“El niño debe ser protegido contra las prácticas que puedan fomentar la discriminación, racial, religiosa o de cualquier otra índole. Debe ser educado en un espíritu de comprensión, tolerancia, amistad entre los pueblos, fraternidad universal, y con plena conciencia de que debe consagrar todas sus energías y aptitudes al servicio de sus semejantes”
Principio 10. Declaración de los Derechos de la Niñez
Todos los meses son del niño y de las madres y etcétera. Le hemos puesto un punto de acuerdo para resaltar las fechas, las personas o las cosas que han de ser vistas como importantes para la sociedad. Por ejemplo, el Día de la Familia, el Día del Trabajo o en este caso abrileño, el Día del Niño.
Los niños son, por seguridad, las tenencias más importantes de la sociedad. No darle la importancia a ello es atentar contra el futuro mismo. No me imagino un futuro donde pase todo, menos la humanidad.
La Declaración de los derechos de los niños (1959), establece una serie de principios donde, de manera gradual, primero solidariamente como a quien se encuentra indefenso y posteriormente de manera subsidiaria, le brinda la humanidad socorro y desarrollo individual.
El principio número uno —como comienzan casi todas las declaraciones de los tiempos modernos— se refiere a la no discriminación de niños por diferentes motivos. La no discriminación implica que consideremos que los niños son en un primer momento indefensos, siempre son defendibles y definitivamente todos son necesarios.
En el principio 2 se expresa que la niñez gozará de todos los servicios y recursos de la sociedad para su desarrollo físico, mental, moral, espiritual y social de manera norma y saludable; dice textualmente “al promulgar leyes con este fin, la consideración fundamental a que se atenderá será el interés superior del niño”. Habría que considerar, pues, la razón por la cual existen leyes como La Ley Muerte, en el DF, ya que en estos días, así como pasa el día del niño, pasa también el primer quinquenio de ese magnicidio en el que van más de 80 mil muertos por abortos “legales”. Y escribo la frase que dejé ayer en las redes sociales: “a 5 años de la ley muerte, hay más muertos por eso que es legal, que por la guerra contra el crimen que es legítima… un minuto de silencio por los bebés que no verán jamás la luz del sol…” mi cuestionamiento es, entonces, para qué tanta declaración de no discriminación, de protección del Estado y de la humanidad. Porque si la humanidad considera que los niños son fundamentales y, como dice el principio número 8 sobre que el niño debe, en todas las circunstancias, figurar entre los que reciban protección y socorro, es pues que no comprendo cómo es que se permite el aborto, porque si no hay embarazo, no hay niño, y si no hay niño no hay a quién proteger. Y, por lo tanto, si no dejamos nacer a los niños, del futuro mejor ni hablamos.
En 2004, la entonces subdirectora de Unicef,< Karin Shan Poo afirmó que “no existe mejor inversión a mediano o largo plazo, que tenga mayores réditos que invertir en la infancia”. Luego, en los objetivos del milenio le dejaron a los niños seis premisas de las ocho que integran dichos objetivos: erradicar la pobreza extrema (objetivo 1); la enseñanza universal (objetivo 2); promover la igualdad (objetivo 3); reducir la mortalidad infantil (objetivo 4); erradicar enfermedades por las que mueren miles de niños (objetivo 6); garantizar el medio ambiente—obvio para los niños y nosotros—(objetivo 7). Este interés del “capital” que representa la niñez, es una contradicción con esas leyes promovidas por esos mismos organismos y adoptadas por otros a nivel nacional. Primero, porque si no protegemos a los niños desde el vientre, les estamos enseñando a los que ya no están en el vientre, que la paz ni nos interesa, ni es posible. Porque si los principios de la Declaración de los derechos de los niños solicita a sus protectores que aprenda a servir a sus semejantes, y en su sociedad se asesinan de manera legal a sus semejantes, entonces qué podemos esperar de esos niños. Pues en la lógica de las matemáticas, lo mismo.
No quiero dejar pasar la oportunidad para hacerle saber a todos los niños de nuestra ciudad, que no sólo son lo más importante para nosotros, sino que son el motivo de nuestro trabajo. En su día, le mando un caluroso abrazo a todos los niños de la col. Vicente Guerrero, del Duraznillo, de Betulia, con quien compartimos mil batallas, y especialmente a mis hijos: María José, José Ricardo, Santiago, Luis Felipe y Caro, porque ellos son el motor de mis actos.
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