En estos días se desarrollan los preparativos para realizar en nuestra ciudad, por tercer año consecutivo, el Festival de Poesía Palabra en el Mundo. Si todo marcha bien, las actividades se llevarán a cabo el viernes 18 y el sábado 19, en el Ateneo El Encino, un nuevo centro cultural independiente ubicado en 16 de septiembre 508, en el barrio que le da nombre. Como en años anteriores, el festival gira en torno de la lectura de poemas, que si bien de nada sirve para resolver los males del presente, tiene el don de fundar el futuro sobre bases humanas. Al inicio de la sexta edición de este festival, las “palabras iniciales” describen al poeta como alguien que se adelanta en lo imposible y regresa a nuestro tiempo con la mejor de las utopías; el lema vuelve a ser “Démosle una oportunidad a la paz”, a partir de las más de 1200 acciones poéticas en 22 idiomas realizadas en 2011; este año participan 33 países de América, Europa, Asia y África.
Previamente, en las ciudades de Guanajuato y León se realizó el Primer Congreso Nacional de Núcleos, del 3 al 5 de mayo, organizado por el Proyecto Cultural Sur/Guanajuato, con el triple objetivo de convocar a la organización de núcleos autogestivos en diferentes ciudades del país, acudir al V Congreso del Proyecto Cultural Sur en La Habana Cuba y participar en el Festival Palabra en el Mundo. El Congreso contó con el apoyo del Seminario de Cultura Mexicana, corresponsalía León, el Instituto Cultural de León, La Universidad de Guanajuato y la Casa de la Cultura de Guanajuato. La programación incluyó conferencias, presentaciones editoriales, entrega de reconocimientos a personajes distinguidos de la vida cultural guanajuatense, conciertos, exposiciones, lecturas de poemas y mesas redondas.
Sin embargo, las últimas se realizaron más por la tenacidad de los invitados que por haberlo permitido la programación, pues las actividades comenzaban hasta con una hora de retraso, lo que impedía el desarrollo del diálogo reflexivo sobre el primero de los objetivos del congreso. Además, la organización de mesas de lectura simultáneas a las conferencias obligaba a los participantes a elegir entre una u otra actividad. Otra de las debilidades de la organización consistió en asignar un solo presentador para todas las actividades: el filósofo y poeta Demetrio Vázquez Apolinar, quien con esta experiencia casi adquirió el don de la ubicuidad, dado que ya posee los de la generosidad y la cortesía, pero le impidió dialogar directamente con los invitados.
No obstante, al final del congreso se firmó un documento donde se establecen los compromisos asumidos, entre los que destacan la construcción de una política cultural incluyente acorde con las necesidades de la sociedad contemporánea, así como la formación de espacios o núcleos/sur, en términos del Proyecto Cultural Sur (http://proyectoculturalsur.net/). Estos grupos se formarán en las ciudades de los nueve estados de procedencia de los invitados, manejados bajo principios de autogestión. Al respecto, una de las conferencias, impartida por el economista José de la Luz Muñoz Medina, abordó la administración y gestoría de los núcleos, a contracorriente del falso supuesto de que la creación y los negocios son incompatibles porque pertenecen a mundos diferentes. Desde luego hubo entre los presentes reacciones de rechazo, pero la mayoría coincidió en la necesidad de vincular ambas esferas e incluso hubo testimonios favorables, como los del dramaturgo Octavio Gómez Hurtado del Estado de México y los poetas Mario Z. Puglisi de Jalisco y Víctor Hugo Ojeda González de Colima, con experiencias positivas en la promoción cultural independiente.
Uno de los malentendidos más frecuentes en este sentido alimenta el enfrentamiento entre las agrupaciones de artistas con las instituciones oficiales. No obstante, hubo consenso en la importancia de aprovechar los recursos públicos disponibles, principalmente de Conaculta y los congresos locales, para equipamiento de espacios y desarrollo de actividades. Lo fundamental estriba en concebir fuentes de ingresos mediante la oferta de bienes y servicios de rápido desplazamiento, como cafeterías y restaurantes, cibercafés, tiendas de artesanías o de accesorios para artistas, escuelas de arte, entre otros, para financiar los bienes y servicios propiamente artísticos, en el marco de estrategias de comercialización adecuadas a cada proyecto cultural. Ciertamente las actividades artísticas no figuran en los catálogos de giros apoyados por el Estado, pero sí los negocios ligados al arte. Esto implica capacitar a los artistas empresarios en el manejo de finanzas: mercado de dinero, inversión y administración financiera.
Lo anterior suena a blasfemia para quienes no entienden al artista si no sufre. En tiempos neoliberales cualquier ciudadano corre el riesgo de hundirse en la miseria. El proyecto del Ateneo El Encino muestra que en Aguascalientes hay artistas interesados en emprender negocios sin renunciar a la dignidad artística. Y este festival de poesía ofrece una oportunidad de conocerlo de cerca.
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