El desempleo en Aguascalientes, contra lo que puedan sostener los medios de comunicación al servicio de José Carlos Lozano de la Torre, ha tenido un crecimiento exponencial, paralelo a la economía informal y al desmantelamiento de la seguridad social. Casi un 65 por ciento del total de la población económicamente activa en el Estado no tiene acceso a la seguridad social. Esta realidad, es mucho peor de lo que puedan decirnos las notas pagadas del Ejecutivo, que insiste en gobernar con boletines de prensa, ofertando el “Progreso para Todos” con todas las bondades contenidas en los productos milagro que llegan a curar hasta la imbecilidad.
La operatividad de las empresas sociales en Aguascalientes, y esto no lo puede negar Isidoro Armendáriz García, han naufragado en la corrupción y el clientelismo político de quienes han desfilado por las instituciones públicas vinculadas al desarrollo social sin entender que las empresas sociales son actores claves en la generación de empleos dignos en pro de sectores sociales históricamente excluidos.
La ineficacia e incompetencia del gobierno para generar oportunidades de empleo y derrochar sapiencia en el saqueo a las arcas públicas, se revela con toda su crudeza, en las acciones que el encargado de la Secretaria de Desarrollo Económico, Hipólito Treviño, (violador de derechos humanos) ha instrumentado con el programa “Mi Taller de Confección” que no es más que un vulgar esquema clientelar para maquilar uniformes escolares, supervisado y administrado por empresarios del sector textil y del vestido (amigos del gobernador) encargados de reclutar “cuadros prillistas” con salarios de miseria, a quienes se les garantiza el seguro popular para explotarlos a la manera del “OUTSOURCING” sin las prestaciones que exige la ley, omitiendo los pagos respectivos al IMSS, SAR, INFONAVIT y todo tipo de impuestos, bajo la figura de “sociedades de responsabilidad limitada micro industriales” en beneficio de las mafias que controlan las camarillas empresariales, incapaces de moverse con recursos propios como si lo hace la inmensa mayoría de pequeños y medianos empresarios, acostumbrados a valerse por sí mismos y no con dinero público.
Muchos aguascalentenses ante la crisis y la pérdida de empleo se han transformado en auténticos emprendedores por necesidad y no porque la SEDEC les haya facilitado los instrumentos necesarios para levantar un negocio y las herramientas de competitividad para hacerlos “campeones de cluster” con la capacidad para desarrollar las economías de escala, elevar la competitividad y la permanencia en los mercados, aspectos en los que han reprobado algunos empresarios amigos del gobernador.
Los programas de asistencia y creación de empleo del nuevo gobierno expuestos en el PLAN SEXENAL están condenados al fracaso. Los esquemas para promocionar la generación de empleos son parciales y las oportunidades para ubicar en un trabajo a los solicitantes en las ferias del empleo organizadas por Lozano de la Torre( Titular de la SEDEC) están vinculadas en el mejor de los casos a los servicios de limpieza, a la venta de productos casa por casa, a la promoción de tarjetas de crédito o a la publicidad en los cruceros de la ciudad.
Si bien es cierto que una empresa laboral no es un concepto jurídico sino una estructura económica que puede estar integrada por uno o varios propietarios o una o varias sociedades mercantiles (artículo 16 de la LFT) los empresarios son libres para utilizar las formas jurídicas que les convengan, pero sin afectar los derechos de los trabajadores.
Los millones de pesos que José Carlos Lozano de la Torre está invirtiendo en la confección de uniformes escolares (sólo para sus cuates) salva a los patrones de adquirir maquinaria y equipo, pagar capacitación, rentar inmuebles, gastar en agua, energía eléctrica, mantenimiento sanitario y logístico y evitar como es consabido, la seguridad social en perjuicio de la clase trabajadora.
La instalación y operación de los talleres de costura del programa “Mi Taller de Confección” es al cien por ciento con cargo al erario público y el producto final será un uniforme de mala calidad, casi desechable, con una vida útil de seis meses si las lavadas lo permiten. Sin faltarles, claro está, el logotipo del “Progreso para Todos”, esa singular iconografía que nos recuerda el sombrero de arlequín de varios picos, rematados con cascabeles, que usaban los comediantes italianos en el siglo XVI con un traje de rombos hecho de retazos que representaba la pobreza.
Mejor imagen no pudo haber tenido el gobierno de Lozano de la Torre, al identificarse con el arlequín, símbolo indiscutible del sirviente humilde pero ambicioso, del servidor de dos amos y del comodín en los naipes del poder. Queda la duda si el logotipo del “Progreso para Todos” corresponde al Pierrot, aquel payaso blanco de traje brillante, de apariencia fría y lunar, el que representa la ley, el orden, el mundo adulto y la represión.