Baja afluencia pero muchos fans en competencia de escaramuzas - LJA Aguascalientes
22/11/2024

  • Trazaron gardenias, claveles y buganvilias en la Villa Charra
  • Participaron Las Alteñitas, tetracampeonas nacionales
Foto: Gilberto Barrón

Cada tarjeta para la rifa de una imagen de la Morenita se vendía en 50 pesos. La cerveza enlatada costaba 20. Cigarros encendidos se consumían entre los dedos de varios espectadores y los locutores, con sus declaraciones jocosas, adornaban la justa en que ocho formaciones de escaramuzas medían fuerzas.

“El pan y el queso fresco saben bien si te los dan en rancho, pero nada mejor que un beso debajo de un sobrero ancho”.

Cerca de concluir la primera de dos etapas de la Feria Nacional de Escaramuzas, las punteras del representativo de Rancho Subiró, de Zapopan, Jalisco, encendió al público.

En descolgada por la manga del lienzo de la Villa Charra, la primera jinete, en un solo tiempo, hizo rayar su caballo por un tramo superior a los 16 metros. La segunda, aunque en tres tiempos, hizo lo propio por 15 metros.

Los caballos en lugar de herraduras tenían patines, llegó a vocearse.

En un evento de esta naturaleza los símbolos religiosos son infaltables. Antes de arrancar hacia el redondel cada escaramuza hace una reverencia ante la santa cruz de cantera.

Algunas de ellas, al llegar al círculo de arena húmeda, suelen persignarse para que las cosas salgan a pedir de boca, incluso algunos de sus familiares llevan consigo estatuillas a las cuales encomiendan el bienestar de las participantes.

Consideran que un extra de protección nunca está de más, pues la mayor parte del tiempo hay cabalgaduras que al trote se entrecruzan mientras escasos centímetros.

Cada equipo suele poner nombre a algunas de las suertes que realiza. La tarde de este viernes, en Aguascalientes hubo abanicos, coladeras, alcatraces, filas indias, estrellas, escaleras, nudos, tulipanes, claveles, orquídeas, buganvilias, margaritas y gardenias.


De acuerdo con las puntuaciones “extraoficiales” una de las rutinas más completa corrió a cargo del octeto llamado Las Alteñitas de Guadalajara, cuatro veces campeonas nacionales.

Buen vestido, pencos fuertes y obedientes, maniobras precisas y sincronizadas referían un equipo experimentado.

Todas las escuadras trajeron un festival de color hasta un quórum que compensaba el número con la afición a la charrería, pues el recinto quizá no estaba lleno a la cuarta parte de su capacidad. Así, ajuares rojos, negros, rosados, verdes, blancos, cafés y azules se dieron cita en la competencia.

“Señora charra, tus ajuares son ya símbolos nacionales”.

En tanto las nieves de fresa, limón y mango también coloreaban el escenario, partidas de ocho caballos colocados uno junto a otro, corriendo en diagonal muy juntos, rozaban la barandilla del lienzo.

Desde el propio graderío podía verse escaramuzas practicando movimientos de calentamiento; esperando el llamado de la caporala para, enseguida, poner en práctica lo ensayado durante semanas.

De este modo, muchachas de Baja California, Zacatecas, Durango y Aguascalientes dieron cabida al sector tradicionalista en una Feria de San Marcos que tiende a inclinarse hacia las usanzas citadinas.


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