Contra ira, propuestas
Nadie podría oponerse, en su sano juicio, a las marchas de los jóvenes y estudiantes; lo condenable son las manifestaciones de odio, ira, violencia y es que cuando surgieron las convocatorias que organizaban la primera marcha, se vieron contaminadas por cuestiones partidistas, al menos lo que se apreciaba en las redes sociales era que además del objetivo de hablar de un voto informado o protestar por la falta de información, se sumaron otros puntos y actitudes negativas, de mensajes “antis” y escasamente “pros”; la democracia no puede establecerse con base en el rechazo sino en la propuesta y entonces el “movimiento” se vio infestado de diversas corrientes no todas ciudadanas, no todas apartidistas, no todas democráticas, no todas concordantes con el ideal de un Estado de Derecho.
Decía el filósofo David Sánchez Rubio que estamos en una cultura de manicomio donde todos gritan y nadie escucha, a veces me parece que en algunos casos se ha privilegiado el grito, el ruido sobre el debate. Y me explico, en tanto algunas personas se manifestaban con “antis” en el mejor de los casos, cuando no con francas ofensas, el candidato presidencial priísta presentó dos documentos fundamentales que vienen a adherirse a la plataforma electoral partidista y a las diversas propuestas y compromisos que ha realizado en el país: el Manifiesto por una presidencia democrática y Preguntas cuyas respuestas podrían transformar a México. El primero es una contestación a las inquietudes de aquellos que creen que con el PRI se volverá a un ayer ya superado; nada más lejos de la realidad: “Vamos a ganar el futuro que merecemos, no a reinstaurar pasados que superamos”, se lee en éste. En él, además de platear diez ejes que guiarán a la presidencia democrática. El segundo documento es una respuesta a un grupo de preguntas que generaron un grupo de intelectuales interesados en saber en concreto la política que adoptarían los diversos candidatos en materias cruciales para el país.
El punto medular no es defender los documentos, sino que casi nadie, ni los candidatos de los otros partidos, ni los manifestantes “anti”, se han pronunciado o debatido las ideas contenidas en ellos, pese a que incluso en algunos puntos las respuestas dan para un amplio e importante contraste de ideas sobre el país que queremos. Sobra decir que sólo hablo de las manifestaciones “anti” y no de aquellas que se pronuncian por otros puntos o exigencias que resultan válidas.
Sea como sea, en el contexto de marchas y el clima de encono que comienza a generarse, suena peligroso que en algunos casos se provoque la confrontación buscando una respuesta violenta, como sucedió en Querétaro, donde no sólo se congregaron personas tratando de “reventar un mitin”, sino ofendiendo, violando el derecho de quienes estaban reunidas pacíficamente y en ejercicio de un legítimo derecho político, llegando al grado de atacar una camioneta donde los manifestantes pensaban que estaba el candidato presidencial del PRI. Esto, bajo cualquier contexto, es reprochable.
Debemos pensar como sociedad que en todo este panorama hay grupos de poder interesados en el rencor y no dudarán en abonar los elementos necesarios para crear una respuesta violenta. Pensemos en Se7en (1995) del también director de las excelentes El club de la pelea (1999) y Zodiaco (2007), David Fincher: una cinta clásica del género de asesinos seriales donde el criminal da muerte a personas relacionadas con cada uno de los pecados capitales; dos detectives (Morgan Freedman y Brad Pitt) van siguiéndole la pista, cuando el segundo de ellos por fin lo atrapa, descubre que su mujer fue asesinada de manera cruel por el asesino, la idea de éste último era despertar la ira y provocar que el detective le disparara con su pistola, lo que efectivamente sucede en un cierre psicológicamente intenso. Pongo un ejemplo tan extremo porque como ciudadano, me preocupa el grado de presión y provocación que pareciera gestarse, algo que no debemos permitir; hace seis años esta misma idea estuvo a punto de costarnos una crisis de proporciones insospechadas.
Por ello también es fundamental el mensaje que esta semana Enrique Peña Nieto dio al Consejo Político Nacional del PRI: “Nuestro proyecto es plural e incluyente. Se fortalece con las voces de toda la sociedad. Esta convicción democrática hay que vivirla plenamente y todo el tiempo. Por eso les pido que a cada ataque de nuestros adversarios, respondamos con una propuesta… no cedamos a las provocaciones. Contribuyamos a la paz y alegría que debe significar este proceso democrático. Nosotros no vamos a dividir a México”.
Y que quede clara mi postura: sí a las marchas, sí a las manifestaciones, no a la confrontación sin ideas, no al rechazo sin argumentos, no a la violencia, no a dividir a México.