gente, y que no puede esperar”.
Agustín Sánchez es autor del libro Posada. Un artista en blanco y negro, publicado por Conaculta en 1996 y con cinco reediciones –ahora mismo inencontrable–, que ha vendido 20 mil ejemplares “porque es un libro muy bonito y muy barato, y eso da idea del impacto que tiene Posada”. En 2008 con Planeta publicó Posada, presentado en febrero pasado en el museo fundado en El Encino hace 40 años para albergar parte de la obra del grabador.
Hace cinco años lo invitaron a integrarse al consejo consultivo para la remodelación, “cuando acababan de comprar la casa de al lado y se amplió el museo, porque el museo era muy chiquito. Vine varios meses, cada dos o tres semanas, hasta que lo terminaron. Yo era un asesor, miembro del consejo consultivo del museo. Que al final yo ya no intervine, y al final siento que se volvió a lo mismo sólo que más grande y más bonito: se siguió solamente con las piezas de Vanegas Arroyo, las piezas tradicionales, y no con el cuestionamiento que yo venía haciendo. Un cuestionamiento de buena fe”.
Yo propuse, cuando estaba la administración anterior, concluyó Agustín Sánchez, la creación de un centro de documentación: el museo no puede trabajar solamente con un director, tiene que haber un centro de investigación, tiene que haber investigadores, tiene que haber una serie de cosas que no hay: conservación, catalogación, difusión, todo lo que es un museo.