La fábula de la rana y el escorpión: Dicen que un escorpión quería cruzar el río y para ello le pide a la rana que, nadando, lo lleve sobre el lomo. La rana se niega argumentando que “si lo hiciera, estaría a merced de tu enorme poder de quitar la vida a cualquier ser viviente con un solo aguijonazo”. El escorpión le responde que si así lo hiciera, ambos se hundirían ahogándose en el río. De esta manera, la rana accede confiando en que tan lógico razonamiento impediría al escorpión usar su aguijón. A mitad del río, montado el escorpión sobre la rana, éste extiende su aguijón y de un certero golpe, la hiere de muerte. Agonizando y punto de hundirse ambos, la rana alcanza a preguntarle por qué lo habría hecho ya que en unos momentos más a ambos les costaría la vida. El escorpión, por toda respuesta le dice “ejercer el gran poder que tengo es un instinto mucho más fuerte que el de mi propia supervivencia”.
El síndrome que sufren muchos que alguna vez han tenido poder es como el del escorpión; no pueden evitar actos temerarios del poder cuando este es ilimitado. Múltiples han sido los eventos que, en las recientes semanas, han arrojado sobre las noticias del mundo político mexicano significativas evidencias del comportamiento irracional de los poderosos, donde la única explicación congruente es la posibilidad de la práctica del poder ilimitado. Uno es el conjunto de acciones que de la historia rescata la película Colosio, el asesinato. Otros son el abierto apoyo que el ex presidente Fox solicita a favor de la candidatura de Peña Nieto y la fallida pretensión de convertir la captura de una persona vinculada al narcotráfico en éxito mediático de la política presidencial de combate a la delincuencia.
Circunstancialmente, es otra noticia reciente la que permite tener una idea de lo que significa tener tan enorme poder y conocer su dualidad inherente: el pavor -para quienes lo detentan- de perderlo y la necesidad de ejercerlo.
El Instituto Federal de Acceso a la Información y Protección de Datos (Ifai) ordenó al Servicio de Administración Tributaria (SAT) entregar los nombres de las 679,035 personas físicas y morales beneficiadas con la cancelación masiva de créditos fiscales en 2007, que alcanzó 73,960 millones de pesos. De acuerdo con la información que ha hecho pública el SAT, en el proceso en cuestión se cancelaron 8,843 créditos, de uno a cinco millones de pesos; mil 729 de cinco a 25 millones de pesos; 166 de 25 a 100 millones, y 15 créditos de 100 a 500 millones de pesos.
Esta nota del 21 de junio del 2012 nos lleva a recordar que desde hace casi tres decenios se han mantenido regímenes especiales de tributación que privilegian a ciertas personas y grupos que en su conjunto -como lo reconoció el propio secretario de Hacienda en comparecencia en el Congreso en 2009-, representan una pérdida recaudatoria de 464 mil millones de pesos tan sólo ese año. Extrapolando esa cantidad, puede suponerse de manera conservadora que el grupo en el poder habrá podido disponer en 30 años, directa o indirectamente del erario público, una cantidad equivalente al PIB mexicano de este año. A esto habría que añadir el cobro por componendas y comisiones por negocios, como puede suponerse de los proyectos de energéticos y de telecomunicaciones tan comunes en este período neoliberal. Asimismo, por la hechura a modo de los marcos legales de la agroindustria, radio y televisión, por mencionar sólo algunos.
Los reconocidos economistas Gary Becker y Joseph Stiglitz, premio Nobel 2001, coinciden en que el “capitalismo de amigotes” consiste en una estructura de favores, privilegios y nexos entre las autoridades y agentes privados o burocráticos, mediante los cuales, logran comprar voluntades.
Por cuarta vez, ordena el IFAI al SAT dar nombres de beneficiados por cancelación de créditos fiscales. Según sentencia la jueza Paula García Villegas, sería grave ocultar esos montos descomunales que benefician a un grupo de privilegiados. Sin embargo, contra la apertura de la información, según indica la nota de La Jornada “votaron los comisionados Sigrid Arzt y Gerardo Laveaga, ambos vinculados con el área de seguridad de Felipe Calderón.”
La maraña de intereses ocultos por la propia burocracia y medios de comunicación dominados a base de enormes cantidades de dinero, impide la transparencia. El grupo que detenta el poder se amaña con sus enemigos políticos. Trasciende a la alternancia partidista del PRI al PAN, la práctica del ejercicio absoluto del poder. El poder hace de quienes se suponía contrarios en prácticas e ideología, socios en mantener el estado de las cosas a cualquier costo. Tienen bajo control todo lo que se puede comprar. “Traiciona, roba, corrompe, mata, pero ese poder no lo habremos de entregar”, se consolida como la frase oculta detrás de toda palabra de la campaña mediática como “cambio”, “diferente”, “compromiso”, ante una sociedad que despierta y demanda.
La lógica del escorpión domina en este período electoral. El poder es enorme y el instinto de ejercerlo ahora obstruye cualquier racionalidad. Incluso al grado de que por ejercerlo, pudieran perderlo. Hay nuevos elementos que les podrían pasar la factura: una sociedad más despierta y reticente a un fraude, un ejemplar accionar concientizador de los jóvenes, un nuevo y enorme campo para la libertad, transparencia e incluso la vigilancia sobre el proceso electoral como lo es el internet. El escorpión podría dar pronto el aguijonazo de su propia destrucción.