“Yo solo soy la voz, de lo que la gente dice con su silencio”
Carlos Alberto Madrazo Becerra
Mientras más pasan los días en la campaña presidencial que se viene sucediendo en nuestro país, más veo que la sociedad se aleja del proceso electoral, y en realidad esto me mueve a hacer una serie de consideraciones, porque en repetidas ocasiones he escuchado a los cuatro candidatos presidenciales decir que harán lo necesario por concitar la participación ciudadana, y han enumerado en una lista interminable todos los espacios y las mecánicas en las que pretenden cuando menos en sus discursos hacer que la ciudadanía se involucre en la acción de gobierno.
Evaluación ciudadana, plebiscito, referéndum, iniciativa ciudadana, rendición de cuentas, y hasta revocación de mandato (ya despreciada cuando menos en el Congreso de la Unión, cuando hacía parte de la propuesta de Reforma Política), han sido parte de toda la gama de ideas que se han escuchado de los cuatro políticos que están en la búsqueda de la Presidencia de la República, y que como siempre sucede hacen estas propuestas frente a una mayoría de electores potenciales que desconocen casi absolutamente lo que ellas significan, sin tomar en cuenta que los mismos se vuelven a sus lugares de origen, sin siquiera registrar lo que los candidatos dijeron, y que sólo recuerdan de esas concentraciones poco valiosas en términos cualitativos, ciertas situaciones chuscas o anecdóticas, para comentar con sus familias o amigos.
Desde hace mucho que los políticos y sus partidos, han perdido el tino, de cómo entusiasmar a la gente que asiste o llevan a sus concentraciones, y las mismas se han vuelto copia fiel de las anteriores, y cada vez son más insulsas, y tremendamente aburridas. Los discursos que en ellas se escuchan son poco atractivos, y en muchas ocasiones plagados de figuras retóricas que la gente no entiende, y que pasan por un lado, sin que se les quede el más mínimo significado de lo que le quisieron dar a entender, y por lo mismo, la gente se distrae con cualquier cosa, con el sonido de las matracas, con los globos que surcan los aires, con las peroratas de algún vendedor ambulante que se “haya podido colar al evento”, y con casi cualquier cosa que es más atractiva que lo que el orador esté tratando de comunicar. A los políticos se les ha olvidado algo muy sencillo, la gente quiere escuchar de ellos, lo que la gente piensa, y que no sabe cómo, ni dónde externarlo, y espera que quienes los quieren representar lo sepan interpretar con ímpetu y convencimiento, para que los puedan convencer de que les depositen su confianza.
Pero lastimosamente los últimos procesos electorales que se han sucedido en México, han logrado alejar más y más a las mayorías, que no están atentas a lo que en el proceso político electoral se vaya sucediendo, y que sólo logra captar la atención de un número significativo de ciudadanos, cuando sucede algo extraordinario en cualquiera de las campañas. Es muy común que cuando un partido político quiere descalificar a otro, mande algunos pseudoreporteros a los mítines de sus adversarios, y estos entrevisten a los asistentes a la concentración, que inocentemente aceptan que los acarrearon y que no saben cuáles son las propuestas del candidato que se había presentado minutos antes en el mitin, pero lo patético es que esto sucede en todos los flancos, no existe diferencia entre unos y otros.
Así que lo que debiera preocupar a los estrategas de todos los partidos políticos, es que sus candidatos y ellos se están quedando solos, esa falsa idea de que las grandes concentraciones son demostrativas del interés del pueblo por lo que vaya a suceder, debieran de ser erradicadas del escenario político, y tendrían que iniciar una sincera reflexión, de qué hacer para que la gente se interese en los procesos político-electorales. Los candidatos tampoco debieran de pensar que los debates decidirán lo que va a suceder, ya que la audiencia de los mismos, no será significativa, y más que pensar en quién va a agredir más o va a desenmascarar a los oponentes, tendrían que pensar que la escasa concurrencia a sus debates se merece escuchar proyectos de nación bien delineados, producto de diagnósticos y análisis hechos a conciencia y con un gran sentido de responsabilidad.
En términos reales lo que la gente quiere ver y escuchar es a personas cuyas características sean la sapiencia, la humildad, la honorabilidad y la sencillez; que no se asuman como predestinados, ni parte de una clase diferente al grueso de la población, y que sepan con mucha claridad, que a pesar de todo, el pueblo mexicano ha ido aprendiendo, y ya no es tan fácil de burlar. La alternancia es algo que llegó para quedarse y si bien la transición aún está muy alejada de nuestro alcance, estamos aprendiendo a diferenciar entre lo real y lo ficticio; la violencia que nos han enraizado en los últimos seis años, nos ha vuelto precavidos y calculadores, ya estamos aprendiendo a distinguir a los que nos hablan con la verdad y a los que nos hablan “de dientes para fuera”.
Tal vez el pueblo se equivocó y después no hizo nada porque otros decidieran por él, pero a fuerza de resistir la ignominia de los gobernantes intolerantes, está presto a decidir; si los políticos no saben cómo hablarle, él les hablará a los políticos, el asunto no es la instalación de las casillas, el sufragio y el cuidado de las urnas, el asunto toral es que los políticos le empiecen a cumplir al pueblo y que le hablen con la verdad, y para eso se necesitan argumentos, ojalá los empiecen a encontrar.