Los molinos de la mente / Cuando la cultura y la política se encuentran - LJA Aguascalientes
25/11/2024

La muerte de Carlos Fuentes es el fallecimiento del más conocido escritor mexicano en el mundo, quizá no del mejor, pero si del más internacional. Su obra, amplísima, tuvo el toque y la visión de un escritor mundial cuyas principales creaciones fueron traducidas a más de cinco idiomas. La influencia de Carlos Fuentes en la literatura trasciende nuestras fronteras y nuestra cultura. Para los lectores que han leído las más recientes obras del escritor hindú Salman Rushdie, cuya obra más célebre es Versículos satánicos y que le valió la reprobación del entonces Ayatola Jomeini, quien puso precio a la cabeza del escritor, les será fácil encontrar las similitudes costumbristas y la influencia del realismo mágico latinoamericano entre Carlos Fuentes y Salman Rushdie, que mantuvieron una amistad de muchos años. Fuentes incluso superó a Octavio Paz en cuanto a fama mundial. Y las notoriedades de ambos escritores se deben tanto a sus obras, imponentes de por sí, como al hecho de que ambos hayan sido hijos de diplomáticos mexicanos. La dimensión de sus vidas personales, sus periodos de residencia en el extranjero y sus relaciones con el poder político, los llevaron a alcanzar los espacios nacionales e internacionales. En el caso de Fuentes, fue el ex presidente mexicano Luis Echeverría quien le diera el respaldo necesario para llegar a ser un escritor visible; mientras que en el caso de Octavio Paz, el ex presidente mexicano Carlos Salinas fue quien apadrinó los proyectos de Paz durante su mandato hasta llevarlo a la consagración del Premio Nobel de Literatura. No es que Fuentes y Paz carecieran de talento o de una obra excepcional, pero el ser escritores de “Estado” les llevó a territorios y brillo superiores a los que hubieran llegado sin el apoyo de nuestros ex mandatarios. No es un secreto que el arte y el artista están al servicio del Estado, ni es cosa nueva que ello suceda. Pasó con Mozart, por ejemplo, que fue contratado como músico de la corte de Salzburgo a sus 17 años después de haber sido protegido del príncipe-arzobispo Schrattenbach, y este puesto le ganaría el ser conocido y convertirse en el músico favorito de su época. Así, también está el caso de Miguel Ángel Bounarroti, que floreció a la sombra de los Médicis y posteriormente al cobijo de los papas Julio II (el papa guerrero), León X y Clemente VII; le sucedió al propio Sebastián Bach, que logró un puesto como músico de la corte en la capilla del duque Johann Ernest III, en Weimar, Turingia. Y fue durante sus siete meses de servicio en Weimar que su reputación como teclista musical se extendió; o a Vivaldi, quien ingresó al seminario para ganarse el favor del clero y desde allí comenzar su fabulosa carrera creativa; inclusive el fabuloso Leonardo Da Vinci tuvo su protector en la persona del duque Ludovico Sforza en Milán y al final de sus días el favor del rey Francisco I de Francia. En fin, la lista es mayor a lo que imaginamos de primera mano. Muchos de los más famoso y grandes artistas han prosperado, progresado a la sombra de algún buen mecenas.

Cuando Salinas de Gortari era aún presidente, Germán Dehesa montó un espectáculo en la colonia Romero de Terreros, en Coyoacán, en el Distrito Federal, en un pequeño lugar llamado El Unicornio donde se incluía una sátira a Salinas de Gortari. Una noche sin previo aviso, se presentó Salinas al lugar y se instaló como cualquier cliente para ver la representación. Inmediatamente le avisaron a Germán Dehesa, aún en bambalinas, de la presencia del entonces mandatario mexicano, y le preguntaron si modificarían el show quitando la parte crítica respecto de Salinas. Germán Dehesa decidió no cambiar nada del show y lo hizo como habitualmente lo realizaba. Cuando terminó el entretenimiento, Salinas felicitó a Dehesa tomando con humor la sátira hacia él, y entablaron una plática acerca de la cultura en México. Fue gracias a esa plática y a Germán Dehesa que a Jaime Sabines, -muy probablemente el mejor poeta que hemos tenido-, recibió apoyos gubernamentales y promoción los últimos años de su vida, ya que se encontraba en una mala situación económica agravada por su deteriorada salud. Dehesa no sólo se salvó de la censura, sino que contribuyó a una suerte de rescate para Jaime Sabines.

El Estado político, no sólo el mexicano sino cualquier Estado político, posee los medios para promover a los creadores y a los artistas, para propiciar el arte y  la cultura. Desafortunadamente, esta actuación de mecenas de los gobiernos y los gobernantes está condicionada a que le sea favorable la promoción de tal o cuál artista, pensador o escritor. Nuestros murales y nuestros grandes muralistas, José Clemente Orozco, David Alfaro Siqueiros y Diego Rivera son el ejemplo vivo de la acción del gobierno para crear y promover un arte mexicano, pro nacionalista.

El gobierno holandés fue el responsable de catapultar la figura de Vincent van Gogh como un artista nacional. La decisión se tomó, no obstante van Gogh ya había fallecido. Vincent van Gogh no pudo gozar de su fama ni del bienestar del reconocimiento de su arte, y murió prácticamente en el anonimato y en la carencia de recursos. De hecho fue su hermano Theo, su mecenas quien con sus aportaciones le permitió a Vincet dedicarse a pintar. ¿Cuántos grandes creadores, artistas, pintores, escultores, pensadores y escritores se han perdido en la historia por no ser protegidos del Estado político?


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