No nos hagamos bolas, o lo que es lo mismo, “pa’ que tanto brinco estando el suelo tan parejo”: la guerra contra el narco, la violencia sin cuartel que azota a este país, se deriva de una pésima estrategia emprendida por el presidente de la República en contra del narcotráfico desde que asumió su mandato. Y en esto no sólo se trata de ser claros, sino que atendiendo a aquella vieja máxima “la historia nos juzgara” si de algo debemos estar seguros es que estos seis años serán recordados por la sangre que ha corrido por las entrañas de nuestro México, por el exagerado número de muertos y víctimas de esta absurda forma de hacer frente a la delincuencia; sin lugar a dudas será recordado como el sexenio en que más periodistas fueron asesinados, incluso tal vez a nivel mundial.
Conste que la crítica no es por el combate a los delincuentes, es un deber del estado hacerlo, sino en la forma que se ha estado haciendo, en otros países mientras los mafiosos utilizan armas, los gobiernos se valen de la inteligencia, de sistemas judiciales efectivos, del fortalecimiento de los mecanismos de prevención y de asistencia social; en cambio nuestro presidente al grito de “ojo por ojo, diente por diente” combatió a los criminales con la fuerza, aumentando los presupuestos para armamento y demás pertrechos militares y policiales, sin embargo la inversión en inteligencia no se vio aumentada, peor aún, lo que era una de sus principales propuestas, el nuevo sistema de justicia penal, pareciera estar paralizado, perdiéndose en los entramados judiciales, prolongándose kafkianamente, al menos desde la perspectiva ciudadana, que lleva varios años escuchando eso de los “juicios orales” que se han transformado en una especie de mito, su proceso de implementación recuerda a la novela de Bleak House (Dickens) cuyos juicios duran eternamente.
Y es que en los últimos días hemos venido escuchando en propaganda que la violencia es culpa de los estados gobernados por “Peña y los priístas”, esto es además de ser un sofisma, es falaz y demagógico. Primero porque la estrategia de combate a la delincuencia se dicta desde la Federación; segundo porque es facultad exclusiva de la Federación el combate a la delincuencia organizada (que es la principal causante de los asesinatos) pero lo más importante, para combatir al crimen se necesitan recursos, y los estados no los tienen dada la centralización fiscal que vive nuestro país; más aún el dinero que llega desde la Federación principalmente, a través del llamado Fondo de Aportaciones para la Seguridad Pública, se encuentra etiquetado y es enfocado a las líneas que se dictan en el Consejo Nacional de Seguridad Pública del cual el secretariado ejecutivo es designado directamente, y es en la práctica gente de la confianza del presidente de la República. Esto significa que pese a todo, las líneas de acción, la estrategia, la forma en que se combate a la delincuencia, es obra y designio del Gobierno Federal y no de los estados.
Bajo la lógica de que la violencia es culpa de los gobiernos priístas porque los asesinatos se dan en su territorio, sería lo mismo decir que la guerra del narco es exclusivamente responsabilidad de México y no de Estados Unidos de Norteamérica, nada más lejos de la realidad.
Otro de los grandes errores de este presidente ha sido el sacar al Ejército de lleno al combate a la delincuencia, prácticamente minó una de las instituciones que más prestigio tenían en este país, la expuso al escarnio no sólo público, sino de las sentencias judiciales internacionales. La serie Battlestar galáctica (2003) trata de una nave militar que tras una catástrofe escolta a otras naves con cincuenta mil civiles, los últimos de la raza humana con vida; cuando la escases de agua lleva a motines, la gobernadora le pide al comandante militar (interpretado por Edward James Olmos) su intervención pero él se niega, los militares -le dice- están hechos para atacar al enemigo, cuando se les inmiscuye en tareas con el pueblo, el pueblo se vuelve su enemigo. El ejército no puede ser utilizado indiscriminadamente en las funciones de control interno, esto nos está costando como país.
Ante la propaganda de los partidos opositores que lejos de hacer una propuesta seria, se ocupan en denostar y ensuciar, frente a la cabeza de esta nación que ha dejado a los gobiernos estatales (ya no se diga los municipales) prácticamente a la deriva en el combate a la delincuencia, que no ha sabido ser un líder que nos saque de esta vorágine que nos tiene hasta la madre (Sicilia dixit) las campañas del PRI se seguirán centrando en hacer propuestas concretas que legitimen por qué hoy por hoy es la opción más viable para votar en los próximos comicios.