Ricardo Rodríguez Vagas
Recientemente el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL), dio a conocer los resultados más actuales sobre la medición de la pobreza en el país y en las 32 entidades federativas, éstos, en cierta medida, eran previsibles debido a la caída en los ingresos y el empleo en 2009. En ese sentido, el país registró una caída anual del producto interno bruto de 6.1 por ciento y una pérdida de casi medio millón de empleos en este periodo de referencia. No obstante, resulta interesante evaluar la magnitud de la crisis sobre todo por la presencia de los dos programas estelares del Gobierno Federal en la lucha contra la marginación: Oportunidades y Seguro Popular, el primero se basa en otorgar transferencias monetarias a los sectores más desprotegidos, en tanto que el segundo pretende lograr la cobertura universal en salud para los padecimientos básicos.
Así, del 2008 al 2010, el CONEVAL comentó que a nivel nacional el número de personas en situación de pobreza (moderada) pasó de 48.8 a 52 millones, es decir, 3.2 millones de pobres generó la crisis, en tanto que para Aguascalientes esta cifra pasó de 431 mil a 454 mil 200 habitantes en el mismo lapso, lo que equivale a cerca de 23 mil personas más en estas condiciones. Hasta aquí parece ser que el aumento de la pobreza tanto a nivel nacional como estatal es algo moderado, no obstante ésta es la primera parte de la película debido a que, si la observamos completa, la pobreza por ingresos −población con un ingreso inferior a la línea de bienestar− aumentó cerca de 5 millones de personas respecto al 2008 y ahora a nivel nacional hay 58.5 millones de pobres. De igual modo para Aguascalientes esta cifra representa 549 mil 500 habitantes, esto se traduce en un crecimiento de aproximadamente 33 mil habitantes en pobreza de ingresos respecto al 2008, e indica que cerca de la mitad de la población no percibe ingresos que le permitan un mínimo de bienestar, es decir, no les alcanza ni para comer lo mínimo. De ahí quizás la descomposición del tejido social que hemos observado en los últimos años.
Sin lugar a dudas volver a dar viabilidad a los elementos que han sido trastocados no es tarea sencilla, lo descrito anteriormente es indicio de que la pérdida de los empleos, las alzas en los precios de los alimentos, entre otros factores, tuvieron un fuerte impacto a nivel nacional y estatal. Es necesario lograr altas tasas de crecimiento económico sostenido que genere empleo formal de manera permanente y no por pausas, destinar mayores recursos a los programas de transferencias focalizadas como Oportunidades, reducir la regresividad del gasto público. Muchos de los subsidios en este país apoyan a los sectores altos de ingresos, caso concreto el subsidio a la gasolina que representó en los últimos cuatro años una merma para las finanzas públicas de aproximadamente 400 mil millones de pesos, lo que representa cerca de la mitad del presupuesto destinado al Programa Oportunidades en ese periodo.
Trato especial merece lo que la literatura económica denomina “trampas de pobreza”, es decir, los pobres son tan pobres que un mayor crecimiento de la economía es incapaz de sacarlos de su condición, por ende es necesario focalizar a estos grupos y darles un tratamiento peculiar. Recientemente algunos organismos internacionales han desarrollado programas de microcréditos para tal fin sobre todo entre las mujeres, pero reconocen que ha sido difícil llegar a este sector. Finalmente, es necesario mencionar que el único camino para lograr un mejor nivel de bienestar para la gente es a través del crecimiento económico, del empleo formal, de la productividad, de la cobertura universal en educación y salud, de buenos servicios públicos, etc., lo demás es demagogia.